EL PAíS › HOMICIDIOS, SUICIDIOS, FUGAS, DROGAS Y DINERO EN EL SPF
La historia negra detrás de las rejas
Por Horacio Cecchi
El asalto al restaurante Dolli, en 1998, destapó la olla donde se cocía el histórico guiso penitenciario. En esa causa, el preso Alejandro Núñez confesó la costumbre de los guardias de dejarlos salir para robar. A partir de allí se sucedieron tres muertes de presos vinculados al caso. El último, Carlos “Chabuca” Tejada, fue asesinado de 36 puntazos el 10 de julio pasado, después de denunciar que los guardiacárceles habían asesinado a otro preso dispuesto a hablar. También se reveló que un preso había sido encomendado para salir y asesinar a un juez que investigaba la corrupción en Caseros y Devoto. Una bomba colocada en Tribunales fue vinculada a las investigaciones. Curiosos suicidios y asesinatos carcelarios encubren un negocio fabuloso de trastienda: venta de certificados de buena conducta, salidas negociadas, peajes para robar, fugas, drogas, visitas, comidas, celdas con comodidades, trato preferencial y, especialmente, supervivencia. Todo tiene precio y forma parte de la historia negra del SPF, el Shopping Penitenciario Federal.
En setiembre del ‘94, Julio Pacheco, integrante de la banda del Gordo Valor, se fugó de Devoto. En junio del ‘98 volvió a hacerlo. Escapó por la puerta principal del penal disfrazado de abogado. Lo hizo con Daniel “Tractorcito” Cabrera, conocido asaltante de blindados, Maximiliano Noguera, Gabriel Chavanca (detenido por una toma de 35 rehenes en Puerto Madero). Los cuatro pasaron exitosamente la requisa. Resultó curioso que a los tremendos guardias de la requisa no les llamara la atención que los cuatro presos vestían saco y corbata. Durante la investigación sobrevolaron sospechosas sombras de complicidad de parte de las autoridades del penal.
Un mes después de la fuga, Noguera participó en el asalto al restaurante Dolli, donde murió baleado un policía de la Federal. El asalto fue investigado por el juez Alberto Baños. El primer hilo del caso surgió cuando los testigos reconocieron en fotos a dos de los asaltantes. Uno era Noguera y el otro Alejandro Núñez, quien para sorpresa del juez debía estar preso en el penal de Caseros. Núñez reveló la mecánica de las salidas y Baños comenzó a investigar las salidas de presos con miembros del SPF para robar, el pago de tarifas para obtener drogas, muertes extrañas, lugares de privilegio entre otras minutas. Para colmo, más tarde, Tractorcito Cabrera, recapturado, aseguró que él había pagado cien mil dólares a los guardias para que lo dejaran salir. Conversaciones grabadas por la Justicia también revelaban que Pacheco negociaba con altos jefes penitenciarios su escape.
En el 2000, Alejandro Penczarski, integrante de la banda de Valor y preso en Caseros, denunció que autoridades del penal le habían encomendado asesinar a Baños, quien ya había transformado la investigación de corrupción en una megacausa. Penczarski fue trasladado a dependencias de la Gendarmería para proteger su vida. Pero este año corría el riesgo de ser trasladado al penal de Ezeiza, a cargo del mismo servicio que él había denunciado. El secretario de Instrucción Julio Quiñones comenzó a investigar la denuncia del sicario arrepentido. Poco después, el juez federal Gustavo Literas abrió otra investigación sobre una bomba colocada en la puerta del despacho de Quiñones.
En la causa derivada del asalto a Dolli, Miguel Arribas murió baleado en una fuga fraguada por sus guardias; Noguera apareció ahorcado tras revelar el negocio de la venta de salidas; Chabuca Tejada, acusado de haber asesinado a Noguera, fue asesinado el 10 de julio pasado, después de asegurar que a Noguera lo mataron los guardias. Hubo más curiosidades. Fabián Aurenzans, testigo del asalto al Dolli, meses después del asalto fue incorporado como empleado en el SPF.
Semejante cobertura de silencios mediante homicidios, explosivos, o compras de testigos intenta ocultar una infinidad de increíbles negocios dentro del Servicio Penitenciario Federal.