Viernes, 3 de octubre de 2003 | Hoy
ESPECTáCULOS › LEON GIECO Y UN FESTEJO PARA CANTAR CON LA GENTE
Desde hoy y hasta el domingo, León celebra treinta años de la aparición de su álbum debut con tres shows en el Luna Park, donde grabará el primer disco en vivo de su carrera y le dará protagonismo a la gente a través del canto colectivo. En esta charla íntima, León cuenta por qué lo siente como cierre de una etapa, y cómo es lo que vendrá.
Por Claudio Kleiman y Hugo Soriani
León Gieco está en Abraxas, su productora desde hace más de 20 años, y se lo nota preocupado. No es sólo por la inminencia de los tres recitales en el Luna Park –hoy, mañana y pasado– con los que celebra los treinta años desde la aparición de su primer disco. Su estado de ánimo tiene que ver con la enfermedad que aqueja a su guitarrista Eduardo Rogatti, quien, a pesar de su internación, obtuvo un permiso médico para poder estar presente en el Luna. Claro que, una vez que nos metemos en la charla, los nubarrones se van disipando, y León lentamente vuelve a ser el de siempre, un ser cálido y en movimiento constante, con muchos más proyectos de los que –en apariencia– podría abarcar una sola persona. Especialmente en este momento, en el que Gieco toma los 30 años y la grabación del disco en vivo como una especie de divisoria de aguas que le permita pasar a otra cosa. En el medio de tantas emociones, la Legislatura porteña decidió ayer declararlo Ciudadano Ilustre, entre otras razones “por ser difusor de nuestras expresiones culturales en todo el mundo e incansable defensor de los derechos humanos”. Un retrato bien ajustado a la realidad..
–A partir de unas recientes declaraciones tuyas, algunas personas interpretaron que había una rivalidad con Luis Alberto Spinetta.
–Alguna gente lo tomó como una agresión a Spinetta, pero no fue así, para nada. El hecho de que a mí me venga a ver más gente no establece una valoración, ¿o acaso la Mona Jiménez es mejor que yo porque lo va a ver más gente? Para mí J.J. Cale es uno de los mejores artistas del mundo, y lo van a ver 150 personas a un pub. Lo importante es que por tipos como Litto Nebbia o Luis Alberto Spinetta tengo el mayor de los respetos. Yo vendía empanadas en Cañada, y el día que vi a Almendra por televisión decidí que iba a ser lo que soy ahora. Me dije “yo quiero ser como estos tipos” y vine a Buenos Aires para eso, a tener el pelo largo, usar chaleco. Para mí son gente muy importante, y en ningún momento puedo tirar mala onda a alguien como Spinetta.
–En algún momento hablaste acerca del proyecto de hacer un álbum de covers del rock nacional.
–Sigue siendo un proyecto, hacer temas desconocidos del rock nacional, como por ejemplo “Las flores del Paraguay” de los Hermanos Clavel, un tema de la Barra de Chocolate, “Soy un pedazo de atmósfera” de Federico Peralta Ramos, algunos temas bárbaros que tiene Alberto Abuelo (integrante de los originales Abuelos de la Nada), o Bocón Frascino (integrante del primer Pescado Rabioso). También Pipo Lernoud tiene un par de canciones inéditas de la primera época. Temas bárbaros que podrían haber sido y no fueron. Y tengo otro proyecto, que es mandar a pedir a todos los compositores desconocidos –de folklore, de rock, de lo que sea– que manden dos temas, y de los miles que lleguen seleccionar 20 y grabar un álbum. Es algo que me gustaría hacer, no tanto por el disco en sí sino por lo que va a producir en el país, el incentivo que les va a dar a los autores nuevos.
–Demostraste que podés ser un buen cantante de blues, como en la versión que hiciste de “Avellaneda Blues” con Claudio Gabis. Sin embargo, no insististe por ese lado.
–Yo canto cualquier cosa, no le hago asco a nada. El blues no es mi fuerte, lo que más me toca es la música folk, que viene de la música irlandesa. Me encanta la música celta, me produce algo como si yo en alguna otra época hubiera vivido en Irlanda.
–También tenés una relación con el tango, aunque muy pocas veces lo hayas cantado. En tus canciones aparecen mencionados Pugliese, Troilo y Grela, Magaldi, Rivero, Gardel.
–Son los que más me atraen. Gardel es increíble, realmente cada día canta mejor. Una vez grabé “Cambalache”, me parece que a esta altura tendría que ser el Himno Nacional argentino. Nunca investigué demasiado, pero me animaría perfectamente a cantar tango.
–¿Y de dónde vienen todas esas menciones?
–De que uno tiene que agradecer que exista el tango. Porque las músicas rurales, como la zamba y la chacarera, son muy sencillas. En cambio, el tango es una complicación absoluta, tanto en letra como en música. Y la Argentina se merece tener una música así, que tenga una sofisticación como la que tienen la salsa, la bossa nova o el bolero. Y encima, leyendo letras como las de Homero Manzi, te preguntás qué estamos haciendo nosotros escribiendo letras, porque es como que ya lo dijeron todo.
–Bandidos Rurales, además de tener grandes canciones, es un disco con un gran sonido y un trabajo de producción muy meticuloso. Tocaron algunos grandes músicos internacionales, un hecho no demasiado conocido.
–El sueño que tengo ahora es grabar el próximo disco con (el baterista) Jim Keltner. Y uno de los grandes lujos que me di en mi vida fue grabar con el baterista Russ Kunkel en Bandidos Rurales. Cuando vino al estudio, le dije “vos sos como un primo hermano que no conozco, porque desde que yo tengo discos de rock, estás sonando en mi casa”. Tocó con todos los tipos que a mí me gustan: James Taylor, Crosby, Stills, Nash & Young, Bob Dylan, Joni Mitchell. O sea que para mí fue muy importante.
–El guitarrista que toca en el disco es brillante.
–Sí, Michael Thompson; tocaba en el grupo Animal Logic junto al baterista de Police, Stewart Copeland. Se trajo como diez guitarras, un montón de pedales, y tocó todo lo que quiso, una maravilla. La verdad es que grabar con esos músicos es extraordinario. Me acuerdo cuando le pasamos los temas al bajista, Jimmy Johnson, y a Russ Kunkel. Teníamos un cifrado para darles, con los acordes y los cortes del tema. Pasábamos el tema, los tipos se ponían ese cifrado adelante, y tocaban. De vez en cuando le daban una mirada al papel, para saber qué era lo que venía, hacían una sola toma y listo, quedaba.
–También participa el gran arreglador David Campbell, el padre de Beck.
–Sí, ya lo habíamos llamado para Orozco, arregló “Alas de tango” y “Donde caen los sueños”. Cuando lo volvimos a llamar, se vino al estudio a escuchar los temas, y me dice, “me dijo Jimmy Johnson que otra vez vinieron con buenas canciones”, y me contó que “Donde caen los sueños” la tenía incluida en un compilado personal que escuchaba permanentemente. Entonces me pidió si esta vez, además de arreglar, podía tocar en algún tema, porque él es intérprete de viola. Cuando escuchó “La Memoria”, me preguntó de qué hablaba el tema. Cuando le conté, me dijo que le encantaba el piano que estaba en el demo, grabado en el living de mi casa y con una tecla que andaba mal. Nosotros habíamos pensado ir a grabar un Steinway al estudio Sony de Los Angeles y realmente no lo podíamos creer, pero decidimos hacerle caso. Así que finalmente dejamos el piano del demo, luego de limpiar los ruidos, se escuchaban hasta los micros que pasaban por afuera.
–Otro que participa en el disco es Carlos Núñez, que está tocando en Buenos Aires este fin de semana.
–Sé que está en Buenos Aires, y es una lástima que toca viernes y sábado en el mismo horario que nosotros, y se va el domingo, porque si no podría haber estado en el Luna. Pero con que haya puesto esas flautas en el disco ya me alcanza. Yo ya le conté que “De igual a igual” es el éxito del disco, y que su flauta suena en todas las radios de acá.
–Además, envió su participación a través de Internet.
–Sí, porque ya estábamos mezclando el disco y las cintas demoraban mucho, entonces mandó sus flautas vía Internet, y nosotros las bajamos. Cuando recibimos todo, yo le mandé un mail diciéndole que por ahí mientras sus músicas surcaban el espacio, estarían alegrando algunos espíritus que ya no estaban más aquí en la tierra.
–¿Podés adelantarnos algo de tu próximo álbum?
–Yo estuve componiendo, solo y con Gurito (su tecladista y co-compositor Luis Gurevich), y tenemos unos seis o siete temas armados. Hicimos un tema para una película que se llama Pyme, y tiene un subtítulo que es Sitiados, porque habla de las empresas que se funden, y termina con la posibilidad de hacer cooperativas, que es lo que está pasando ahora. Dicho sea de paso, otro proyecto que tengo es hacer una gira por las empresas recuperadas, que son más de 120. También hicimos un tema muy bueno para la película de Tristán Bauer, Iluminados por el fuego, con Gastón Pauls, para la cual también estamos preparando un disco con la banda de sonido. Otra canción es sobre una letra del poeta mexicano Jaime Sabine, que se llama “Horal”, tiene muy pocas palabras pero dice muchas cosas.
–¿Temáticamente ya hay algunas ideas?
–Todavía no sé, porque lo que me pasa es que no voy componiendo de a poco sino que me involucro totalmente en hacer el disco, y hasta que no lo termino no paro. Y eso es un sufrimiento, porque ves el mundo a través de eso. Pero una vez que te involucrás es lindo, porque estás como en éxtasis. Todo lo que hablás con la gente, lo que ves, lo que leés, todo va para el disco.
–Hablabas del disco en vivo como cierre de una etapa. ¿Cómo sigue tu trabajo de ahí en más?
–Probablemente siga trabajando con esta idea de hacer tres cosas diferentes. Primero, creo que voy a seguir con esto de hacer temas con la gente, porque me va a dar pie para hablar de un montón de cosas. Después, me gustaría hacer un set con todos instrumentos rústicos, mandolinas, charangos, sicuris. Y luego hacer un set importante con la banda, pero sin equipos en el escenario, todo con micrófonos inalámbricos, es algo que estoy estudiando. Además, estamos pensando en armar una cosa con pantallas (ver aparte), algo que al mismo tiempo tiene que ser fácil de llevar, porque nosotros tocamos en lugares recónditos del interior. También está el proyecto de los “discos piratas”, que van a ser unos discos que vamos a publicar con Página/12. Están apareciendo cosas interesantes, y menos mal que hicimos eso, porque el casete, por ejemplo, dura un tiempo y después no sirve más. Me están mandando reportajes de radio donde comento cosas del momento, ahora estamos limpiando el material para luego seleccionar. Es una idea de Pity (Iñurrigarro, su manager), que siempre dice que está trabajando con Atahualpa Yupanqui, es un tipo que me sale caro pero me defiende mucho.
–Hay grandes temas que nunca hacés, como “Cuando los ángeles viajan”. ¿Lo compusiste pensando en tus hijas?
–Sí, lo que me inspiró fue que estoy expuesto a los accidentes permanentemente, porque estoy todo el tiempo viajando. Entonces, es como decir, “bueno, si me muero mañana en un accidente, todo el amor que les di les va a servir para que sean fuertes, y que honren la vida”. Que saquen en limpio lo que yo les pasé, y que sigan viviendo al palo, porque la vida está para honrar, no para matarse. Quiero reflotar un montón de temas que no hago nunca, como “Gira y gira”, “Maestras de Jujuy”, “Cuando los ángeles viajan”, “Cumbia de la ciudad”, “El que queda solo”.
–En un momento se mencionó la idea de hacer un museo.
–Sí, la palabra museo asusta un poco, yo prefiero decir que acumulé un montón de cosas para exponer y no tengo lugar, entonces me las llevé todas a la casa de Cañada Rosquín: afiches, cuadros, una colección de caricaturas, llaves de la ciudad, tengo pensado que haya un televisor donde puedas ver videos, o el trabajo De Ushuaia a La Quiaca.
–¿Cómo es tu relación con Buenos Aires? En Bandidos Rurales por fin le dedicaste un tema, “Buenos Aires (de tus amores)”.
–Es como que yo no podría vivir en otro lugar, es el único lugar de la Argentina donde puedo ser un poquito anónimo. Esta es una ciudad que te nutre permanentemente, pero también es un problema para el interior, porque vas a un pueblo que tiene su dignidad y sus luchas, y ni siquiera hay un canal local donde pasen cosas de la localidad, todo el mundo recibe info de Buenos Aires. Y la gente se queda colgada con Tinelli, con Mauro Viale, cosas que no son ningún ejemplo de cultura. En cada pueblo tendría que haber un canal local que se ocupe de las cosas que pasan allí.
–Vos que recorrés continuamente todo el país, ¿cómo ves a la gente en relación con el momento que se está viviendo?
–Toda la gente está esperanzada con este gobierno, hablan del Presidente, hay muy buena onda con que por lo menos la gente es decente. Eso es muy unificador, porque la idea es “el tipo tiene ganas de hacer esto, y tenemos que hacer fuerza para que lo logre”.
–En “Idolo de los quemados” decís “estoy para el mangazo”, ¿se incrementó el mangazo a partir de esa canción?
–Sí, el mangazo es constante. Antes me comía la pálida, pero ahora vamos a tocar adonde podemos, porque la demanda es demasiado. Y eso que no tengo celular, no contesto mails, el contestador de mi casa es un pedido tras otro. Además, cada vez que salgo a la calle voy con cambio, llevo plata en billetes de dos pesos, de cinco, porque hay tipos que con una moneda no se conforman. Me gasto 30 o 40 pesos por día dándole a la monada, porque yo soy León Gieco, sería un imbécil si dijera que no. Para mí es mucho más digno pedir que afanar, si salís a pedir a la calle es porque tenés necesidad de morfar. Entonces pienso que como me va bien, es un peaje que tengo que pagar para la gente que no está bien. Un día me lavaron el vidrio del auto unas 16 veces (risas).
–¿No sentís que a veces tu personaje público puede llegar a eclipsar al artista?
–Puede ser que haya algo de eso, siempre cuando se habla de compositores se menciona a Charly, Spinetta y Fito Páez. Pero yo siempre recuerdo una frase de Pete Townshend que dijo que se consideraba séptimo u octavo entre los guitarristas, es muy difícil ocuparse de ser el primero. Lo que pasa es que mi trabajo no es solamente musical. A veces viene un periodista del interior y me pregunta, “¿vos qué sos?”. Y yo le digo que me dedico a varias cosas: en primer lugar a vivir, y si vamos a buscar una palabra que tenga que ver con todo lo que hago, digo que soy el auténtico trovador. El tipo que iba a un pueblo y contaba con las canciones la historia del pueblo que había visitado anteriormente, y una vez que armaba el quilombo en ese pueblo se iba a otro, y contaba la historia de los dos pueblos en los que estuvo. Así es como yo me siento.
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