Miércoles, 7 de julio de 2010 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Por Daniel Fabián *
En estos días estamos asistiendo a uno de los eventos deportivos más importantes del planeta. Después de los Juegos Olímpicos, el Mundial de Fútbol es el encuentro deportivo con mayor atracción de público, medios y negocios. Para un país futbolero como el nuestro, las charlas se extienden por los bares, las escuelas, las oficinas, las fábricas y cada uno de nosotros se transforma en un potencial DT.
Este Mundial de Fútbol tiene una atracción distinta para algunos de nosotros, amantes del fútbol, y no es por lo que pasa dentro del campo de juego, sino más bien por lo que pasa en las entrevistas a los futbolistas. Somos testigos, observadores no participantes de las extraordinarias respuestas de los futbolistas argentinos y su entrenador en las conferencias de prensa.
En la primera exposición ante la prensa que realizó Diego Maradona se lo notó muy serio, pensativo y con respuestas cortas y medidas, inusuales en él, que suele ser verborrágico. Es más, cuando un periodista le hacía dos preguntas le pedía que las reiterara una por vez. En las conferencias sucesivas el DT mantuvo la misma “actitud” o “¿templanza?”.
Si tuviéramos que nombrar un jugador, que después de correr 90 minutos, cansado y transpirado es capaz de ser mesurado en las respuestas, seguramente nombraríamos a la “Brujita” Verón. Recordemos la entrevista que le hicieran en la mismísima cancha, después de jugar contra Uruguay cuando el seleccionado argentino se clasificaba para el Mundial.
En las entrevistas, cuando los futbolistas salían de los vestuarios y retornaban al predio de su concentración, se los ha visto y oído a Heinze, Messi, Mascherano, Tevez y al resto del plantel, con mucha precaución al contestar las preguntas, e incluso tratando de diferenciar las preguntas deportivas de las preguntas de la “chusma periodística”. Se percibe en ellos que hay una actitud de respeto aun frente a algunas preguntas inapropiadas, que no son estrictamente deportivas o, como diría Gabriel Heinze, están “fuera de lugar”.
Los futbolistas deben ser buenos atletas: ágiles, rápidos, compañeros (porque es un deporte en equipo). Se les pide al arquero que ataje todas las pelotas y a los delanteros que hagan goles, pero ellos han tenido que agregarse un nuevo rol, ser “comunicadores”.
Esto nos lleva a preguntarnos lo siguiente: ¿por qué los futbolistas contestan como lo están haciendo? ¿Por qué algunos periodistas preguntan como preguntan, lo que hace que los futbolistas contesten como contestan?
El aumento de programas deportivos, y por ende de periodistas especializados, hace que se invierta el mayor tiempo de los mismos en el fútbol. Se invita a jugadores, a directores técnicos, a ex futbolistas y entre todos hablan de fútbol. ¿Cuánto se puede hablar de fútbol? Mucho. Pero no tanto como para darles de comer a todos ellos, los periodistas. ¿Entonces? Sucede que, como son “especialistas” del deporte más popular, necesitan ir más allá que los propios mortales, es decir, nosotros, amantes del fútbol. Para ello deben cubrir el tiempo con “rotura de ligamentos en el entrenamiento” que nunca sucedió, “de las tácticas de la formación del DT” que nunca dirá, con la psicología del “mal clima reinante entre los futbolistas” y como si fuera poco, portavoces de hinchas (nosotros, los amantes del fútbol) “disgustados por el mal desempeño de tal futbolista”.
Si observamos a los periodistas especializados en política, encontraremos algunos rasgos comunes: “fisura en el Gabinete nacional”, “malestar de la gente”, “estampida del dólar” y el clásico “inminente renuncia de un funcionario de primera línea”.
Como podemos ver, estamos ante una línea de formación profesional en donde lo periodístico pasa por no estar debidamente informado y la opinión del periodista es más importante que la investigación y la búsqueda de la información confiable y certera. Claro, justo es reconocer y salvaguardar de esta malformación a aquellos periodistas que hacen un culto de su profesión, se dignifican frente a una cámara o un micrófono y son respetuosos del público.
El fastidio de los futbolistas es notorio. Enfrentar una cámara tiene una carga adicional no deseada. Todos en algún momento han sido castigados por la prensa, a todos les ha tocado tener que aclarar cosas que no dijeron, escuchar comentarios de cosas que no hicieron o que no han sucedido en la cancha.
Ante tanto despropósito hay un cansancio de los futbolistas argentinos frente a los periodistas; los futbolistas han aprendido “que mejor que decir es jugar bien al fútbol” y nosotros, los que amamos el fútbol, agradecidos.
* Docente de la Facultad de Bellas Artes de la UNLP.
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