ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A MARIANO MORES
“Esta es la mejor etapa de mi carrera”
El legendario compositor y director de orquesta, de 83 años, inaugurará hoy el Festival Buenos Aires Tango con un concierto al aire libre en los Bosques de Palermo. El autor de Uno y Cuartito azul, entre otros clásicos, incluye en su orquesta a su hija y a su nieto.
Por Karina Micheletto
Mariano Mores no abandona la pose de gentleman porteño ni aun cuando viste elegante sport, con jeans y zapatillas impecables. Tiene 83 años y es músico profesional desde los 14, cuando se ganó una beca para ir a estudiar a Salamanca y se convirtió en un niño prodigio a quien presentaban como “Lolo, el compositor y pianista relámpago”. Por entonces usaba el nombre que figura en su documento, Mariano Martínez, y ya provocaba asombro con un número especial en el que era capaz de improvisar sobre dos o tres notas que le cantaba el público. En tantos años de vida artística compuso algunos de los temas fundamentales del tango junto a gente como Enrique Santos Discépolo, Enrique Cadícamo, Homero Manzi o Cátulo Castillo y fue piano solista de la orquesta de Francisco Canaro. Más acá en el tiempo, imprimió un sello personalísimo con su orquesta de corte sinfónico, con la que sigue trabajando y llenando cada sala en la que se presenta.
Esta es la primera vez que Mores tendrá un rol protagónico en la programación del Festival Buenos Aires Tango (el año pasado mantuvo un espectáculo paralelo). Esta noche será el encargado de la inauguración del Festival en un concierto al aire libre donde mostrará su espectáculo Una vida para el tango, el mismo que estuvo haciendo hasta estos días en Mar del Plata. Será hoy a las 21 en los Bosques de Palermo (si llueve se reprogramará para mañana) y allí estará junto a su nieto Gabriel y su hija Silvia, ambos cantantes.
Es extraño lo que pasa alrededor de la figura de Mariano Mores. Sus tangos forman parte del paisaje inevitable del género y en casi todos los repertorios tangueros figura por lo menos uno (¿qué orquesta o cantante no incluyó una versión de Cuartito azul, Uno, Gricel o Cristal en un repertorio presente o pasado?). A la hora de hablar de referentes, sin embargo, sus colegas no suelen incluirlo en las nóminas de seleccionados. Eso sí, cuando se trata de tango para performances de bailarines siempre es recordado por su tango instrumental Tanguera.
Es probable que parte de esta falta de reconocimiento responda a la particular faceta de director que fue cultivando Mores. Puesto al frente de su orquesta, lo suyo es el show con características de music hall, la gran formación, la ejecución veloz y recargada, la puesta en escena con golpe de efecto, las luces y el vestuario multicolor y el despliegue escénico. Ese es el estilo que eligió y el que lo hace llenar todo teatro en el que se presente, mientras los tangueros lo miran de reojo. El dice que prefiere no opinar de los que opinan: “Yo siento un gran reconocimiento de parte de todos los colegas que hablan conmigo, siempre tienen menciones muy halagadoras. Si usted dice que hay quienes no me reconocen... bueno, allá ellos. Respeto la opinión de los demás”, dice, y da por terminado el tema.
–La crítica que se le suele hacer es que mezcla demasiado el tango con el show.
–Serán conceptos personales, e insisto, los respeto. Ocurre que yo he tenido la suerte de colaborar haciendo música para grandes espectáculos y dejar un antecedente con mi personalidad. Yo creo que lo que hice les ha gustado a quienes han seguido el derrotero de mi destino. A los que no les gusta... no me escucharán.
–¿Qué siente cuando escucha a su nieto cantando junto a usted?
–Me da mucho amor. Gabriel es un cantor como pocos. El ya tiene sus propios admiradores, y eso me halaga mucho. Yo perdí a mi querido hijo Nito Mores, que era una especie de factótum para mí en lo musical. Dios se lo llevó y ocurrió que Gabriel heredó, sin que yo me diera cuenta o lo buscara, el mismo sentimiento que tenía para con su padre. Pude descubrir en él, además de sus condiciones musicales, la conducta que tiene, la forma en que se maneja. El haber incluido siempre a mi familia en todo lo que hago sin lugar a dudas me ayudó a dar todo lo mejor de mí en cada espectáculo, y a hacerlo lo mejor posible.
–¿Qué siente que le pasó como posta a su nieto y a su hija, en qué se reconoce en ellos sobre el escenario?
–Nosotros somos músicos, antes que nada. Con lo cual la música se transmite de una manera muy natural, con todo lo que esto implica. Yo trato de dar todo lo que heredé a mi familia, lo mejor posible. Ellos harán lo propio cuando tengan que hacerlo, es un proceso natural entre músicos.
“De política no hablo”, se ataja Mores cuando se le pregunta sobre su amistad con Carlos Menem. “Es una cuestión muy reservada, muy íntima”, concluye por toda explicación. Sí acepta hablar de su amistad con Juan Domingo Perón, a quien iba a visitar a Guardia de Hierro. “Me recibía con mucho amor y siempre me esperaba con un buen habano, porque sabía que me gustaban. Desde jovencito no fumé otra cosa que no fueran habanos, puros y cubanos. Ahora ya no los fumo, por prescripción médica de mi gran amigo el doctor Raúl Matera. Pero en ese época podía y al final de una comida Perón siempre tenía uno para obsequiarme. A veces no lo fumaba delante de él porque quería guardarlo para siempre. Pero eso se hace imposible, en determinado momento uno se tienta...”
Aunque su letra lamente “ya no soy más aquel muchacho oscuro, todo un señor desde esta tarde soy”, Mores compuso Cuartito azul cuando tenía 17 años. Sin embargo, ese cuartito azul existió y, asegura Mores, existe. “Ese tango nació dedicado a mi primera novia, Mirna, que hoy es la abuela de mis nietos”, recuerda el músico. “El cuartito era mi habitación y sigue estando en la calle Terrada 2410, en Villa del Parque. A una cuadra de donde vivía mi querida novia con sus padres.”
–¿Y nunca sintió curiosidad por volver a ese cuartito azul?
–Claro, hasta quise comprar la casa, pero me pidieron una cantidad de plata que no podía afrontar.
–¿Qué recuerdos guarda de su trabajo junto a Canaro?
–Los mejores. Todo lo que me dio la vida espiritualmente lo gané con su amistad y su profesionalidad. Me enorgullece haber compartido mi música con un hombre de la jerarquía moral de un Francisco Canaro. Y creo haber contribuido a representar tanto a la orquesta como a su personalidad con mis orquestaciones.
–¿Y con Discépolo?
–Ambos teníamos un deseo igual de fuerte: yo por componer, él por expresar con sus palabras el sentido musical de cada frase. Tuve el honor de haber sido el único que colaboró musicalmente a su lado. Nos juntábamos en el momento que nos necesitábamos, tanto él a mí como yo a él. Solíamos encontrarnos en su casa o en la mía. Como en ese entonces yo vivía en el edificio de Sadaic, y tenía como vecinos a grandes músicos, puede decirse que estábamos bien acompañados.
–El año pasado hizo shows paralelos al Festival, en el mismo momento.
–¡Pero ésas son coincidencias! Musicalmente no agrega nada tocar en un lugar o en otro. Yo me preocupo por estar bien organizado para poder llegar al público, que es lo importante, el que te está esperando. Por algo me mantuve activo tanto tiempo, por algo llevo setenta y pico de años trabajando y siempre con una respuesta del público que tengo que agradecer.
–En esos setenta y tantos años de trabajo, ¿cuál fue el momento más feliz de su vida artística?
–El actual. Sin lugar a dudas.
–¿Y hay algo que sienta como una deuda pendiente?
–Quizás una producción, algo que yo pueda escribir y contar una historia donde aparezcan los cimientos de nuestro tango. No quiero revolucionar nada, simplemente quiero seguir haciendo cosas en la misma línea que siempre las hice.
–¿Es un proyecto que está armando ahora?
–No, todavía no. Cuando sea el momento me pondré a escribirlo. Hay tiempo.