ESPECTáCULOS › EL CANAL EUROPA, EUROPA APUESTA A UNA PROGRAMACION DISTINTA
Lo que en Hollywood no se consigue
La señal de cable acerca a un público cada vez más amplio a cineastas tan diversos como Fassbinder, Pasolini, Herzog, Resnais y Antonioni, entre otros, y ratifica la histórica sintonía que ha tenido el público argentino con el cine europeo.
Por Pablo Marchetti
Hubo un tiempo que fue hermoso y a la gente le encantaba el cine europeo. Una época en que la Argentina era el primer país en el mundo (fuera de Suecia) que consagraba a Ingmar Bergman. Pero también era el país en que los buenos policiales eran franceses, las buenas comedias eran italianas y el buen cine de misterio era inglés. Y posteriormente, el Lorraine, Fellini, Antonioni, Resnais, y más tarde la nouvelle vague. Como en todo dilema huevogallináceo, es difícil dilucidar quién inventó a quién, si la pasión por el cine europeo a los cinéfilos argentinos, o si los cinéfilos argentinos generaron la pasión por el cine europeo. Un perfil estético, en todo caso, que es tradición e influencia decisiva tanto entre quienes ven como entre quienes realizan cine en el país.
Pero además del gusto de cinéfilos y cineastas, el cine europeo goza de cierta popularidad en la Argentina. Una popularidad, claro, limitada al público de cine. Muchos de los mitos sobre la idea de la Argentina y de Buenos Aires como el país y la ciudad más europeos de América Latina pueden llegar a resultar ciertos si el parámetro es el típico gusto del espectador argentino. Y aun en la devaluada y casi cuartomundista Argentina 2002, el cine europeo (y, en general toda alternativa a Hollywood, sea finlandesa, laosiana e incluso norteamericana con certificado de producción independiente) es bienvenida.
Históricamente, en televisión hubo mucho espacio para el cine europeo, sobre todo a partir de la democracia. Un clásico fue “Función privada”, los sábados a las 22 por ATC, con la conducción de Carlos Morelli y Rómulo Berrutti. Aunque proyectaban de todo, los conductores tenían por el cine europeo una predilección casi tan importante como la que manifestaban por los licores de alta graduación alcohólica. Estas preferencias comenzaban por la elección del tema del film Amarcord, de Federico Fellini (compuesto por Nino Rota) como cortina, y continuaban con la promoción de todo el cine intelectual español de los ‘80, ese de películas como Los santos inocentes, y actores y actrices como José Sacristán, Charo López y un montón de “amigos de la Argentina” que venían a Buenos Aires y se sentían tan a gusto, incluso antes de la convertibilidad. El cable permitió ampliar ese espacio, y así aparecieron joyas con material inédito y clásicos, como “Cineclub”, el programa que conducía Salvador Sammaritano a fines de los ‘80 por el sistema de televisión por cable VCC.
En la década del 90 llegaron tarde o no se estrenaron algunas películas de Nanni Moretti, Emir Kusturica o Eric Rohmer. Pero a cambio el cable siguió aportando lo suyo. Una opción, hace algunos años, fue Cineplaneta, que organizaba ciclos de cine iraní y cosas por el estilo. Lo del “estilo” está referido a estar fuera de las majors. Porque, se sabe, en cuestiones de cine para muchos Irán está casi casi en Europa. Cineplaneta era un canal propiedad de la productora Pramer, que tenía el derecho de comercialización de las películas sólo para la Argentina. Cuando Pramer (la misma empresa que realiza Canal á, Elgourmet.com, Films and Arts, Music Country y Plus Satelital, entre otros) abrió su producción hacia toda América Latina, pensaron que proyectar ese tipo de películas era una buena idea para exportar al resto del subcontinente. Pero claro, en los demás países no existe la avidez por el cine alternativo que hay en la Argentina. Entonces, lo mejor era ir con una idea clara, y que los grandes directores tuvieran tanto cartel como las grandes divas. Como explica Fabián Vázquez, director de Contenidos de Pramer: “Si te leo algunos mails que llegan son para hacerte lagrimear. La gente lo agradece porque ese cine fue bien recibido en la Argentina desde hace muchos años. Pero en el resto de Latinoamérica les va picando el bichito de a poco”.
Cuando pensaron cómo hacer una señal de esas características para el resto de Latinoamérica, tomaron como modelo Le Cinéma, un canal similar que había en Europa del Este, con films de esa región. Así nació, enoctubre del año pasado, el canal Europa Europa (EE). “Nos pasó algo muy curioso: cuando los responsables de Le Cinéma, que participaron en las ideas para EE, vieron el producto terminado, le cambiaron el nombre al canal y le pusieron el nuestro. Y no sólo eso, ahora están pensando en ampliar su llegada a Europa Occidental”, comenta Vázquez con orgullo.
Entre los tesoros más preciados del canal están la versión completa de Saló o las 120 jornadas de Sodoma, de Pier Paolo Pasolini, que, por problemas de censura, jamás se había exhibido en el país y que EE proyectó en marzo. O los cinco capítulos de la miniserie Tiempo de gitanos, que rodó Emir Kusturica para la televisión yugoslava y de la cual editó material para la película del mismo nombre. Fue tal el éxito y la cantidad de mails y llamados que recibieron cuando se pasó en marzo, que tuvieron que repetir Tiempo de gitanos (la miniserie) durante mayo. Otro de los grandes momentos de la breve historia de EE concluye este mes, con los capítulos finales de la miniserie para televisión Berlin Alexanderplatz, de Rainer W. Fassbinder. “Sabemos que exhibimos un material sobre el cual a los periodistas les gusta escribir”, dice Vázquez con su mejor sonrisa.
Durante julio y agosto continuará también un ciclo homenaje a Werner Herzog, que incluye la proyección de Aguirre, la ira de Dios, Cobra verde y Fitzcarraldo. Además pasarán el documental El peso de los sueños, dirigido por Les Blank, sobre la filmación de Fitzcarraldo en la selva amazónica. Esta película muestra cómo iba a ser originalmente el film de Herzog, con Jason Robards como protagonista y Mick Jagger como su ayudante, por qué se atrasó el rodaje y cómo el director alemán resolvió empezar todo de nuevo, esta vez con su “enemigo íntimo” (tal como lo definió) Klaus Kinski en el papel principal. Y si El peso de los sueños tiene como dato llamativo el registro documental de lo que iba a ser la actuación de Mick Jagger, otras de las películas que se verán en julio tienen otra curiosidad: Cómo gané la guerra, una sátira antibélica del británico Richard Lester, está protagonizada por John Lennon. De ese film es la famosa imagen del beatle vestido como soldado. Además de rescatar a los maestros (“no queremos olvidarnos de los grandes nombres; irá llegando todo Godard, todo Rohmer”, se entusiasma Vázquez), el objetivo de EE es también darles cabida a los realizadores nuevos, incluso a los que no llegan a las salas de cine del país ni de América Latina. Pero eso depende de cómo se vaya desarrollando el canal, cuánto crezca el proyecto y cómo se pueda ir comercializando en el resto del continente. Para este año hay también una idea de hacer una página de internet propia, que funcione como una base de datos de cine europeo, que se sumará a los micros de noticias que ya están en el aire, con coberturas de los grandes festivales de Europa y toda la información sobre “el primer cine”, como lo promocionan.
Pero, al mejor estilo Mostaza Merlo, el directivo de Pramer dice que irán paso a paso, tratando de conformar a aquel viejo fanático de Fellini o la nouvelle vague que iba al Lorraine, pero también a los más jóvenes que recién se acercan a los grandes realizadores: “Porque hay todo un cine que, de otro modo, jamás se volvería a dar por tv. Entonces están los que se vuelven a encontrar con esas maravillas y el nuevo público que empieza a descubrirlas. Hay público que se suma, que comienza a disfrutar de otro tipo de espectáculo que el que ofrece Hollywood, y que después tiene que ver con el éxito de las nuevas películas europeas”, concluye Fabián Vázquez.