ESPECTáCULOS › EL DEPARTAMENTO, DEL ESTADOUNIDENSE PAUL MCGUIGAN
Un policial, pero sin crimen
Por Martín Pérez
Al comienzo hay un almuerzo ejecutivo, una prometida feliz frente a un novio dubitativo, y un pasaje en clase ejecutiva hacia Lejano Oriente. También hay un encuentro casual entre ese novio dubitativo, que en realidad es un joven a punto de tomar una decisión que sellará los próximos años de su vida, y un viejo amigo. Y, antes de terminar su almuerzo, ese joven a punto de coronar su presente será lanzado al pasado por apenas el atisbo de una voz y un perfume de otro tiempo. Alcanzará con eso para que decida poner en pausa el almuerzo, la prometida y el viaje, y embarcarse a partir de entonces en un camino de casualidades y persecuciones, que incluirán la violación de correspondencia, el ingreso a cuartos ajenos y una compleja danza de nombres, deseos y obsesiones, que transforman a El departamento en una suerte de telenovela narrada como un thriller, pero en la que no hay ningún crimen sino pasiones que se enroscan una y otra vez sobre sí mismas. En rigor de verdad, había un crimen en la versión original francesa, pero fue sencillamente amputado para la remake estadounidense de este enrevesado entramado de triángulos amorosos, que viaja permanentemente de un presente borroso a unos recuerdos algo más claros. Pero que se irán aclarando cada vez más hasta terminar de oscurecerse del todo.
La historia de El departamento comienza cuando Matthew se cruza primero con su amigo Luke y luego cree ver a Lisa, el amor de su vida, con el que perdió contacto dos años atrás, cuando dejó Chicago. Matthew es Josh Hartnett, un actor que siempre parece estar confundido y triste, y Lisa es Diane Kruger, una rubia que después de Troya parece haberse recibido de nueva belleza de Hollywood. Trastabillando detrás de Lisa, Matthew protagonizará una búsqueda casi enfermiza, que por un momento alcanzará a homenajear a Hitchcock en su recurrencia a las casualidades, las obsesiones y los dobles. Pero justo en ese momento, cuando la falta de carisma de sus protagonistas y la vacuidad de las sensaciones despertadas por la película son superadas por la posibilidad de adentrarse en un universo cada vez más enfermizo y enrevesado, que El departamento comienza a explicarse y pierde todo posible interés en manos de un desenlace cuya complejidad apenas si esconde su propia inutilidad.
Además de la pareja integrada por Hartnett y Kruger, El departamento incluye a Matthew Lillard como el amigo algo tonto de Matthew, y a Rose Byrne como la tercera en discordia. Jugando con los puntos de vista al hablar de las obsesiones, el amor a primera vista y el destino, la película de Paul McGuigan es un producto cinematográfico muy cuidado estéticamente, una telenovela de emociones pseudoprofundas disfrazada de policial sin crimen con aliento a videoclip. Narrada de flashback en flashback, completando la historia de Matthew en un comienzo, y luego reescribiéndola al sumarse los recuerdos de los demás personajes, el nombre original de esta remake es Wicker Park, el nombre del parque donde Matthew y Lisa se enamoraron. “El amor te hace hacer cosas muy tontas”, dice uno de sus protagonistas al promediar el film. Una de ellas, sin dudas, es esta película.