Martes, 22 de septiembre de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › MILES DE CHICOS Y CHICAS CELEBRARON EN LOS PARQUES DE LA CIUDAD
Con un sol pleno, los estudiantes festejaron su día en Palermo, la Costanera Sur, Plaza Francia, Parque Roca y otros espacios verdes de la ciudad. Hubo conciertos de bandas, control de venta de alcohol y muy pocos incidentes.
Para los astrónomos, el equinoccio de primavera es hoy. Para Crónica TV el conteo terminó ayer. Y para los pibes y pibas que guardaron los libros y útiles el viernes pasado, ayer fue el cierre de un fin de semana largo en el que hicieron explotar las plazas. “Nooo... Un día como hoy no se puede. Todos los espacios son una cancha, es el espíritu de la festividad”, decía uno de los pocos hombres de la pechera naranja de Prefectura Naval que custodiaban la zona de la Costanera, mientras miraba el cartel que dice: “Prohibida la práctica de deportes. Ordenanza Nº23617”. Lo de que todo era una cancha quedaba claro a simple vista, lo de la festividad lo cerraban la música, las bebidas disfrazadas en botellas de gaseosas y termos –de mucho más que un litro–, la espuma y las corridas carnavalescas, favorecidas por el sol que calentó la tarde.
Uno de los focos de la festividad estuvo en la Costanera sur porteña. “Ibamos a ir para Palermo, pero él nos hizo perder”, dijo Yésica apuntando hacia a Ezequiel, su compañero de curso en Avellaneda, que se defendió: “Con el 10 nos íbamos para Retiro, entonces nos bajamos acá, que tenemos para caminar por Puerto Madero y las plazas para tirarnos”. Mientras, seguían discutiendo la lista de temas que sonaba desde sus celulares.
Desde temprano, las callecitas del puerto más vip estaban repletas de gente y no tenían nada que envidiarle a la peatonal Florida. Pero cuando los chicos y chicas querían cruzar el dique para bajar hasta el río o asentar las mantas, mates, gaseosas y bebidas en envases de gaseosas en las plazas, de entre las lujosas torres que miran al río la Prefectura se encargaba de revisar las mochilas.
–¿Por qué? ¿Posta? Ah... Por eso, me dijeron que no traiga alcohol, ¿no? –preguntó Iliana.
–Sólo a los mayores les dejan pasar algo. Pero está bien porque si no después hay piña. En cambio, está retranquilo este año –retrucó Luciano, compañero de último año del secundario en una escuela de Congreso.
Hasta enero falta un trecho, pero el calor de la jornada de ayer llenó la plaza de pecheras amarillas al grito de: “Heeeeelado”. “Somos muchos, no se está vendiendo tanto”, explicó uno de los amarillos, que todavía tenía llena de “palito bombón” una de sus dos conservadoras.
Lejos de los rituales de verano, Laura y Martín estaban a pura primavera cliché. Habían llegado desde Quilmes con su grupo de amigos, pero los dos se habían “separado un poco” del grupo para que Laura leyera una carta –que escondió celosamente ante el cronista– en las que estaban las primaverales palabras de los diez meses que llevan como novios.
Subiendo las escaleras de la plaza que da a la calle Julieta Lanteri hay una lomada desde la que se podían apreciar todos los sectores cubiertos de sol o de árboles repletos de jóvenes jugando al fútbol o al handball, tocando la guitarra, retumbando una comparsa de percusionistas, en Peñaloza y Calabria. Por ahí andaban Natalia y Antonela, que ya preparaban la vuelta a Lanús, retocándose el rimmel y la sombra de los ojos frente a un espejito: el festejo sigue en un recital.
Tranquila, mamá, hasta ahora, pocas peleas y a pesar del reciente fallo de la Corte Suprema, de marihuana ni el olor. Sin embargo, algunos tenían otra percepción: “¡En un ratito vi de todo! ¡Todos con porro! ¿No viste, vos?”, comentó un remisero para crear inquietud en los hogares.
Por Azucena Villafor, a la derecha, Paseo Colón, después, la 9 de Julio, Libertador y Pueyrredón, se llega a Plaza Francia. También repleta de jóvenes, pero las chicas con su onda hippie chic y la pelota de fútbol perdiendo la pulseada con las artesanías y las habilidades circenses. Las lomaditas y la suerte de valles que se forman detrás del Hard Rock eran un escenario natural para los espectadores de la banda musical que fue a cerrar la jornada.
Mientras un grupo de compañeros del Nacional de Buenos Aires y otros que vinieron desde Chacarita alientan al Topo –el seudónimo que le dio a este diario–, que toma coraje para lanzarse con su bicicleta por la bajada de una loma que termina abruptamente en la salida de una cafetería, dos metros más abajo. La bicicleta queda atorada en una ligustrina, el Topo cae y se estrella contra el suelo, se levanta y alza las manos. Explotan los aplausos lomada arriba. Las cámaras de los celulares registraron todo. A unos metros, Rocío y Joaquín se frotan las manos –otra vez, el aire de amor primaveral– con agua y detergente. No es la gripe A, sino que intentan jugar a hacer burbujas soplando entre sus manos. ¡Plop! Explota la burbuja, se apaga el sol, se termina el primer día de primavera.
Informe: Nahuel Lag.
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