Lunes, 1 de diciembre de 2008 | Hoy
MITOLOGíAS › LA PáGINA DE ANáLISIS DE DISCURSOS
Una mirada a los diarios del domingo, en los que las ofertas indican que el cliente le volvió a importar al mercado.
Por Sandra Russo
La hojeada rápida a los diarios de mayor tirada, este domingo, fue un déjà-vu. Vuelven a ser protagonistas, junto con las noticias, las ofertas. Recordamos otras épocas en las que los grandes diarios del domingo eran portadores de varias dobles páginas en las que supermercados, automotrices, compañías de celulares, bancos y megatiendas de electrodomésticos atosigaban a los lectores con sus ofertas. Se dice, en las secciones de economía, que esto se debe a la desconfianza de los consumidores que, ante el futuro inmediato incierto, no gastan. Especialmente, no se deciden a embarcarse en cuotas. El aceleramiento de los hechos es tal, que hace apenas una semana, en muchos shoppings, no aceptaban tarjetas. En los supermercados, hace ya un par de meses que apenas dos pagos con tarjeta eran cargados con un 3 o un 4 por ciento de interés.
En el medio, hubo el anuncio de un paquete económico y un rumbo marcado. El fortalecimiento del mercado interno, el intento de un efecto invernadero en la economía regional. La hojeada rápida de los diarios del domingo permitió comprobar que hubo un cambio de estrategia y que estamos ante un período en el que a la retracción del consumo por diversas variables, y especialmente el temor de la inestabilidad laboral, le saldrá al cruce esa oleada de ofertas con las que uno se distrae un rato largo. A veces, para amargarse, ya que en esos períodos uno suele decidirse a comprar algo que una semana más tarde está todavía más barato. A veces, para asombrarse con los márgenes de ganancia de las épocas “normales”, porque en parte, en estos períodos el mercado se desnuda, y la necesidad hace que exhiba, sin proponérselo pero de un modo inevitable, las capas y capas de precios que pueden limarse sin que nadie pierda: es cierto que para algunos sectores los márgenes de ganancia en las crisis profundas son apenas de supervivencia, pero en otros, ésos son los márgenes que tienen siempre y en todas las épocas en los países centrales.
Otra de las particularidades de procesos como éste, en los que se trata de mantener tirante el mercado interno, es que el ciudadano común comienza a ocupar un espacio real y simbólico distinto del que ocupa cuando la economía está pimpante. Me adelanto: no sería extraño que, créanlo o no, vuelvan a funcionar correctamente los Servicios de Atención al Cliente. Volverán a cuidar al cliente, porque el cliente duda. Porque otra compañía ofrece una oferta mejor o porque lo mórbido del endeudamiento en cuotas reactualizará el efecto anzuelo o el efecto seducción. Se harán encuestas. Habrá ofertas en combo, en lanzamientos, liquidaciones anticipadas, planes personalizados, días de descuentos especiales, la batidora de mano que va de regalo con el microondas.
Pese al desmadre indeseado y terrible de la crisis que nos llega de donde se suponía que se hacía lo correcto, desde la meca no sólo de una política sino también de una cultura, quizá podamos oponer algo en lo que venimos mejor entrenados. Los latinoamericanos somos mucho más conscientes que los norteamericanos de que nuestra suerte como consumidores no depende de las ofertas que salen en los diarios los domingos. Sabemos que nuestra suerte como consumidores será siempre el resultado de nuestra suerte como ciudadanos.
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