ESPECTáCULOS
Identikit del niño-adulto
- Luce como un “grande” en formato pequeño: gafas de estudio, peinado como en los ’50, o aspecto sexy como el de Ananda Li, que llega a la producción de fotos con mini, calzas y escote profundo, bajo influencia de su tía Leticia Brédice.
- Tiene a su cargo una escena que podría corresponder al universo de los adultos: sexo temprano para Raúl Elías Viñoles en la película Familia rodante, precocidad intelectual para Rodrigo Noya en Valentín y Un mundo menos peor, conversión a padre de familia para el bebé Tiago Martínez en el aviso de Chevrolet o profesionalización en la infancia para la notera Micol Estévez en los programas de Jorge Guinzburg.
- Siempre los ayuda tener algún parecido con un actor o actriz consagrados que habilite el papel de hijo. A Sofía Da Silva la benefició su aire a Moro Anghileri para ganarse el rol de su hija en la ficción de Buena Vida Delivery. A María Victoria Biscay, el parecido en los ojos con Ricardo Darín para quedarse con el papel de su hija en Luna de Avellaneda.
- Hablan rápido, se interrumpen, recuerdan muchas anécdotas de filmación, tienen una madre que los ayuda a recordar sus seis páginas de CV Vitae para la ocasión y se cargan éxitos sin demasiada conciencia de estrellato.
- Buscan destacarse por la originalidad de una anécdota (celos, competencia con los hermanitos o dureza del oficio). La gravedad con la que viven el asunto es condición del niño adulto.
- Se dividen entre “pícaros” e “intelectuales”. Para los primeros se exige un look de gordito, mofletudo, rulos, mejillas sonrojadas y orgullo de su condición maldita. Micol Estévez y Pablito Rojas reciben, por ello, algunas cargadas en el colegio. Para los segundos, se exigen gafas, flequillo de nerd, seño de concienzudos y seguridad en la dicción. Camila Franco y Rodrigo Noya son los ejemplos más difundidos de esta estirpe.