El MSC Armonía, que había llegado al puerto de Buenos Aires precedido de titulares catástrofe después de haber pasado por el puerto de Montevideo sin inconvenientes, terminó pinchando la paranoia que se había inflado a su alrededor: el ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur, informó que el único tripulante que fue derivado al Hospital Muñiz para ser evaluado no padece influenza. Tres tripulantes tenían gripes leves.

El crucero Armonía llegó al puerto con la estela informativa que lo describió como si desparramara viruela. Una camarera había fallecido al contraer gripe B en Brasil. De todos modos, al continuar camino y alcanzar Montevideo, las autoridades sanitarias orientales chequearon la salud de los embarcados y siete empleados que estuvieron en contacto directo con Fabiana Pasquarelli, la empleada fallecida, descendieron para realizarse chequeos. En Uruguay se determinó que no existían riesgos, con lo que el crucero continuó su ruta.

Ayer, a las 7 de la mañana, arribó el crucero a Buenos Aires. Lo aguardaba Manzur, un ejército de ambulancias y anuncios catastróficos sobre su llegada. Según informó el ministro, un solo tripulante fue derivado al Muñiz para confirmar sus síntomas. Otros dos que mostraban síntomas leves fueron medicados en la misma embarcación y no precisaron de urgencias médicas. Luego se confirmó que el tripulante que descendió no padecía influenza o gripe de ningún tipo. El diagnóstico fue elaborado por el doctor Jorge San Juan, jefe del Departamento de Atención Intensiva del Paciente Infeccioso Crítico del Muñiz.

Finalmente, el crucero MSC Armonía, que había sido descrito cual enorme cuarentena flotante, fue abandonado por el ejército de ambulancias, convocadas por cuestiones más serias a la estación de Once.