ESPECTáCULOS
“Los documentales de resistencia fueron dejando paso a la acción”
Claudio Remedi, integrante de Boedo Films, da pistas sobre el material que se verá en el ciclo “Testimonios de una década infame”, que comienza mañana.
Por Oscar Ranzani
Los años 70 marcaron una impronta en el universo cinematográfico argentino. Fue la época de una efervescencia social que vinculaba el arte y la política como hasta entonces no se había producido. Desde Solanas y Getino hasta Raymundo Gleyzer, el cine político militante ponía el acento en usar el arte como motor para la transformación social. Los ‘90 marcaron un nuevo quiebre frente a la difusión convencional de la industria y, al calor de los conflictos sociales, surgieron numerosos grupos de realizadores independientes que, desde entonces, se encargan de reflejar las luchas populares desde una vereda diferente a la de muchos medios audiovisuales. Uno de ellos, el Grupo Boedo Films, nacido en 1992, hereda del cine de los ‘70 la idea de una realización colectiva horizontal y ha documentado desde los primeros cortes de ruta hasta conflictos sociales más cercanos como el caso de la fábrica textil Brukman. “Nuestro principio fundamental es la total libertad del arte, y en ese sentido nosotros tomamos al documental como cine con mayúsculas. No es un género menor, sino que está a la altura de cualquier film”, postula Claudio Remedi, integrante de Boedo Films. “Nosotros tomamos la definición de que es la recreación artística de la realidad con un punto de vista subjetivo, y decimos que ese punto de vista es una postura ideológica frente al mundo”, subraya el realizador.
Desde mañana y a lo largo de este mes, se exhibirán buena parte de los documentales de Boedo Films en la muestra “Testimonios de una década infame” en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543). Se trata de una retrospectiva que abarca, entre otros, a Fantasmas en la Patagonia, film que abre mañana el ciclo. Esta obra, realizada en 1996, ganó el premio al mejor documental del VII Festival de Cine Nacional de Pergamino. La historia sucedió en Sierra Grande, un pequeño pueblo patagónico que, de un día para otro y por una decisión política, se quedó sin una mina de hierro, principal fuente productiva del lugar. “Esta película es lo más alejado a un panfleto que puede haber. No muestra las cuestiones macroeconómicas, sino todo lo contrario: cómo en la vida de un pueblo una política transformó completamente la vida cotidiana”, cuenta Remedi. La mina de hierro es inmensa y “todavía tiene reservas para explotarse por décadas, pero se ha cerrado”. A partir de ahí, indica Remedi, “la vida del pueblo muere, se genera éxodo, pérdidas de amigos, rupturas familiares, pérdidas de sueños. Y a eso se refiere justamente la película: a un sueño perdido pero que, a la vez, a partir de la resistencia de la gente y de su negación a irse, rescata justamente la dignidad”.
Entre otras películas, los “Testimonios” incluirán la llamada trilogía Brukman. “Los documentales que hicimos durante los ‘90 eran como documentales de resistencia. Lo que empezamos a ver con estos fenómenos sociales producidos después de diciembre de 2001 es que entrábamos en una etapa de acción. De la resistencia a la acción”, describe entusiasmado Remedi. “La gente tomaba las calles, se discutía en asambleas y muchas fábricas fueron ocupadas bajo control obrero en función de que las patronales habían abandonado los lugares de trabajo. Entonces nos interesó particularmente mucho el caso de Brukman en función de cómo había sido el proceso. Eso se cuenta en el primer documental, Control Obrero”, describe el cineasta. Es decir “cómo la patronal abandona la fábrica y, de repente, la gente sin ningún tipo de experiencia administrativa o, incluso, sindical, empieza a crecer como grupo y empieza a tomar las riendas de su propio destino, que es justamente manejar la fábrica y hacerla funcionar nuevamente”. El segundo film, La fábrica es nuestra, es también una realización colectiva de 2002, a un año de la ocupación de la industria. Allí se ve a la policía buscando desalojar a las obreras mientras que asambleas barriales y organizaciones sociales rodean la fábrica y, en consecuencia, frustran el desalojo. Finalmente, Obreras sin patrón narra los sucesos de este año, que desembocaron en una violenta represión policial. Este largometraje fue realizado por Boedo Films junto a Kino-Nuestra Lucha, una agrupación que nuclea a distintos grupos de cine político-militante.