ESPECTáCULOS › “REENCUENTRO”, DE BEN SOMBOGAART
Un melodrama holandés
Por Martín Pérez
“Si no nos entendemos nosotras, ¿quién lo hará?” Eso es lo que Lotte le pregunta a Anna, su hermana melliza, en el ocaso de su vida. Y eso es lo único que parecen querer decir las más de dos horas de Reencuentro, un melodrama histórico holandés que recorre las paradojas de la trágica historia de dos hermanas separadas primero por su familia y luego por la guerra. Cuando se habla de una película holandesa nominada al Oscar, por lo general se trata de un trabajo de época, con la 2ª Guerra Mundial como fondo. Reencuentro reconstruye la tragedia de las mellizas Anna y Lotte, que luego de la temprana muerte de sus padres terminan separadas, Anna viviendo con unos campesinos pobres en Alemania, y Lotte en Holanda con unos parientes mucho mejor acomodados económicamente. Eludiendo el tópico del buen pobre, los tíos de Anna serán presentados casi como los bárbaros a los que se refieren despectivamente los padrastros de Lotte cuando hablan de ellos. Pero no es mucho mejor la opulencia de ellos. Atrapadas por su destino social, Anna y Lotte vivirán vidas casi enfrentadas. Anna como una sirvienta enamorada de un oficial alemán, Lotte como una joven de clase media comprometida con un joven holandés que terminará siendo enviado a Auschwitz. Con madrastras tan malvadas como ingenuas, y padrastros bestiales así como egoístas, la vida de Anna y Lotte es narrada en Reencuentro como un melodrama clásico, en los que la culpa casi siempre es de otros y los vaivenes históricos de la guerra apenas funcionan como excusa para prolongar las idas y vueltas de su drama previsible de manera casi interminable.