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Tarde o temprano, lamentablemente, iba a suceder: a poco más de un mes del incendio de República Cromañón, la maldita pirotecnia reapareció en una ceremonia rockera. Apenas O’Connor terminó su set con Memoria de siglos, alguien en el medio de la marea humana que esperaba a Horcas, encendió unabengala que apenas generó un par de colores. Como era de esperar, miles de miradas hicieron foco en la escena y el ocurrente nene pirotécnico fue reprendido enseguida por el elenco de seguridad, sin lograr el cometido. El hecho, simbólico en verdad, no ocasionó más que algún insulto y el grito estentóreo de un fan de Callejeros: “Desubicado, matate”. Más graves fueron, en cambio, los gases lacrimógenos que la policía tiró contra una poblada carpa del camping que está pegado al predio... la idea era calmar con la violencia habitual a un par de borrachos exaltados, pero –cuándo no– a ningún policía se le ocurrió ni siquiera pensar que podía haber niños adentro. Entre el humo y el ardor de ojos, un padre desesperado sacó de la carpa a su hijita de 3 años pidiendo a gritos un hospital. Lamentable. De todos modos, ambos hechos no llegaron a enturbiar del todo el ambiente de paz que caracteriza, por el momento y en líneas generales, el festival.