EL PAíS › KIRCHNER, EN EL CONURBANO, CONTRA EL ESTABLISHMENT
“Ese proyecto nefasto”
El Presidente participó de la inauguración de un parque industrial en Florencio Varela y de un acto político con Solá, Chiche Duhalde y unas 5000 personas. Pidió el apoyo de la gente para “embestir a las corporaciones”.
Por Diego Schurman
Estilo K. En el fondo y en las formas. Néstor Kirchner desembarcó en la provincia de Buenos Aires. Y con modos desacartonados puso nuevamente en foco a sus enemigos: las corporaciones y los economistas del establishment que sostuvieron las políticas de ajuste de los ‘90. “Ya no es posible, como ellos suelen hacer, una Argentina cerradita para ellos solos”, achacó. Hablaba del menemismo, sin nombrarlo. Hablaba de Luis Patti, ignorándolo. Aludía a la oposición propia y por extensión a la del bonaerense Felipe Solá, a quien en definitiva respaldó, sin hacer alarde de ello, para que renueve el título de gobernador.
Kirchner retornó a Florencio Varela. Y lo hizo con sus mejores recuerdos. Fue, al fin, la localidad que sirvió de plataforma de lanzamiento de su campaña presidencial en la provincia.
Hubo gestos recíprocos. Resignados a la penetrante humedad, cinco mil almas se desplegaron en el Polideportivo La Patriótica para vivarlo. Raro para una mañana laboral, no tanto para los que conocen el aparato duhaldista.
Si George W. Bush hubiera estado en el acto, probablemente hubiera avanzado en la decodificación de lo que significa “peronista”, esa rara palabra que Kirchner le regaló en Washington cuando quiso saber si era de derecha o de izquierda.
En la era K, peronista parece ser una afrenta contra gurúes de la economía. Ayer ahorró identificarlos. No hacía falta, ya lo había hecho la semana anterior, en La Plata, con nombre y apellido: Jorge Avila, el economista del CEMA y asesor de Carlos Menem, y el ultraliberal José Luis Espert. “Dicen que no tenemos modelo económico, pero son los mismos que consolidaron el proyecto económico nefasto que hemos sufrido”, los atacó.
Julio Pereyra enrojeció sus manos de tanto aplauso.
–Antes de los ‘90, en la fábrica de Alpargatas trabajaban 5 mil operarios. Hoy lo hacen apenas 300 –se encolumnó el intendente de Florencio Varela.
Prácticamente en media localidad prima la actividad rural. Las ventajas comparativas abiertas tras la “abolición” del 1 a 1 afianzó el respaldo del sector a Eduardo Duhalde, primero, y a Kirchner, después.
El estilo K no se priva de viejas muecas bonaerenses. Y por eso como aperitivo al acto, el Presidente puso el cuerpo en “corte de cintas”, sin cintas, para la puesta en marcha de un parque industrial y tecnológico, un emprendimiento de la gestión Solá.
Por protocolo habló Pereyra y también el titular de Bice, Arnaldo Bocco. Fuera de agenda se sumó el director de ese banco, Hugo Guerrieri. A Kirchner no le gustó ni un poquito y entonces Solá quiso evitar su parte. Pero lo anunciaron por los micrófonos y, si bien pasó a retiro a su verborragia, no pudo negar algunas palabras. Alguno se acordó de aquel River, donde el Presidente se quejó por cómo estiraban los discursos los “teloneros” del acto. Esa vez no le quedaba otra que hablar. Ayer decidió no hacerlo.
–Vamos que nos espera la gente –le susurró a Solá para salir del apuro. Minutos después, volvían a compartir el centro de escena, ahora con el agregado de Chiche Duhalde.
Más allá de las diferencias, incluso las de “cartel”, el mensaje político fue unívoco: Kirchner-Solá-Duhalde se necesitan y hoy por hoy conforman una entente. En la vereda contraria tienen un enemigo común: el menemismo, ahora encarnado en Patti, una figura devaluada luego de la decisión de Carlos Saúl de no competir en el ballottage.
Si los predicadores de la “mano dura” –y esto también incluye a Aldo Rico– se hacían dueños de las encuestas antes del 27 de abril, la tendencia se revirtió tras los dos primeros meses de la gestión kirchnerista. Una encuesta de Hugo Haime y Asociados, publicada en la edición de ayer de este diario, muestra a Solá al tope con el 37,9 porciento de las adhesiones, seguido por Patti con apenas el 17,9 y Rico con el 13,5.
“Me gustaría, sería bárbaro que Solá lograra su reelección”, aceptó finalmente Kirchner ya sin la intención original de distanciar su presencia de la campaña bonaerense. El dulce no fue exclusivo: hubo un aperitivo para Chiche, y la candidata a vice, Graciela Giannettasio, a quienes llamó “queridas amigas”.
Los elogios se cruzaron. Chiche hizo lo propio con Solá, pese a la vieja pulseada que subyace entre los duhaldistas de paladar negro con el gobernador. En tren de especulaciones, se dice que a Solá le conviene un importante triunfo en el interior de la provincia, para demostrar que es “su” triunfo y no del “aparato duhaldista” del conurbano. En el entorno de Duhalde hay un calificativo coincidente para el mandatario provincial: “Es un hombre muy conspirativo”.
Ajeno a estas menudeces, Kirchner reclamó en todo el acto el respaldo de la gente, a quienes considera como los verdaderos e infranqueables aliados tanto para “combatir el trabajo en negro” como para “embestir a las corporaciones”. Se basa, entre otras cosas, en los sondeos que muestra un alto grado de apoyo a la remoción de la cúpulas de las Fuerzas Armadas y el PAMI, y a la avanzada sobre la Policía Federal y la Corte Suprema.
“Pareciera ser que algunos no lo entienden, por qué uno, como ser humano que hoy le toca temporariamente ejercer la responsabilidad de presidente, tiene que estar alejado de la gente y les molesta cuando la gente me saluda y me respalda”, dijo, ya no al ataque, sino a la defensiva de su inconfundible estilo K.