ESPECTáCULOS
Barbie y el “Cuchu”, dos nuevas estrellas en el cine de animación
Albertina Carri y el dúo conformado por Néstor F. y Martín C. hablan de “Barbie también puede eStar triste” y “Plata segura”, dos películas en las que los muñecos se muestran de un modo algo diferente de lo acostumbrado.
Por Eugenia García
Son rubios, bonitos, perfectos. No se arrugan ni envejecen: son muñecos de plástico y están de fiesta, porque todos los jueves de agosto, a las 22 y en el cine Cosmos, se proyectarán los mediometrajes Barbie también puede eStar triste, de Albertina Carri, y Plata segura, de Néstor F. y Martín C., protagonizados por la muñeca de Mattel y Cuchu, el crack rubiecito. Después de circular por muestras y festivales, el film porno animado de la realizadora de Los rubios y la saga futbolística de los directores anónimos de Marcello G, sólo un hombre, tendrán su merecido estreno. “El de la idea fui yo”, cuenta Néstor F. “Mucha gente nos decía: ‘Qué ganas de verla de vuelta’. Me parecía exagerado convocar a la gente a ver una cosa de 40 minutos. Había visto la película de Albertina y me parecía que los dos films, más allá de ser distintos en muchas cosas, tenían otras en común, y podían armar algo interesante.”
Niña rica con tristeza, Barbie pasa los días llorando en su mansión, y sus sollozos suenan como los de Juana Molina. Llora porque Ken, que tiene el acento de Eusebio Poncela, la engaña con su secretaria, una Playmate que jadea alla Divina Gloria. Los días son grises para Barbie hasta que comienza a verse reflejada en los ojos de su empleada doméstica, una chica de piel morena que vive un apasionado romance con un carnicero y una travesti. Así comienza esta suerte de “fábula antimachista”, en palabras de Carri, que cuenta con un ejército de muñecos dispuestos a exhibir sus partes pudendas. “Para mí, la animación era una herramienta para contar esa historia y me pareció que estaba bueno involucrar a Barbie con lo pornográfico, llevarlo al delirio. Estuve bastante tiempo en la etapa de investigación y sobre todo en lo que fue llegar al muñeco, porque al muñeco lo creamos todo de nuevo, no es la Barbie original.”
Cuchu nace en el momento en que Argentina se consagra campeón del mundo en 1978. Ese hecho premonitorio lleva a muchos a pensar que el chiquito es plata segura. Siempre agradecido, el rubiecito crece persiguiendo un sueño: jugar la final del mundo con sus ídolos de la Selección. “La idea era hacer muchas biografías de jugadores. Esa es una de las leyes de nuestro dogma. Cuando hacés animación y estás tan atento a cada pequeño movimiento del muñeco, te empezás a psicotizar. Pensamos que si llegábamos a hacer 11 películas, íbamos a ganar el Mundial. Publicamos las bases en Internet para que nos ayudaran a llegar, pero llegamos a dos porque nadie se postuló”, explica entre risas Martín C.
–¿Por qué hacer películas de este tipo?
Néstor F.: –A los dos nos gusta coleccionar muñecos. Y decidimos juntarnos a animar los muñecos de la Selección. Empezamos a hacer improvisaciones y armamos una serie de cortos. El primero lo hicimos para probar los rollos, sólo sabíamos que el personaje iba a morir. El del Cuchu, en cambio, lo escribimos antes de filmarlo. Pero lo filmamos cronológicamente para poder modificarlo sobre la marcha.
Albertina Carri: –Yo elegí a Barbie porque me parece de por sí porno. Explota una imagen hiperrealista, y lo pornográfico es hiperrealista. Fue un juego, también. Me senté a jugar a escribir un guión y lo que nació fue un delirio. Lo hice en 1999. Estaba terminando mi primera película, No quiero volver a casa, que no se parece en nada, y se ve que necesitaba hacer catarsis. Presenté Barbie a Antorchas como otro juego, y me dieron la beca. Ahí empecé a investigar de qué se trataba la animación, porque nunca había hecho y tampoco es que tengo una colección de películas con muñecos.
–¿Cómo fue el proceso de filmación?
A.C.: –Primero grabamos el audio y después íbamos cambiando las caritas con las voces. Estuve a punto de abandonar todo, porque los animadores leían el guión y decían: “Esto son seis meses de rodaje”. Era muy deprimente estar tres días filmando y ver que el muñeco solamente movía elbrazo. Y del equipo todos me odiaban porque no podían creer en lo que los había involucrado. Encerrados en un departamento con todas las cositas que se perdían, y pegar todo en la maqueta. Es duro.
N.F.: –Nosotros hicimos algo muy casero. Está filmado en video, no teníamos equipo y éramos nosotros dos los que filmábamos, a contraturno de nuestros trabajos. Trabajamos al revés que Albertina. Tampoco teníamos un guión escrito. Sabíamos de qué trataba la escena, pero el texto final lo hacíamos nosotros en el momento de grabar. Al mismo tiempo estábamos actuando, dirigiendo y escribiendo.
–¿Qué le aportan los muñecos a la película?
Martín C.: –No piden comida, son capaces de arrancarse un brazo o una pierna para una toma, duermen juntos en la misma bolsa. Muy práctico, más allá de que también es cansador. Trabajamos con muñecos reconocibles, y la gente los identifica doblemente: los conoce de la vida.
A.C.: –El muñeco ya tiene instalado un poco el chiste. Ver una porno con muñecos ya es algo gracioso. Con actores, tanto mi película como la de ellos serían ultraviolentas. El muñeco es el alma, y por eso el guión fue concebido a partir de la muñeca. El cuento lo está contando ese muñeco, y además ese muñeco en particular, que ya tiene una historia. Es el icono de la feminidad, de la belleza, de la vida perfecta. Exponerla a ese nivel de crudeza es fuerte. A mí lo que me impresionó de las funciones en las que estuve es que al principio la gente se ríe mucho, pero sobre el final ya no se ríe. Empiezan a mirar incómodos, el muñeco empieza a ser muy real.
M.C.: –Lo más importante era escribir la historia. Tratar de hacer reír, o emocionar apelando a aquello que apela cualquier novela de TV, pero con lo mínimo. Son historias que están muy vistas, pero el hecho de poder construirlas con muñecos permite contar desde otro lugar.