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Que podamos

Dos aportes mirando hacia el futuro de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y los desafíos que plantea. Javier Piñeiro y Luis López advierten, entre otros temas, sobre la necesidad de estudiar la financiación de los medios comunitarios para producir contenidos de calidad y la consolidación de un sistema de medios estatales no gubernamentales.

 Por Javier Piñeiro y Luis López *

El poder mediático atraviesa el entramado social, permea nuestros juicios y percepciones sobre el mundo. Si la afirmación sonara a mucho podríamos trocar el arrebato semántico diciendo que modelando el sentido común de los ciudadanos se configura la sensación térmica del humor social. Hablamos de la potencialidad de insuflar malhumor o beneplácito en la red de significaciones compartidas que un país posee. De los medios, el poder. Antonio Pasquali –comunicólogo venezolano– planteó la tesis de que las sociedades se estructuran de acuerdo con los modos y condiciones en que los hombres que las conforman se comunican. La capacidad de participación y de acceso equitativo a la palabra se revela como una condición sine qua non para poder darle forma a un modelo de sociedad más justo, plural, respetuoso de las diferencias e integrador. La promulgación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) constituye un paso fundamental en esa urgencia tardía del mapa mediático: garantizarnos un sistema de medios en, por y para la democracia.

Esta nueva ley nos embarca como sociedad en un proceso que intenta doblegar la argucia maniquea de la que fuimos rehenes durante mucho tiempo: la Verdad. Con mayúsculas, por ser ella única y revelada. La Verdad que deriva de una situación anómala, de un poder mediático con la capacidad de repicar/replicar una y mil veces su verdad contada como la Verdad. En ese derrotero al enmascaramiento fue desgastándose el proceso de discusiones estructurales necesarias sobre los destinos de esta Argentina y todas las que le precedieron hasta hoy. Es por eso que la LSCA plantea como valor fundamental garantizar pluralidad de voces: sindicatos, iglesias, universidades, pueblos originarios y demás organizaciones sin fines de lucro tienen ahora destinado un tercio del espectro radioeléctrico para sus licencias. Un tercio de espacio para edificar el tono de otras voces contando la Argentina. Otros actores, otro relato. Otras voces. Pluralidad de relatos. De voces.

La puesta en marcha de una iniciativa como ésta abre una serie de desafíos en relación con cuestiones como la financiación de los medios comunitarios más modestos, la capacidad de los licenciatarios estatales y privados sin fines de lucro de producir contenidos de calidad en todos los géneros, la efectiva consolidación de un sistema de medios estatales no gubernamentales y la instrumentación de concursos públicos transparentes para obtener las licencias. Enfrentar estos desafíos implica militancia con el sueño de ayer que hoy muta en realidad. Los anhelos que durante años circularon por los claustros universitarios deberán transformarse en políticas militantes propositivas que permitan vislumbrar el objetivo central después de tantos años: que la ley cobre vida en el ecosistema mediático argentino a pura aplicación, insuflarle vida haciéndola cotidiana.

Habrá que poner proa hacia la promoción de producción local y del federalismo, la defensa del trabajo y del capital argentino; aquellos estandartes en función de los cuales se cimienta una nueva cosmovisión de los contenidos que circulan por el sistema nervioso central mediático argentino. Bregar por que se cumpla con que el 60 por ciento de los contenidos de los servicios de radiodifusión y el ciento por ciento de los avisos publicitarios sean de producción nacional, por que cada licenciatario emita como mínimo un 30 por ciento de producción propia. Poner el foco en lo micro para que la macro se robustezca desde la base. Allí donde el unitarismo denigrante de la otrora Capital Federal operaba sobre el deber ser de todo el territorio, amanece una promesa de relatos federales, de un espectro coral de voces articulando múltiples capas de ojos contando la Argentina.

Lo que está en juego es algo muchísimo más rico y valioso que la confrontación entre un gobierno y monopolios mediáticos; ésa es la reducción de la cuestión. De estas transformaciones en el sistema de medios depende el modelo de sociedad por venir y el porvenir de las próximas generaciones de argentinos. La clave de normativas como la LSCA radica en la trascendencia que en ellas habita, el legado indeleble que las futuras generaciones podrán usufructuar en virtud de la decisión política de hoy. Estamos siendo contemporáneos de una época obstinada en ser bisagra, en instalarse como línea divisoria: estamos cruzando la frontera que divide los tiempos del antes y el después. Nuestro desafío: convertir los tiempos venideros en después. Poder desconcentrar para no desconcertar. Que podamos.

* Licenciados en Ciencias de la Comunicación (UBA). Miembros del Dpto. de Comunicación de la Sociedad Internacional para el Desarrollo. Capítulo Buenos Aires (SIDbaires).

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