Domingo, 20 de marzo de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › TRAZAS DE CONTAMINACION CON IODO Y CESIO EN EL AGUA CORRIENTE DE TOKIO
En Tokio, una ciudad habitada por 35 millones de personas, ayer se detectaron restos de iodo radiactivo y cesio en el agua corriente. Lo mismo ocurrió en zonas aledañas a la capital japonesa. El vocero oficial de gobierno nipón, Yukio Edano, confirmó la noticia, pero aclaró que estos índices de contaminación no presuponen un riesgo para la salud y pidió a la población: “Por favor permanezcan serenos”. De todas formas, Edano no pudo evitar el pánico y la alarma desa-tados en esta ciudad. Además, en la leche producida en la provincia de Fukushima, donde está la central nuclear, y en las espinacas cultivadas en el área vecina de la provincia de Ibaraki “se registraron niveles de radiactividad fuertemente superiores a lo normal”, aseguró el vocero.
Además de Tokio, el agua levemente contaminada, según Edano, fue detectada en las provincias de Tochigi, Gunma, Saitama, Chiba y Niigata. Las tasas más altas se registraron en Tochigi, con 77 becquerelios por kilogramo de agua de iodo radiactivo y 1,6 becquerel por kilogramo de agua para el cesio. Los niveles no deben superar los 300 becquerelios en el caso del iodo y los 200 para el cesio, aclararon desde el gobierno japonés. Por este motivo, el agua sigue siendo apta para consumo humano.
El jueves pasado se midió un nivel más elevado que el límite legal para el iodo 131 en el agua en una localidad de la provincia de Fukushima, a 45 kilómetros de la central nuclear. Sin embargo, el nivel volvió a bajar por debajo del límite legal al día siguiente, según los análisis efectuados por el Ministerio de Ciencias japonés. Las autoridades locales ya habían ordenado distintas pruebas de detección de radiactividad, fijando límites legales para varios tipos de productos de consumo.
Edano, el vocero del gobierno, afirmó ayer que ya estaban en marcha los controles para establecer hacia dónde fueron enviadas las últimas partidas de leche y espinaca para secuestrar la mercadería y evitar que fueran consumidas por la población. Desde el Ministerio de Salud pidieron a los productores de la provincia de Ibaraki, al sur de Fukushima, que cesaran de momento el suministro y el consumo. Edano explicó que si alguien consume la leche o espinacas contaminadas durante un año, recibirá una dosis de radiación similar a la que una persona se expone durante un reconocimiento radioscópico. “Esto no representa una amenaza inmediata”, recalcó.
Sin embargo, en este punto la Organización Internacional de Energía Atómica (AIEA) de alejó de postura del gobierno japonés. “Aunque el iodo radiactivo tiene una corta vida media de unos ocho días y decae naturalmente con el paso de las semanas, existe un riesgo a corto plazo para la salud humana si los alimentos contaminados con iodo radiactivo son consumidos”, indicó el organismo en un comunicado. “Si se consume, puede acumularse y causar daños a la tiroides. Los niños y la gente joven corren un riesgo particular por la ingestión de iodo radiactivo”, agregaron.
Según la OIEA, las pastillas de ioduro de potasio puede ayudar a prevenir que las sustancias como el iodo radiactivo se acumulen en la tiroides. Estas pastillas están siendo enviadas desde distintas partes del mundo a Japón, pero sobre todo desde Estados Unidos, y las autoridades japonesas recomendaron su ingesta a los evacuados de los alrededores de la planta nuclear, a modo de precaución. El organismo internacional señaló que de momento no se encontraron isótopos radiactivos en dosis fuera de lo normal en otros productos de consumo en Japón.
Pese a admitir que la relación comercial con Japón estaba “casi detenida”, el miércoles pasado las autoridades alemanas comenzaron a controlar los alimentos provenientes de Japón para detectar niveles de radiación. Ese mismo día la Organización Mundial de la Salud advirtió que podría haber alimentos contaminados en los lugares aledaños a Fukushima.
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