ESPECTáCULOS › CUATRO VIENTOS, PARA GRANDES Y CHICOS
La magia del saxofón
Julio Martínez, saxo barítono del cuarteto, sostiene que más allá de las distintas edades del público que convocan, los dos espectáculos que presentan en el C.C. Borges tienen un común denominador: la música y el cuidado por la puesta.
Por Karina Micheletto
Son músicos y hacen música, pero también incursionan en el teatro con espectáculos a cargo de directores como Claudio Hochman, Claudio Gallardou y Daniel Casablanca, con cuidadas puestas coreográficas y gags visuales. Les cuentan historias a chicos y a grandes, los hacen reír y les ofrecen música de la buena, de los géneros más variados. Llevan quince años de trayectoria, grabaron cinco discos y recorrieron varios festivales del mundo, y todo armado sólo de Cuatro Vientos. Ellos son Leo Heras en saxo soprano y clarinete, Diego Maurizi en saxo alto y flauta traversa, Jorge Polauner en saxo tenor y flauta traversa, Julio Martínez en saxo barítono y clarinete. “Cuatro músicos de feria marchando al compás, que de pronto dan un salto y se convierten en serios profesores de Sinfónica, hacen una ronda y son cuatro niños traviesos, juntan sus cuerpos y es una madre con su canción de cuna a cuatro saxos. Los cuatro hacen magia pero no hacen trampa, son saltimbanquis pero de sangre azul, complejos pero no complicados, excéntricos musicales y músicos perfectos que se hacen admirar... pero se dejan querer.” Así definió Marcos Mundstock, de Les Luthiers, a la propuesta de Cuatro Vientos.
Empezaron haciendo espectáculos infantiles, pero cuando notaron que los padres se entusiasmaban tanto o más que los hijos, comenzaron a dirigirse también a ellos. Ahora presentan, para los grandes, “Alma de saxofón”, un espectáculo dirigido por Daniel Casablanca (integrante de Los Macocos) del que también surgió un disco que incluye composiciones propias y de autores como Astor Piazzolla, Horacio Salgán, Egberto Gismonti, John Lennon y Paul McCartney, los sábados de mayo a las 21 en el Centro Cultural Borges. Y, para los chicos, Pobrecitos los tramposos, una adaptación del cuento “El traje invisible” de Hans Christian Andersen, los sábados y domingos a las 17, en el mismo lugar. “Lo nuestro no es música para grandes o para chicos, es música, que a veces se escucha en espectáculos para chicos”, aclara Julio Martínez en diálogo con Página/12, sentando posición respecto de la forma en que se dirigen al público infantil. “Nos interesa que los pibes puedan descubrir que hay otra música además de la que escuchan en la tele, y también plantearles cosas que los hagan cuestionar, preguntarle al padre por qué pasó eso ahí”, explica el saxofonista. “A veces pasa que los chicos, sobre todo en cierto nivel social, viven en una nube de pedos. Nosotros tocamos ciertos temas que están por fuera de esa campana de cristal en la que, justamente, no hay pedos.”
En junio el grupo viajará a Portugal, invitado a participar del Festival “Fitei”, y ayudado por una actitud de los organizadores que revela cómo se ve a la Argentina desde el otro lado del océano: “Ellos saben lo que cuesta acá conseguir apoyo de los entes oficiales. Y después de lo de diciembre, les resulta tan extraña la situación del país que nos incrementaron el cachet, sin que nosotros se los pidiéramos”, cuenta sorprendido Martínez.
–¿Creen que apostar al mercado internacional puede ser una forma de sobrevivir en tiempos de crisis?
–Nosotros sabemos que lo que hacemos nunca nos va a servir para “salvarnos”, sí nos gustaría poder viajar más, pero también elegimos hacer las cosas acá. Cuando salimos de gira y vemos cómo se manejan los grupos de Portugal o de España, el apoyo que tienen del ayuntamiento, lo sencillo que es conseguir pasajes o dinero para moverse y presentarse en festivales, nos dan ganas de llorar. Acá hay subsidios pero en conseguirlos se te puede ir la vida, realmente es desgastante. Toti Glusman, que nos dirigió en Soplando una historia a los cuatro vientos, hizo hace dos años la película Cien años de perdón y todavía no logró cobrar lo que le prometieron, que ahora son pesos devaluados. Pero contodo y con eso, yo prefiero vivir acá y, si puedo, trabajar afuera. No sé por qué será, quizá porque hay mucha gente que lo hace.
–¿Qué cosas cambiaron en Cuatro Vientos desde que empezó, quince años atrás?
–Quizás ahora convivimos mejor, nos conocemos, tenemos la seguridad y el aplomo que se gana al tocar mucho tiempo con las mismas personas. Pero en lo fundamental, en su espíritu, Cuatro Vientos no cambió. Sigue teniendo el mismo espíritu juguetón, que va a estar siempre, y también de toma de postura frente a las cosas que pasan. En todos los espectáculos que hicimos, fundamentalmente en El saxo mágico y en Pobrecitos los tramposos, pero también en todos los cómicos, en algún momento metemos alguna crítica, como lo hacen las murgas, decimos lo que pensamos, y me siento orgulloso de que así sea.