SOCIEDAD › MENOS LLAMADAS AL SAME EN ESCUELAS CON MEDIACION
La sangre que no llega al río
En 18 escuelas de la ciudad de Buenos Aires, tanto primarias como secundarias, se respira un aire de tranquilidad inusual. El nivel de agresión es casi nulo, los chicos hablan de sus problemas y hasta pudieron llegar a un acuerdo sobre la utilización del patio de juegos. Los docentes, aún incrédulos, no paran de repetir la palabra que dio paso al milagro: mediación, dicen fascinados tras ver los resultados de un programa que, en las escuelas donde está implementado, hizo bajar un 30 por ciento las llamadas al SAME. Sus protagonistas se reunieron ayer para ver cómo podían trasladar sus saberes a la comunidad.
“Primero estuvimos poniendo en común algunas ideas de lo que nos preocupa sobre nuestro barrio y después definimos propuestas para ver si los de arriba hacen algo”, dijeron casi al unísono Tamara y Victoria, que cursan cuarto año en la escuela Fray Mamerto Esquiú, de Caballito, como síntesis de lo que fue el encuentro en el Centro Cultural San Martín.
Allí, 250 chicos debatieron durante dos horas sobre los conflictos que existen en sus vecindarios, propusieron al gobierno soluciones para el problema de los cartoneros y para la gente que vive en la calle y, sobre todo, se comprometieron a difundir la mediación a nivel barrial.
Para estos chicos, esta novedosa forma de resolución de conflictos les ha cambiado su vida quizás en forma permanente. “Los padres nos cuentan que notan fuertes cambios en la conducta de sus hijos, incluso en las peleas que tienen con sus hermanos. Ven que se paran en otro nivel y siempre intentan solucionar el problema”, describió la profesora Inés Manzano, de la escuela Provincia de San Luis, de Parque Patricios, donde cuentan con 18 alumnos mediadores que se turnan en parejas para estar todos los días disponibles para solucionar los problemas de sus compañeros.
Así, ante una pelea o una discusión, los chicos pueden recurrir a ellos, quienes los llevarán a un cuarto cerrado y a través de algunas técnicas de mediación intentarán acercar a las partes. “La confidencialidad es esencial, ya que la presencia de un mayor los inhibe. En cambio cuando los chicos están frente a pares tienden a entenderse más fácilmente”, explicó Alicia Caruso, la coordinadora del proyecto, reflexión que es corroborada por los propios alumnos que, ante la pregunta, se niegan a contar los casos en los que actuaron, aduciendo la confidencialidad del hecho. Solo si se les confirma que no van a salir los nombres de los implicados acceden a contar algunos detalles.
“El caso más difícil que nos tocó fue cuando un chico le pegó a otro porque era más chiquito, pero no querían hablar porque estaba la directora. Recién cuando ella salió del aula para llamar a la mamá contaron la verdad y pudimos resolver el problema”, explicaron Cristian, Eliana y Gabriela, el equipo de mediadores de la escuela Nº 6 de Lugano.
Producción: Damián Paikin.