ESPECTáCULOS › LOS WAILERS ACTUARON ANTE 30 MIL PERSONAS EN LA CANCHA DE FERRO
Buenos Aires abrió la embajada de Jamaica
El Quilmes Rock Festival tuvo el sábado su gran noche reggae. Ayer actuaron Las Pelotas y León Gieco, entre otros.
Por Roque Casciero
Cuando promediaba el aplaudido set de Los Cafres en la segunda noche del Quilmes Rock, el cantante Guillermo Bonetto agradeció a la multitud por ser la clave de “la fiesta más grande del reggae en la Argentina hasta ahora”. Hizo bien en dar las gracias, pero también en notar lo que ya se comentaba en el campo de Ferro Carril Oeste: la música de Jamaica atraviesa un gran momento dentro de la escena local, con una saludable multiplicación de bandas y de un público ávido por esos ritmos cadenciosos, los bajos bien graves y la guitarra marcando el acento de las canciones. Por supuesto, la visita de los Wailers, la banda que acompañó a Bob Marley, ayudó mucho para que el sábado la cancha estuviera repleta. Pero está en artistas como Mimi Maura, Los Cafres, Dancing Mood, Nonpalidece, Satélite Kingston, Resistencia Suburbana o Riddim saber aprovechar el envión que significa la presencia repetida de los jamaiquinos para ganar público propio, que los siga cuando la convocatoria no sea tan masiva.
Si el viernes la tarde era propicia para una especie de picnic primaveral, el sábado un frío inesperado (que acentuó una lluvia pasajera) hacía que la mejor opción fuera meterse en medio de la aglomeración, para evitar las ráfagas de viento. La jornada no tuvo la explosión que se espera para cuando toquen Bersuit o Los Piojos sino una especie de ralentizado movimiento desde el estadio de Ferro hacia la cancha auxiliar (y viceversa). El césped frente al escenario Quilmes, el más grande, está cubierto por esas especies de baldosas plásticas habituales en los megaconciertos, pero en la auxiliar todo es tierra, lo que lleva a cruzar los dedos para que no llueva fuerte en ninguna de las fechas del festival. Ese predio, además, quedó reducido por la instalación de una decena de puestos de merchandising, publicidad, discos, acrobacias aéreas y dos escenarios. Por eso, por ejemplo, era particularmente difícil circular por allí mientras tocaba Resistencia Suburbana. Y no porque la banda arrastre multitudes (aunque hizo un muy buen set) sino porque en el escenario principal estaba La Mosca, tal vez el grupo más fuera de lugar en una fecha ultrajamaiquina. Hasta sonó irónico que el cantante Guillermo Novellis se despidiera con la frase “somos La Mosca de Ramallo y les aseguro que nos volveremos a ver”, porque no era demasiada la gente que les prestaba atención. En otra fecha más afín, tal vez hubieran corrido con mejor suerte.
En el escenario principal, el set de Los Cafres fue el que encendió la llama. El movedizo Bonetto hizo, él solito, todo el show, mientras sus compañeros se quedaban estáticos en sus lugares. A pesar de que el sonido no fue gran cosa durante ningún show, el cantante se las arregló para que aparecieran bengalas y banderas con el verde, amarillo y rojo de la bandera jamaiquina. Mientras, en el escenario 1, Nonpalidece cerraba su set ante buena cantidad de público. En el 2, apenas había un centenar de personas viendo cómo los reaparecidos Intocables hacían una versión ska de You Really Got me, de los Kinks.
La gran sorpresa de la noche –¿de todo el Quilmes Rock 2004?– fue la aparición de un combo que podría llamarse Todos Tus Decadentes o Los Auténticos Muertos. Esto es, la formación completa de los Decadentes y la vuelta a los escenarios de TTM, después de cinco años de no tocar juntos. Faltaba Fidel Nadal, por supuesto, que está en su rollo de predicar el rastafarismo a través de su música. Ante la pregunta de Página/12 durante la conferencia de prensa posterior al show, el cantante Pablo Molina aclaró que ni siquiera habían llamado a Nadal, porque ya conocían su postura. Y el guitarrista Gamexane fue más directo: “Como dice Cucho (vocalista de LAD), acá está la familia”. El show de las dos bandas mezcladas fue desprolijo, cálido y curioso: el público de reggae demostró que no se olvidó de los Muertos, porque coreó Andate, Mate y Check it out,pero no explotó como suele suceder cuando encararon temas de los Decadentes como el impresionante La guitarra. El final, con la versión de Gente que no (de Jorge Serrano, quien estuvo en TTM y es parte fundamental de LAD), el público saltó como pocas veces en una noche en la que hubo menos transpiración que humo.
Mimi Maura, reina del bolero ska y dueña de la mejor voz femenina de la escena local, entregó un concierto que no tuvo el calor de sus presentaciones en lugares más chicos. Las canciones de Frenesí, su último CD, son más para un teatro: arreglos refinados, sin tanta invitación al baile y con climas menos coloridos. Los temas más viejos (como La huella y Yo no lloro más), sin embargo, levantaron al público a fuerza de gancho y de actitud.
El final fue para los Wailers, quienes ya están empezando a convertirse en visitantes asiduos de Buenos Aires (además de una minigira por el interior, tocarán en La Trastienda con entradas agotadas, pese a que costaban 80 pesos). La banda liderada por el legendario Aston Family Man Barrett, bajista de Marley y creador de esos bajos gravísimos que distinguen al reggae, eligió un repertorio menos hitero que en su visita anterior. Fue un show para un público conocedor, aunque obviamente los picos más altos fueron cuando el grupo hizo I Shot the Sheriff, Stir it up, Get up, Stand up, Roots Rock Reggae y (especialmente) No Woman, no Cry, que cerró la jornada. A la lista de temas le faltaron tres canciones por una cuestión de horarios: lástima, allí figuraba Exodus. Pero no hubo tantos lamentos, porque toda la tarde/noche fue una auténtica panzada de reggae y la fiesta más grande del género en la Argentina. Ahora, el desafío de la escena es superarse.