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Por Miguel Mora
Desde Cosquín

Cuando en la madrugada del viernes, sobre el final del show de Bersuit Vergarabat, los fuegos artificiales le pusieron el punto final a la primera jornada del Cosquín Rock versión 2004, las más de 20.000 personas que se agolparon en la plaza Próspero Molina se retiraban conformes, agotadas y felices. Un panorama que comenzaba a repetirse en la jornada de ayer, que tuvo sus entradas agotadas desde temprano.
“Sería bueno que los organizadores ganaran un poco menos de plata para que ustedes puedan disfrutar mejor el show”, fue la única queja en voz alta a cargo de Gustavo Cordera, cantante de La Bersuit, cuando promediaba el show. Curiosamente, hasta ese momento la banda no había hecho demasiado como para entender el porqué de la gran convocatoria. En su indefinida mezcla de estilos se mostraron esta vez algo distantes, no demasiado conmovidos por un público entregado desde el vamos. Apenas sacudieron un poco la modorra cuando fue el turno de ese ritual machista digno de un film de Olmedo y Porcel, cuando en La gordita culona hicieron subir chicas al escenario para entregarse a una coreografía que recuerda a cualquier despedida de soltero. A la hora de Mi caramelo se produjo el primer cruce de músicos de la noche, con Ciro Pertusi (de Attaque 77) sumando su voz. La convocatoria se repetiría en el cierre con Se viene, donde Mariano, guitarrista de Attaque (quien presenció casi todo el show desde una tarima delante del escenario) y Fernando Ruiz Díaz, de Catupecu Machu, se sumaron para darle más volumen al fin de fiesta. Antes de los bises, Bersuit anunció un regalo y por las pantallas estrenó el clip de La Soledad, el tema con el que abrieron el show y que adelanta La argentinidad al palo, el esperado disco cuyo primer volumen se edita el mes que viene. En el clip se los ve en un cabarute de La Boca y con la participación de Vanessa Bauche, la actriz de Amores Perros: pasadas las 3.30 de la mañana, los pijamas se retiraron.
Los que también presentaron quejas, aunque de una manera más amable y menos seria, fueron los Attaque 77. “A ver si el año que viene arman el set un poco más cerca de la gente, estamos muy lejos”, dijo Ciro con media sonrisa. “Somos rockeros, no folkloristas”. Con cinco temas su último disco Inhumano en la lista, la hora y media del show de Attaque fue compacta, entretenida y sin respiro. Sus canciones funcionan como una emotiva banda de sonido de distintas generaciones, y como era previsible fueron los protagonistas de los primeros manifiestos políticos, desde la remera de su tecladista con la inscripción Kill Bush hasta la ya clásica dedicatoria a los desaparecidos.
Un rato antes estuvieron dando vuelta por el backstage los Molotov, que luego de una conferencia de prensa curiosearon por los pasillos que están debajo del escenario, miraron parte del show de Catupecu y se fueron a concentrar para el show de esta noche antes del cierre a cargo de Babasónicos y Las Pelotas. Caprichos de sponsor, el escenario vestido de negro parece haber inspirado a Catupecu Machu para dar su mejor show en el Cosquín Rock, que pisaban por cuarta vez. En papel de frontman despojado, Fernando Ruiz Díaz prescindió de la guitarra por los primeros tres temas para poder corretear sin lastres por la inmensidad del escenario Atahualpa Yupanqui. Chorros de espuma desde los costados coronaron el final con Dale, y el cierre con la banda abrazada y bañada por el aplauso general.
Cuando todavía las nubes dejaban pasar la luz del día (hace cuatro que el sol no aparece por Cosquín), Massacre intentó subir la temperatura en las primeras horas del festival, con suerte despareja. Karamelo Santo, en cambio, fue el primer grupo en levantar a la gente que tomaba posición para cubrir los pocos espacios que quedaban. Pity y sus Intoxicados apovecharon el clima y confirmaron su buen momento con un show bien rockery efectivo. Fue el puntapié inicial de un festival que confirma convocatoria, repite nombres y comienza a perder sorpresa, un hecho que poco parece importarle a una concurrencia que, como anoche, no dejó ticket por vender.