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Si toda ópera condensa un mundo, la tetralogía diseñada por Richard Wagner lleva esa pretensión hasta el extremo de lo posible. A la manera del otro anillo, el de Tolkien, el del nibelungo, compuesto por un gigantesco prólogo y tres jornadas, plagados de incesto, traiciones, hombres con tareas divinas y dioses atribulados con problemas mundanos, busca constituirse en cosmos. El libreto, escrito por el propio compositor, para algunos exégetas es genial y para muchos no pasa de ser una anticipación deslucida y pretenciosa de lo peor de la ciencia ficción en su vertiente magia y espadas. Pero la música, donde a la vez que la tonalidad funcional se acerca a su propio borde se reformulan para siempre las leyes del relato sonoro, es una de las obras maestras indiscutibles de la historia.
Estrenada en el Colón en 1910, cuando fue cantada en italiano por la compañía de Eduardo Vitali, El oro del Rhin, prólogo de El anillo del nibelungo, subirá a escena nuevamente hoy a la noche, iniciando un ciclo que culminará, con una ópera por año, en 2007. En 2005 será el turno de La Walkyria, en 2006 de Sigfrido y el último año tendrá lugar la representación de La caída de los dioses. Y el director musical de tamaña empresa será Charles Dutoit, uno de los grandes conductores orquestales de las últimas décadas. Estrella del mercado discográfico de los ochenta y los noventa, cuando la fiebre causada por la aparición del compact disc se tradujo en un volumen de grabaciones nunca antes imaginado, Dutoit grabó para Decca gran parte del repertorio francés y ruso de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Sus versiones de Debussy, Ravel, Rimsky Korsakov y Stravinsky, son referencias obligadas en la materia. En ese entonces, el director, que convirtió a la Sinfónica de Montreal en una marca registrada, se jactaba de ser “el que graba más rápido y el que graba mejor”.
Lo cierto es que sus visitas a Buenos Aires, desde su memorable Consagración de la primavera con la Orquesta Nacional de Francia hasta el concierto del jueves pasado, junto a la Filarmónica de Buenos Aires, pasando por su Holandés errante de Wagner, el año pasado, fueron una prueba del extraordinario nivel de detallismo y musicalidad que pone en juego en sus interpretaciones. El oro del Rhin subirá a escena con régie y escenografía de Ladislav Stros y vestuario a Josef Jellnek. La iluminación será de Miguel Pantano y el elenco estaráencabezado por Mijail Kit, Fedor Mozahev, Carlos Bengolea y Graciela Alperyn y Alejandra Malvino alternando el papel de Fricka, a lo largo de las cinco funciones de abono (hoy, jueves 8, domingo 11, martes 13 y viernes 16).