ESPECTáCULOS › AUDRY GUTIERREZ ALEA Y SU “CARTA DE INVITACION”
Las dudas de una generación
La actriz cubana Audry Gutiérrez Alea explica cómo utiliza el humor para plantear en su unipersonal la difícil cuestión del exilio.
Por Cecilia Hopkins
En Carta de invitación, obra de la actriz cubana Audry Gutiérrez Alea, una mujer espera recibir la carta de su hermano que le permita visitarlo en la Argentina. La acción toma lugar en La Habana y el correo tan esperado es el requisito fundamental para iniciar el trámite de salida del país, según cuenta la autora y a la vez intérprete de este unipersonal, en diálogo con Página/12. En la Sala 4 de Multiteatro y bajo la dirección de Luciano Cazaux, la actriz le da cuerpo “a un ingenuo y sensible personaje que se debate entre dudas por dejar o no su país”. La invitación del hermano funciona como una especie de pretexto para que este personaje analice “los sentimientos encontrados, provocados por la decisión de abandonar su querida isla y reflexione sobre los afectos y comprenda las aflicciones de todos aquellos que alguna vez y por distintos motivos, pensaron dejar su país”.
A pesar de lo dicho, el espectáculo no promete demasiado lugar para la melancolía, sino todo lo contrario: humor, música, canto (“desde Bola de Nieve hasta los trovadores actuales”, resume Gutiérrez Alea) y desde el vamos, un video con coloridas imágenes de La Habana que elude toda referencia a los rincones turísticos de la ciudad y ofrece, a cambio, una visión menos estereotipada, mientras se escucha a Carlos Varela cantando “La política y la azucarera”, de Silvio Rodríguez. “Yo espero que el público argentino pase tremendo momento con esta obra –dice la actriz– porque va a ser transportado a La Habana para encontrar la oportunidad de divertirse en un mundo en el que solamente se sobrevive con el humor.”
Junto con su personaje y con las menciones que éste hace de su familia, aparecen figuras tradicionales, como la recreación del “negrito” del teatro bufo, un popular personaje anterior al triunfo de la Revolución que contaba historias picarescas de la sociedad cubana. Así, la vida cotidiana de esta mujer cuya aspiración es convertirse en cantante, encuentra su expresión en “una dosis de realismo mágico, elementos e imágenes simbólicas muy queridas para mi país”, como la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, con quien el personaje mantiene un diálogo. Reproducida en gran tamaño por el artista cubano José Franco, junto a la virgen aparecen vistosas réplicas de lucetas y vitraux, detalles característicos de la arquitectura habanera.
En cuanto a la visión de la realidad cubana que expone Carta de invitación, Gutiérrez Alea se encarga de aclarar: “Desde mi punto de vista, por lo menos desde lo que observo aquí, siempre que un cubano trata de hablar de las contradicciones que hay en su país se supone que va a tener una postura de negación de lo que hay de bueno allá”. En ese sentido, reflexiona: “Hay tantísima gente que vive allí y está de acuerdo... por eso yo digo por qué hablar mal de quien te ha dado de comer... este personaje que estoy haciendo yo es uno de los tantos que integran esa gran cantidad de gente que está de acuerdo con el sistema, de la que pocas veces se habla”.