SOCIEDAD › LOS FESTEJOS EN PALERMO

Todo bajo control

Sin rastros de bebidas alcohólicas, con mate y gaseosa al por mayor, la Plaza San Benito, en Figueroa Alcorta y La Pampa, ofrece un Día de la Primavera light, hipercalmo. Bandas como Los Cafres y La Mosca en vivo suenan como música ambiente y le dan un toque festivo a la tarde de sol. El factor común: estar relajados, poca basura en el piso y adultos con sus hijos que se mezclan entre adolescentes. Los temas musicales ponen temperatura al lugar y sacuden de a ratos a algún dormilón que sale a bailar. La contracara está a unas veinte cuadras, cerca del Rosedal. Algunas corridas, golpes y arrebatos terminan con 40 detenidos y 26 atendidos por el SAME, pero sin heridas de gravedad.

Dentro del perímetro de rejas dispuesto para los recitales, Paula (19) y sus amigos sirven de caso testigo. Facturas, mate, frutas y gaseosas se disponen en el centro del grupo. A la joven la acompañan cuatro compañeros austríacos que estudian en Buenos Aires. Dicen que en su país no celebran el Día del Estudiante ni hacen nada por el Día de la Primavera. “Esto me gusta mucho”, celebra Theresa (23), fanática del mate. Sobre todo, le gusta “esta onda hippie” que se vive en el parque.

“No me gusta tanta reja, tanto control”, se queja Camilo (20), junto a su grupo. Para estos jóvenes, si la convocatoria a los recitales no fuera “tan restrictiva” habría mucha más gente en el lugar. La concurrencia no es escasa, pero por las bandas anunciadas (Airbag, La Mosca y Los Cafres) prometía un poco más. “Es que no está bueno que siendo adulto te prohíban tomar alcohol”, dice Violeta. El remate se lo dejan a Ricardo (39), el más experimentado: “Es medio hipócrita. Porque si te metés en un bar de enfrente podés tomar una cerveza”. Pero a pesar de las observaciones, el grupo concluye, entre risas: “Las estamos pasando muy bien”.

Dentro del perímetro abunda el control de personal de seguridad, policial o civil. Pero afuera la dinámica es similar. El mayor contraste se da entre quienes están a metros del escenario, parados, a puro salto, y el resto, en su mayoría sentados en el piso. El equilibrio lo rompen ciertos pasajes musicales, que logran poner de pie y hacer bailar a los que estaban relajados en el césped. Se arma un trencito con el popular “Mamá yo quiero”, de La Mosca, y el calor humano aumenta: las chicas se atan las remeras y dejan ver sus ombligos.

Afuera de las vallas sí hay lugar para clásicos como el picado de fútbol, el voley y los vendedores ambulantes. “Más que aros, me parece que la onda hoy era vender sandwiches y gaseosa”, comenta Pablo, artesano de pies a cabeza. Más feliz y como en un trance chamánico, baila Jonhatan, heladero. Junto a su bicicleta festeja, daikiri en mano –encubierto en una botella de plástico–, y hace alarde de su exitosa jornada: “¡Hoy el helado se vendió todo!”.

Aunque llegaron por Los Cafres, Wanda y Macarena, ambas de 19, no se inmutan cuando suenan los primeros temas de esa banda. Allí siguen, en su manta, echadas, miran al cielo, ven pasar los aviones. Para ellas, como para la mayoría de los asistentes, parece que (definitivamente) la propuesta es relajarse.

Informe: Leonardo Rossi.

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