ESPECTáCULOS › EL TERCER FESTIVAL BUENOS AIRES DANZA CONTEMPORANEA, UNA FIESTA PARA CONOCEDORES Y AFICIONADOS
Cita de honor para los espíritus más libres
Los casi cuarenta títulos que ofrece el encuentro gratuito dibujan un completo mapa de una vertiente de la danza que, con mayores o menores logros, se mueve al impulso de la libertad creativa.
Por Analía Melgar
Hasta el próximo domingo 19 de diciembre, el Tercer Festival Buenos Aires Danza Contemporánea atraerá las miradas de todos los amantes del baile. Así, en estos días, la Capital Federal se convierte en un gran escenario donde las expresiones más actuales del mundo de la danza porteña se exhiben e intentan seducir a las multitudes desinteresadas por esta forma del arte, con una programación totalmente gratuita. Las entradas se retiran, hasta dos por persona, desde las 10 de la mañana, en la sede de cada espectáculo el día mismo de la función. El cronograma se puede consultar en www.buenosai resdanza.gov.ar, o por teléfono al 0800–3-337848. En los teatros del Complejo Teatral de Buenos Aires, en tanto, se ofrece un cuadernillo con todos los datos. La organización general del evento está cargo del Gobierno de la Ciudad, en particular, de Prodanza (Instituto de Fomento a la Danza No Oficial), cuyos directores son el Lic. Marcelo Isse Moyano y la bailarina y cineasta Paula de Luque, también responsables de la curaduría de este festival, junto a Ana Kamien, bailarina con décadas de experiencia y jurado habitual de numerosos concursos.
Muchos de los nombres que trabajosa y silenciosamente, a lo largo de las temporadas, pueblan la cartelera de Buenos Aires con sus propuestas de danza, aparecen reunidos en la programación. Sus obras, con mayor y menor repercusión, con mayor o menor valor artístico, pujan anualmente por ganarse un lugar. Aquí lo tienen. Si no todas, al menos las que sortearon los criterios del comité evaluador del festival: suman casi 40 títulos diferentes. Están los consagrados como el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, con el último programa estrenado en el 2004 (piezas de Marc Ribaud, Mauricio Wainrot y Richard Wherlock), Ana María Stekelman y Oscar Aráiz. En una sana convivencia, se alternan con otros coreógrafos que tienen su propio camino: Margarita Bali, Diana Szeinblum, Valeria Kovadloff, Ana Garat, Gabily Anadón. La lista se continúa con los cuatro creadores invitados a hacer sus composiciones para el Ballet del Instituto Universitario del Arte: Roberto Galván, Gerardo Litvak, Gustavo Lesgart y Carlos Casella. Un grupo aparte lo configuran bailarines de trayectoria y en actividad que ofrecen sus propias coreografías en las que, en varios casos, participan también como intérpretes. Son, por ejemplo, Gabriela Prado, Eugenia Estévez, Edgardo Mercado, Viviana Iasparra, Sofía Mazza, Silvina Grinberg, Pablo Rotemberg, entre otros. Por último, se anuncian artistas muy jóvenes lanzados a la dirección desde temprana edad: Luis Garay, Sandra Fiorito, Soledad Pérez Tranmar, sólo por mencionar algunos.
Las temáticas de una gran mayoría de los trabajos seleccionados indagan en procesos humanos complejos (la soledad, el aislamiento, la existencia, y el sentido y el sinsentido de las cosas). En pocos casos se apoyan en una narrativa concreta que las sostenga sino que, más bien, aspiran a la sola locuacidad del movimiento. Raros son también los casos donde el tono sea decididamente risueño o feliz. Algunas excepciones son Viva la vida, de Teresa Duggan (basada en la biografía de Frida Kahlo, con despliegue de diapositivas, vestuario y colores), Doce canastos de Gustavo Corso (un festejo por la renovación de la vida y el placer de bailar), o Watt, de Inés Rampoldi, Leticia Mazur y Manuel Attwell (cincuenta minutos dedicados sólo a improvisar sobre la energía desbordante de la música electrónica). Una curiosidad la constituye Baila baila, de Silvia Pritz: pensada para chicos y grandes, incluye la integración de los espectadores en un baile compartido.
¿Cómo entrar en este laberinto de apellidos y títulos? Para los fanáticos, el dictamen es ver y conocer toda la oferta. Para los habitués del mundillo de la danza, bastará con mirar el menú, elegir favoritos y probar algunos desconocidos. Los que se inician pueden intentar con cualquiera delas obras, con la tranquilidad de que cuentan con el aval de un jurado respetable. Podrán llevarse algún chasco, pero de eso se trata la danza contemporánea. Es el ámbito donde coreógrafos y bailarines experimentan, investigan, ensayan posibilidades de movimiento, con el espacio, con música o sin ella, pudiendo dialogar con otras artes como la pintura o el teatro, o inspirándose en fragmentos literarios. Los resultados pueden fallar, pero es parte de las reglas del juego. El mayor atractivo de la danza contemporánea es precisamente su libertad creativa, la independencia de toda afirmación estética. Ninguna verdad la sostiene, ninguna innovación está prohibida. No hay hilo de Ariadna para entrar ni para salir en esta red que encierra multiplicidad de sugerencias porque –si algo es cierto– el público dispuesto a transitar los recovecos de esta disciplina artística es un público despierto, activo, crítico, que se acerca a las obras para mucho más que pasar un buen rato. Sólo hay que estar abierto a la experiencia.
Las casi cuarenta funciones de este Tercer Festival Buenos Aires Danza Contemporánea ocuparán las principales salas porteñas: el Complejo Teatral de Buenos Aires (compuesto por los teatros General San Martín, Presidente Alvear, Regio y Sarmiento), los centros culturales San Martín, Recoleta y Adán Buenosayres, el Centro de Experimentación del Teatro Colón y el pequeño teatro de Espacio Callejón. La variedad de espacios se corresponde con el aumento en la cantidad de espectáculos que ofrece el festival, con respecto a sus ediciones anteriores. Iniciado de manera extraoficial por Cocoa (Coreógrafos Contemporáneos Independientes, asociación sin fines de lucro, a la que mucho debe este Festival) en 1998, dos años después comenzó con el apoyo del GCBA. En 2001 se aprobó la ley de creación de Prodanza. El nacimiento de ese instituto perteneciente a la Secretaría de Cultura del GCBA dio –pese a que sus fondos siempre podrían ser más generosos– un estímulo definitivo a las compañías de danza independientes. Los festivales de 2002 y el actual son prueba de un crecimiento que, felizmente, no parece tener límites.