ESPECTáCULOS
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Música que no es “producto”
Los cumpleaños de agrupaciones musicales como Sonsonando (veinte años dedicados a la canción infantil con su peculiar identidad tímbrica) o Caracachumba (diez años, foto) alientan a nuevos artistas que piensan que se puede tocar para cualquier tipo de público. Además del crecimiento y del desarrollo de un mercado en donde los sonidos son latosos, clonados y descuidados –los chicos consumen y devoran todo lo que se les ofrece aunque sea espantoso, analizan los cerebros del marketing infantil–, estos grupos y otros (El Murgón de la Esquina, Los Musiqueros, Papando Moscas) se rebelan contra el menosprecio y la improvisación, que no es monopolio exclusivo de los músicos sino un vicio extendido en muchos actores y directores, que consideran que generar un “producto” para los chicos es como poner un quiosco o una feria americana. Con sus canciones y sus músicas no conquistaron la masividad, pero tienen un público fiel que crece despacio, que se renueva en ciclos de cinco años y algunos, como Sonsonando, ya tienen nietos: esos niños que hace veinte años movían las sillas del Collegium Musicum y se acercaban a Beba Raspo y compañía, cuando la banda era apenas un proyecto divertido, ahora llevan a sus hijos a escuchar algunas de las canciones de Las cuatro estaciones (el primer disco del grupo que por aquellos años fue editado en casete y que acaban de relanzar en CD) como Arriba remolones, En la casa de mi abuela o Los ratoncitos.
Nota madre
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