SOCIEDAD › ENCUENTRAN A TRES HERMANITOS QUE FIGURABAN EN LA FACTURA DE EDESUR
La boleta que trajo buenas noticias
Un hombre se llevó a los tres hijos tras una denuncia de la esposa por violencia familiar. Ella entonces recurrió a Missing Children. Las caras de los chicos aparecieron en las boletas de luz. Así fueron descubiertos. Y después de dos años, se reencontraron con la madre.
”Fue como sacarles una tapita. Me vieron y enseguida empezaron a hablar y a recordar cosas, sus juguetes, su casa, todo lo que hacíamos juntos. Fue el momento tal como lo soñé todo este tiempo.” Así recordó Dionisia Avalos el reencuentro con sus tres hijos, de 8, 7 y 4 años, a los que volvió a ver anteayer, después de 24 meses de búsqueda desesperada. Los chicos habían sido secuestrados por su marido luego de que ella lo acusara por maltrato físico y psicológico en una iglesia a la que fue a buscar ayuda. Una asistente social empezó a visitar su casa. El mismo día de la desaparición, el 23 de mayo de 2001, Dionisia hizo la denuncia y se acercó a la organización Missing Children. Dos años después, la foto de Matías, el mayor de los tres, llegó a más de 2 millones de casas a través de las facturas de la empresa Edesur y una ola de llamados de vecinos de Lomas de Zamora permitió encontrarlos. “Fue impresionante la respuesta de la gente. Hasta mi hijo se vio en esa foto y preguntó por qué estaba ahí. Pero el padre le dijo que no era él, que era otro nene”, le contó Dionisia a Página/12 desde su trabajo en el kiosco de una universidad porteña, donde pasa 15 horas por día desde la desaparición de sus hijos.
Matías, Federico y Juan Francisco fueron encontrados el 21 de mayo en el partido bonaerense de Lomas de Zamora. Faltaban dos días para que se cumplieran dos años exactos desde su desaparición. Hacía pocos meses habían sido inscriptos en un colegio privado de esa localidad y vivían en una casa cercana con su padre, y con una hija de un matrimonio anterior del hombre, una mujer de 31 años que le habría ayudado a secuestrar a los nenes. La orden llegó desde la Justicia porteña y los chicos fueron retenidos en la escuela hasta las 23 de ese día, cuando los llevaron a un hogar de menores donde “permanecerán unos 30 días con asistencia psicológica para luego volver a vivir con su mamá, que ya tiene la tenencia total de los tres”, según explicó Susan Murray, presidenta de Missing Children. Un reciente contrato de esa organización con la empresa Edesur hizo posible que en una semana la foto de Matías, la primera en ser publicada, llegara a millones de casas de las zonas sur de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Aunque antes de ser localizado el hombre tenía orden de captura, ahora está en libertad y “como si no hubiera pasado nada, reclama la tenencia de los nenes”, remarcó Dionisia, que de ahora en más contará con protección policial para ella y sus hijos. El temor de la mujer se basa en los ocho años que ella denuncia violencia y amenazas de muertes continuas, hacia ella y sus hijos. “Esta historia empezó poco después de que nos casamos, él me pegaba siempre y a veces también a los nenes. Los asustaba, los retaba y los castigaba. Hasta al más chiquito, que en ese momento tenía dos años”, recordó.
Dionisia se cansó de intentar convencer a su marido de buscar ayuda psicológica. “Lo peor, cuando dije basta, ya no más, fue el 18 de abril de 2001. Era el cumpleaños de Matías y ese día él me pegó. Agarré a los nenes y me fui. Desde una cabina llamé a un 0800 de violencia familiar. Me dijeron que buscara dónde dormir esa noche pero tuve que volver a mi casa porque no tengo familia y no tenía a quién recurrir”, relató ayer. Al día siguiente, se acercó a una iglesia del barrio, en La Boca, y allí encontró la ayuda de un grupo de monjas: “El se dio cuenta de que las hermanas me estaban ayudando mucho. Cuando empezó a venir la asistente social a casa, me empezó a amenazar, me maltrataba más. Hizo todo un plan y un día, con excusas, sacó a los chicos del colegio diciendo que yo estaba internada, se los dejó a su hija y cuando yo los fui a buscar aprovechó, se llevó al más chiquito de casa y desapareció”. No era la primera vez que este hombre intentaba secuestrar a sus hijos, según cuenta. Lo había hecho en sus dos matrimonios anteriores, con los dos hijos del primero, uno de ellos la mujer que ahora vive con él, y también con los hijos de su segunda pareja. Desde ese 23 de mayo, Dionisia entró en una depresión profunda. Entonces empezó a trabajar en el kiosco de la universidad para estar activa: “Pedí a mi jefe trabajar doble turno, 16 horas por día, de lunes a sábado. Teníaque luchar y buscarlos pero no podía quedarme sola en mi casa. ¿Qué iba a hacer yo en mi casa si mis hijos no estaban?”, se pregunta ahora.
Durante el tiempo en el que Dionisia recorrió los lugares y organizaciones que estuvieron a su alcance, el padre mantuvo a los nenes escondidos y los trasladó de un lugar a otro mientras les repetía que su mamá estaba muerta. Los chicos dejaron de ir a la escuela por períodos y tuvieron maestras particulares. Sin embargo, aun cuando iban a la escuela, “permanecían aislados, no se relacionaban con los compañeros y nunca hablaban de su mamá”, contó la psicóloga de la escuela de Lomas de Zamora donde la Justicia los encontró.
El hombre los llevaba, los iba a buscar y nunca los dejaba jugar con otros chicos ni tener ninguna actividad extraescolar. No salían a la calle y ni siquiera los dejaba jugar en el patio de la casa. “Verlos correr en el parque del hogar donde están ahora fue increíble. Era como si un cachorrito está encerrado dos años y después se lo suelta en un jardín. Estaban felices, corrían, saltaban, eran libres”, describió la mamá de Juan Francisco, Federico y Matías.
Su padre había sido ubicado en tres lugares diferentes de la provincia de Buenos Aires –uno de esos en el partido de Tigre– antes de ser localizado en Lomas de Zamora. “Pero no podían detenerlo hasta que la Justicia de la Capital no se pusiera de acuerdo con la de la provincia, entonces se escapaba”, lamentó Dionisia. Pero esta vez, la ayuda de los vecinos que se comunicaron con Missing Children le desbarató la huida. Según contó Susan Murray, llamaban varias veces y contaban los movimientos del hombre a cada momento. “Todos habían visto la boleta de la luz. Hasta Matías se vio a él mismo, pobrecito, y cuando nos encontramos me dijo: ‘Mamá, estaba mi foto pero no estaba tu dirección, yo no te podía llamar’”, recordó la mujer que ya habló con su jefe para empezar a trabajar “sólo ocho horas” cuando recupere a sus hijos.
“Se les nota en las caritas que sufrieron mucho, pero se van a recuperar. Tengo que esperar un mes o un mes y medio para tenerlos conmigo. Quisiera que sea menos tiempo, pero lo más importante es que ya volvieron a sonreír y por eso estoy muy feliz”, concluyó Dionisia, a la espera del próximo encuentro con sus hijos, que será esta tarde.
Producción: Paula Bistagnino