Miércoles, 7 de septiembre de 2011 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Las elecciones primarias y el “caso Candela”. Dos ocasiones para analizar el comportamiento de los medios de comunicación y para debatir sobre su peso en la sociedad actual. Gustavo Bulla polemiza con el periodista Pablo Sirvén, del diario La Nación, respecto de la influencia de los medios en los resultados de las elecciones primarias.
Por Gustavo Bulla *
“En 1945, todos los medios masivos de comunicación estaban contra nosotros y ganamos las elecciones. En 1955, todos estaban a favor nuestro, porque eran nuestros la mayor parte, y nos echaron, y en 1972 estaban todos en contra de nosotros y les ganamos por el 60 por ciento. De manera que todo es relativo en esta vida.” Lo anterior lo escribió días atrás el periodista Pablo Sirvén en un artículo publicado en el diario La Nación, recurriendo al viejo truco de argumentar a favor de la concentración mediática con una frase descontextualizada –de las miles– del general Perón.
Digo “viejo truco” porque él y otros columnistas de similar línea de pensamiento ya lo han ensayado en otras circunstancias. Sin ir más lejos, en el momento en el cual se estaba debatiendo la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), refiriéndose a su supuesto contenido estatizante.
Se observan aquí dos intentos a cual más torpe: uno, el de erigirse en el certificador de las posiciones peronistas; dos, reducir, evocando una frase típica de la picaresca del General, un apasionante e interminable debate teórico en torno de la relación compleja entre sociedad, medios de comunicación y democracia.
Resultaría ocioso descalificar a Sirvén como custodio del pensamiento peronista...
No obstante, para sostener el segundo de los intentos señalados, el secretario de Redacción del diario de los Mitre realiza afirmaciones que es oportuno poner en cuestión. “Por arte de magia, los ‘medios hegemónicos’ que habían sido, según los más altos funcionarios y referentes de la cultura K, artífices del categórico triunfo de Mauricio Macri porque, supuestamente, lo habían ‘blindado’, ahora resultaron completamente inocuos para impedir, pese a sus reiteradas advertencias agoreras y la publicación de graves denuncias contra referentes K, que Cristina Kirchner se alzara con tan rotunda victoria”, se puede leer en la edición del 16 de agosto último.
Vayamos por partes. Que Macri estuvo, está y seguramente estará “blindado” por los grandes medios de comunicación es tan obvio que da pudor ofrecer mayores argumentos. A manera de ejemplo, si alguien encuentra una sola utilización del calificativo “procesado” junto al nombre o el cargo de Mauricio Macri en alguno de esos medios de comunicación se agradecerá la referencia. De ahí a plantear que Macri ganó las elecciones porteñas exclusivamente por el blindaje mediático es pensar que los resultados electorales responden linealmente a causas unívocas.
Pero el error más grave cometido por el analista es la deshistorización. Sus ramplonas conclusiones sobre la limitada influencia de los medios de comunicación observan como –poco menos que– imágenes congeladas los procesos políticos de 1945, 1955, 1972 y 2011.
La sociedad argentina de hoy –lo perciba o no Sirvén– es irreconocible respecto de su relación con los medios de comunicación. El debate de los últimos tres años en torno de la LSCA no es un dato menor respecto de la relación entre el pueblo y las empresas periodísticas. El comportamiento de los grandes medios con posterioridad a la sanción de la ley no hizo otra cosa que corroborar la imperiosa necesidad de su aplicación. El descrédito del que hoy gozan en buena parte de la sociedad es también un elemento para incorporar seriamente en el análisis de los comportamientos electorales.
La refutación de los planteos teóricos de Laswell y de Lazarsfeld es tan obvia y antigua como los razonamientos de Sirvén. La “aguja hipodérmica” –se sabe– no funciona tal cual se especulaba en los años ’30, pero nadie puede negar que sí funcione “la gota que horada la piedra”.
Es una afirmación al menos sonsa decir: “Ves cómo no influyen, Cristina arrasó en las primarias a pesar de tener a los grandes medios en su contra”. La descontextualización suele ser mala consejera; para comparar tan sólo con el turno electoral del 2009, ni la Presidenta es la misma, ni la sociedad es la misma, ni los medios son los mismos...
La influencia de los medios en la decisión de los votantes parece ser mayor ante la ausencia de un proyecto político que concite adhesiones más allá de las opciones electorales. O dicho de otra forma, cuando los grandes medios nos agarran “de a uno”, su influencia en nuestra decisión como electores crece. Pero cuando hay conquistas objetivas a defender, derechos adquiridos por amplias mayorías populares puestos en peligro, no pareciera que alcance el poder incuestionable de los grandes medios para torcer la voluntad popular manifestada en el voto.
* Profesor de Políticas de Comunicación (UBA / UNLZ). Director Nacional de Supervisión y Evaluación Afsca
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