ESPECTáCULOS › “EL INFORME DEL DR. KRUPP”, DE PEDRO SEDLINSKY
La lucha entre mito y razón
La puesta teatral de Francisco Javier plantea una pelea entre dos mundos, que sólo pueden encontrar mediación a través de la poesía. La historia está cargada de un clima entre fantástico y misterioso.
Por Hilda Cabrera
No es lo mismo disecar un insecto que un ser humano. El inesperado hallazgo de un cadáver (el de la joven Aurelia, que en el curso de un río, en un paisaje agreste, se enreda en las piernas del entomólogo Dr. Krupp) desata una historia de disección y realismo fantástico, que el científico entonces atrapado transmitirá a los asistentes a una conferencia. En ésta el investigador moderno puede llegar a fundirse en el primitivo hechicero. La magia, sin embargo, no proviene del sobrio personaje que en esta puesta ingresa a la pequeña sala Orestes Caviglia y atraviesa la escena saludando al público. Su aspecto es el de un explorador dispuesto a contar prolijamente sus hazañas, en primer lugar la de haber descubierto y clasificado insectos poco o nada estudiados. A pesar de su empeño, el análisis es incompleto, fracturado por recuerdos de su infancia y la irrupción de seres que, a modo de marionetas escapadas de un retablo, interrumpen y embrollan su relato.
Este artilugio, que está en el texto y la puesta traduce con creatividad, enlaza con las rupturas del lenguaje. Se advierten cambios en la narración, que deriva a veces en canto y recitado. La intromisión de los personajes quiebra deliberadamente la linealidad de una exposición que incluye tanto casos extraordinarios como comunes. En esta historia el cuerpo de la joven y bella Aurelia asesinada es como un enlace entre dos mundos. Es ella la que otorga coherencia al relato, al convertirse en prueba de lo que sucede en Krupp a nivel consciente e inconsciente. Y tal vez de la lucha entre intelecto y mito. Una oposición que en algunos casos se constituye en impulso básico, ese que sustenta la experiencia de vivir.
En este nuevo texto de Pedro Sedlinsky, la anomalía de Krupp reside en el imperativo de hacer justicia según su saber y entender. ¿Quién fiscaliza su determinación de castigar a un presunto culpable, y sobre todo quién controlará su transmutación? Porque Krupp renace con esta historia, y se transforma en otro. En la puesta de Francisco Javier lo que acontece resulta a la vez inmediatamente perceptible y misterioso. Esta impresión es subrayada por el desempeño de los intérpretes, destacables todos. De ahí que la obra avance a pesar de las secuencias disgregadoras. Cuando éstas no son tales y el tiempo se detiene, el director utiliza esa inmovilidad para tender nuevas líneas. Conformada por monólogos interiores, cantos melancólicos, teorías científicas y seudo científicas, sesiones de magia y rutinas de payasos, la obra transita por vía paródica campos opuestos, interrumpiendo y reanudando la acción. La historia fluye sin necesidad de ser justificada. Es la representación en curso de una historia que estalla con toques surrealistas, y aun tenebrosos cuando se le da a entender al público que está manchada con sangre.
La venganza de lo indomable (aquí representada por los fieros lobos de una imaginaria geografía) se inserta en la realidad de un conferencista traumatizado por un conflicto de la infancia y por un mundo selvático, laberíntico, poblado de niños, en el que se cometió un crimen. Acaso el hilo de Ariadna que guía las especulaciones de Krupp sea el cuerpo deAurelia. Los elementos coercitivos y los ingredientes atávicos y fetichistas inducen a reflexionar sobre la supervivencia del terror en lo familiar o conocido. Por alguna razón el periplo del científico se desenvuelve entre miedos y culpas, aligerados aquí por secuencias de humor y sátira, y estímulos visuales y sonoros. Ejemplos de esto son la maqueta expuesta en escena (instalación que localiza la historia), los números de magia y prestidigitación, las escenas mudas entre payasos, otra con un muñeco y un ventrílocuo, y las entonadas. En todos estos planos, el público podrá reconocer la existencia de una escisión casi mítica, propia del humano que desea acceder al conocimiento y al mismo tiempo estar en armonía con su naturaleza. Krupp es en este punto un individuo más, que busca y se confunde. No se sabe si por los componentes mágicos de esta historia o por los simbolismos compulsivos, como el de la figura de un padre discriminador. Su análisis será siempre incompleto, defectuoso. Su pelea es la que se libra entre la razón y el mito, donde quizá la poesía pueda ser buena mediadora. Su hechizo no logra de todas formas, y en esta historia, contrarrestar los impulsos regresivos.