Ariel Castro, el hombre acusado de haber secuestrado y violado durante diez años a tres mujeres en su casa de Cleveland, en el norte de Estados Unidos, se declaró culpable ayer para evadir la pena de muerte, a cambio de pasar el resto de su vida en prisión.

Castro, de 53 años, aceptó un acuerdo con la acusación que, de ser refrendado por el juez, lo enviará a prisión perpetua sin opción a libertad anticipada.

“–En virtud de la ley, un prisionero condenado a una pena de cárcel sin posibilidad de liberación anticipada (...) permanecerá en prisión hasta su muerte. ¿Comprende usted esto?”, preguntó cortésmente el juez Michael Russo a Castro, quien compareció en traje naranja de prisionero con unas pequeñas gafas y una barba de días.

–Sí, su señoría –respondió el ex conductor de autobús.

–¿Cree que hay alguna razón, alguna esperanza, de que salga de la cárcel antes de su muerte? –insistió el juez.

–No lo creo.

–Usted no saldrá nunca, ¿eso está claro?

–Sí.”

Si el acuerdo entre Castro y la parte acusadora es aceptado por el juez, no se llevará a cabo un juicio y sus víctimas no tendrán que testificar. En el transcurso de la audiencia, Castro confesó haber sido él mismo víctima de abuso sexual cuando era niño: “Yo también he sido una víctima cuando era niño”, dijo.

El hombre se enfrentaría a la pena de muerte de ser declarado culpable de homicidio agravado por haber provocado abortos a una de sus víctimas al golpearla y no alimentarla. Este crimen es considerado un delito capital en Ohio si ocurre en el marco de un secuestro. En total, 977 cargos fueron levantados contra el secuestrador, de los cuales 937 siguen vigentes dentro del acuerdo alcanzado ayer.

Castro fue arrestado el 6 de mayo después de que Amanda Berry, de 27 años, lograra escapar de su casa con su pequeña hija, tras captar la atención de un vecino logrando sacar su mano por la puerta apenas abierta. La policía encontró luego a otras dos cautivas en la casa: Gina DeJesus, de 23 años, y Michelle Knight, de 32. Las tres mujeres habían sido raptadas en incidentes separados en 2002, 2003 y 2004.

Ayer, Castro dijo que no entendía del todo algunos cargos de los que se lo acusaba debido a problemas psicológicos relacionados con lo que él calificó como una “adicción a la pornografía”. “Hay algunas cosas que tengo, que no comprendo debido a mi problema sexual a lo largo de los años”, afirmó al ser preguntado sobre si sus abogados le habían explicado los cargos en profundidad.

Russo le explicó que él tendría oportunidad de referirse a esos temas en la audiencia de la sentencia, pero le repitió una y otra vez que al firmar el acuerdo de culpabilidad aceptaría que nunca sería liberado. Castro dijo entonces que renunciaba a cualquier derecho a una apelación futura o impugnación de la sentencia y agregó que su casa sería demolida y sus pertenencias abandonadas.

Se espera un fallo formal en la audiencia que tendrá lugar el próximo 1º de agosto, cuando Castro y sus víctimas podrán estar presentes en el tribunal si así lo desean.