SOCIEDAD › JUAN DOMINGO APOLINARIO ROMERO, DIRECTOR DE FM DE LA VILLA 31

“Hasta los pesados nos escuchan”

Hace cuatro años, con una indemnización compró un equipo transmisor para abrir un medio que fuera parte de su trabajo social con los pibes de la villa. El resultado es la 88.1 El Milenio Continúa, hecha por adolescentes, una radio donde sólo se prohíbe la política “de punteros” y la apología de la droga. La historia de un hombre parco y de voz ronca, que vino de Córdoba hace 19 años y en el camino aprendió un par de cosas.

 Por Andrew Graham-Yooll

–Siempre trabajó aquí en la Villa 31, pero ¿cómo empieza aquí?
–Hasta hace cuatro años trabajábamos en lo que es contención de niños. Después los chicos crecían, y querían hacer otras cosas. Surgían otros problemas. Yo tenía que dividirme entre atender a los niños por un lado y a los chicos más grandes por otro. Una vez que un chico está pisando los 16 años es difícil que pueda jugar con niños.
–Pero, ¿qué tipo de ambiente era ése? ¿Dónde se juntaban?
–Siempre juntábamos a los chicos de la calle en esta Agrupación Juvenil Los Principitos de Retiro, desde hace casi 20 años. Nosotros buscábamos la forma de instalar entre los adolescentes la idea de resistirse contra la adicción y la delincuencia, a través de trabajos por los más chicos. Cuando uno le da responsabilidad a un adolescente es cuando tiene que demostrar que merece esa confianza y que lo pueden hacer por medios propios. Todos los sábados trabajamos en eso todavía.
–Y ¿cómo viene el salto de trabajo comunitario a la radio de la Villa 31?
–Los chicos que habían crecido buscaban otra actividad. Yo no encontraba el camino ni tenía los medios. Teníamos unos talleres de varias actividades, pero no buscamos apoyo político. Principalmente porque yo no quiero saber nada con políticos. Prefiero no tener beneficio alguno pero no tener compromisos con los punteros. Yo siempre digo que la droga y los políticos son la peste. En 1998 me hice de una indemnización por un despido del Sheraton Hotel, donde trabajaba como personal de seguridad. Me echaron cuando se publicó que yo trabajaba con un grupo de pibes en la Villa 31. Mi empleo imponía que no podía ni vivir ni trabajar en lugares de dudosa moralidad. Así decían.
–¿Con la indemnización construyeron este centro y compraron el equipo de la radio?
–Noooooo. Estos tres pisos ya estaban construidos porque yo trabajaba mucho, le dije que trabajaba mucho, demasiado, y me había pagado la construcción. Antes de la radio podíamos jugar aquí, hacer talleres, cosas... Hasta que apareció el tema radio. Dividimos el edificio, quisiera techar la terraza y hacer un tercer piso. La radio la tenemos aquí en el tercer nivel, que es el segundo piso. En el primer piso por ahora no hacemos nada y en la planta baja está mi casa. Me gustaría seguir ampliando nuestro proyecto. Pero no tenemos reconocimiento. Si se rompe algo tengo que ir a rogarle a Dios y a María Santísima para que me ayuden.
–¿En qué sentido ampliación y en qué reconocimiento?
–Bueno se necesita una chapa. Nosotros hasta ahora no hemos podido tramitar la autorización como Asociación Civil, que es la forma en que podríamos operar. No tenemos los 400 pesos necesarios para registrarnos, y por lo tanto el Estado nos ignora.
–¿El equipo cómo lo compraron?
–En 1999, con la indemnización que cobré compramos un equipo de 380 watts. Yo pensé que iba a recibir unos 300 pesos, pero me pagaron bastante más, como el triple. Entonces lo hablé con mi hijo más grande, para ver si comprábamos una casita que tanto queríamos acá en la provincia de Buenos Aires, o si hacíamos la radio. Mi hijo me dijo que fuéramos por la radio, si bien creo que al hacer eso le quité una parte del futuro a mis hijos. Pero no estoy arrepentido. El 13 de noviembre de 1999, hace cuatro años, inauguramos la FM 88.1 El Milenio Continúa. Tengo una mujer que me banca todo. Me he separado 24 veces, siempre por el mismo problema, que es tener la casa abierta en la villa. Hay chicos que entran y salen y se hace pesado para ella algunas veces. La puerta siempre está abierta. Prefiero que los chicos puedan entrar y tengan un lugar donde cobijarse. Que los chicos vengan y digan que quieren tomar vino. Pero que lo tomen acá, y que lo disfruten, pero que no anden tomando otras cosas y después hay queverlos muertos. No me parece negocio tratar de ocultar la realidad de la villa. A mí me conviene sacar la realidad al aire. Así todos pueden saber cómo vivimos.
–¿Cómo formaron la FM 88.1?
–Bueno, cuando empezamos nos asesoró gente acerca de cómo hacer una radio comunitaria, ya que esto no es una radio comercial. Acá no se cobra el espacio, es una radio dedicada a los adolescentes, ellos tienen que hacer los programas. Salimos a las ocho de la mañana hasta las 24 horas. Arrancamos a las ocho con un programa que se llama “Café con leche”, lo hace un pibe que se viene todos los días de Almagro. No es profesional, pero es nuestro más profesional. Es un experto. A las diez viene “Frecuencia Pop”. A las once hay un programa evangélico (aclaro que acá entra el que quiera, yo tengo una Virgen acá en la pared, pero no impongo religión). Después está Frecuencia Boliviana. Y en la tarde hay programas de música en que la gente llama y pide temas y conversa. Los chicos algunas veces se quedan todo el día acá. Hasta que llega una madre que dice que su hijo tiene que estudiar entonces los echamos por 15 días. Acá hay tres escuelas en la Villa, dos del Estado, y una privada, de la Iglesia Católica, donde va mi hija (ella también tiene un programa en la radio). Cuando empezamos el Círculo de Radioaficionados nos enseñaron a usar los equipos, y después vino un sobrino que nos ayudó con el audio y a calibrar los equipos. Y salimos. El alcance es de 15 kilómetros, pero llegamos a unos siete. No llenamos todo nuestro alcance. Una vuelta nos habían sospechado de intervenir el espacio del Aeroparque porque nos acusaron de eso en un diario, pero luego se demostró que no era así. Vino un técnico de Aeroparque para asegurar que no interferimos.Acá vino una nena con ocho años a hacer musicalización técnica. Hoy tiene doce o trece años y es nuestro gran orgullo. Es la mejor musicalizadora. Algunas veces los chicos se han quedado hasta las cuatro de la mañana limpiando y trabajando en el mantenimiento. Vivimos rogando a Dios que no se rompa ningún equipo porque no hay plata para arreglos. Yo antes trabajaba mucho y ganaba bien para hacer todo esto. Ahora no.
–Usted, ¿de qué vive?
–Yo trabajo aquí en la feria de la villa. Vendo mercadería y me encargo de la limpieza de la feria, y los domingos vendo comida. Mis hijos me ayudan a vender locro. Vivimos con un promedio de ochenta pesos semanales. Pero no tengo ningún subsidio. Eso sí, los chicos de la radio reciben cinco planes de subsidios para estudio.Si uno no es puntero no es viable el trabajo comunitario en la villa. No se recibe ningún plan ni subsidio oficial. Hay radios que no tienen ni remotamente la organización, alcance ni inserción que tenemos nosotros y reciben subsidios de dos mil pesos del Gobierno.
–¿La gente se acerca a la radio y ustedes están en contacto con todos?
–Claro que sí. Viene todo tipo de gente. Acá sólo se prohíbe hablar de política o hacer la apología de la droga. Se puede decir que menos los grupos más inclinados a la delincuencia, todos vienen. Igualmente los pesados nos escuchan, por eso digo que sí estamos en contacto. Nos escuchan, nos llaman, piden temas. Nosotros pasamos la música que ellos piden, por lo general la villera, esa letra que lastima el corazón. Mientras yo digo que hay disfrutar del aire que tenemos, sin, digamos, aditivos, esa música predica algo mucho más duro.Desde la radio vemos muchas cosas. Hay gente que trae una carta agradeciendo algo que hablamos, tratando de entender algo muy particular en alguna familia. Hay momentos conmovedores. Otros bravos. Una nena llamó de urgencia y dijo “venga que me estoy muriendo. Me voy en sangre”. Y acá en la oficina las chicas la atendieron y descubrieron que era su primera menstruación y ella no sabía qué era. Nos tocan muchas sorpresas.
–Esa vehemencia antidroga y antipolítica suya, ¿qué origen tiene?
–Yo tenía un amigo al que quería mucho. Eramos muy cercanos, él en mi casa yo en la de él. Y me enteré, cuando él ya estaba muriendo, que se drogaba y tenía HIV, y no había ninguna autoridad que lo ayudara. El murió y yo quedé muy marcado por esa muerte. Era un pibe que medía un metro ochenta, pesaba 90 kilos, y cuando murió llegó a pesar 38 kilos. Eso sensibiliza mucho. Cuando los chicos vienen por aquí con problemas uno se da cuenta en seguida. Aclaro que lo de antipolítica es relativo. Tenemos un chico de 17 años, peruano, que es un excelente periodista político. Así nos enteramos de que la gente de Macri, en una reunión con punteros quedaron en que si entraban iban a cerrar la radio.
–Acá hay un olor a pucho que voltea...
–Sí, yo fumo, pero prefiero fumar cigarrillos aquí y que no se fumen un porro.
–¿Siempre vivió en la villa?
–En realidad, sí. Vine de Córdoba a los veinte años, pasé cinco meses en Lanús, y después me vine para Retiro. Estoy entre las personas que refundan la Villa 31. Yo recuerdo haber pasado por la Villa en su primera época, pero realmente no estaba aquí. No me prendo, como algunos, de la memoria del Padre Mugica, que si no fueron monaguillos, le iban a hacer los mandados, otro le limpiaba la casa o le arregló el techo... Es la forma que muchos tienen de sentir que pertenecen aquí, pero no sé si todas esas historias son verídicas.
–En la función teatral que la radio hizo en un escenario donde está la feria, para el Día del Niño, usted anunciaba que los que participaban tomaban parte “En la Escalera a la 31”. Ese incentivo a buscar un estrellato, un futuro en la tele, es muy superficial. ¿No tendrían que decir que hay muchas otras cosas que hacer, laburar fuerte?
–Sí, pero enfocamos ayudar a que los chicos puedan exhibirse. Dentro de lo poco o mucho que esto tenga de fantasía, si pueden llegar a ser estrellas o no, lo que anhelamos es que los chicos puedan enfrentar al mundo con la cabeza bien alta. Estos chicos que usted vio cantando en el escenario no caminaban erectos, no cantaban. Caminaban con la cabeza gacha y algunos dormían en la calle. Por lo tanto, una experiencia que les permita cantar en público fortalece su confianza, no es sólo el sueño de llegar a un estudio de televisión.Aclaremos que la función que usted vio es Romeo & Julieta-La Villa, que dirige Gabriel González Lema, y en la traducción de Shakespeare al idioma villero ayudó mi hijo. Actuaban chicos de la Villa 31, y también la murga Los Guardianes de Mugica. Nosotros con la radio queremos demostrar que hay muchas cosas divertidas en la vida que se pueden lograr sin salir a robar. Fíjese que yo muchas veces no estoy acá y los chicos manejan todo, tienen control de todo, y nunca faltó nada. La programación la dirige un gerente, hay un productor general y tenemos dos coordinadores. Cada uno tiene sus obligaciones. Los chicos, cuando trabajan bien, van asumiendo responsabilidades. Tienen que darse cuenta de que están en un medio de comunicación, no en un jueguito de mesa. Tenemos un psicólogo y un terapeuta asesorándonos cuando los necesitamos. Pero el Gobierno de la Ciudad, y los candidatos, sólo ofrecían mandar un médico durante la campaña. Acá vino hasta la Patricia Bullrich. Les dijimos que si venían a trabajar, bien, pero si venían por la foto que se fueran. El Gobierno no ayuda cuando tenemos problemas en serio, cuando caen chicos detenidos, o que se escapan de la casa y hay que buscarlos por las calles. Justo antes de las elecciones recibimos mercadería, unas cajas de galletitas y seis kilos de azúcar, para que nos durara treinta días.
–¿No le convendría abrir la radio a una participación comercial que traiga dinero?
–Si nosotros nos abrimos a lo comercial perdemos a los chicos. Ibamos a pedirles un bono a los grupos religiosos que hacen programas. Siempre vienen, no tanto en invierno pero sí en verano, para saber cuánto se cobrael espacio. La Iglesia Universal quería comprar todo el espacio de la noche, total... Yo les dije que sí, pero que tenían que trabajar los chicos. Me dijeron que no, porque ellos traerían todo, y les dije que no.
–¿No les conviene registrarse antes de chocar con el Comfer...?
–Vamos a chocar. Trabajamos a través de la Farco (Foro Argentino de Radios Comunitarias), por herencia. Hace seis años atrás había una FM 88.1 que se llamaba Radio Padre Mugica. Duró menos de un año porque a los pocos meses les robaron todo el equipo, pobres. Nosotros habíamos estado en esa radio haciendo dos programas con los chicos. Cuando a ellos les robaron todo, nos quedó las ganas de hacer algo nosotros. El problema de inscribir una radio es que hay que tener 40.000 pesos para empezar, y después no sé cuánto más para ser legal. Lo que queremos hacer primero, lo de la Asociación Civil, no cubre la radio. Puede estar amparada, pero no alcanza. Tenemos un abogado que hace las cosas gratis, pero igual necesitamos el dinero para la inscripción más allá de la gestión.
–Una entrevista mencionaba que hay reductos controlados por bandas en la Villa 31.
–Hay. En una entrevista con la revista Newsweek de EE.UU., yo les dije que no voy a negar la delincuencia y la droga. Están aquí en Retiro. Pero no nos merecemos fama por eso. Cada vez que se nombra a la 31 es por droga y delincuencia. No por cosas mejor. Es cierto, es más nota donde se consume y se mata. Pero también se puede controlar. Entre enero y hace dos meses, esto era territorio intransitable, se tiraban de punta a punta, se mataban. Yo le pedí por carta la renuncia al comisario de la Seccional 46. Al pedirle la renuncia parece que se despertó y se dio cuenta de que había que trabajar. En realidad, aquí y ahora, los únicos que realmente nos ayudan son la policía. Aquí hay chicos que no salen de la droga porque en su casa se consume. No tienen chance. No pueden conversar con los padres. Vienen a buscarnos acá a la radio. Esto es Naciones Unidas en serio, aquí hay argentinos, bolivianos, chilenos, paraguayos, peruanos, de toda América latina. Vea, éste es un barrio como cualquiera, pero está mal visto porque es la Villa 31 Retiro. Por lo general usted no ve noticias que identifican a Palermo por el número de gente que matan. Mataron a tres en Barrio Palermo. Deben estar matando gente ahí todos los días y no nos enteramos. ¿Alguna vez vio un titular que diga “Hay drogadictos en Palermo”? Pero si detienen a un drogadicto en la Villa 31, toda la información se hace alrededor de ese dato. No niego que eso suceda, pero lastiman los titulares. Cuando yo devolví un dinero que encontré, el titular decía, “Devolvió un millón y vive en la villa”. Me dejaron marcado. En 1997, cuando era empleado de seguridad en un banco encontré un bolso con un millón de pesos. Lo devolví. Al mismo tiempo tenía un trabajo de seguridad en el Sheraton. Yo había dado un domicilio de un primo en Ramos Mejía, porque si anotaba el de la villa no me daban trabajo. Entonces fueron a verificar dónde vivía. Mi primo no estaba en casa y una parienta, sin conocer el problema, dijo que yo no vivía allá. Me pidieron la renuncia por falso domicilio. No renuncié, y finalmente me echaron y me indemnizaron. Aclaro que pese a eso tengo cinco diplomas de reconocimiento por mi responsabilidad en el trabajo. Yo todavía puedo andar con la cabeza bien alta.
–Los políticos en la campaña dijeron que había que urbanizar la villa.
–Sabe, hace 19 años que escucho lo mismo. Ojalá que mis hijos vean el cambio. Usted me pregunta por qué soy tan vehemente contra la droga: le doy la contrapartida, estoy tan contra los políticos porque no hacen nada contra la droga. ¿Cuándo un político hace una promesa y la cumple? Me vinieron a ofrecer 22 pesos para votar por Mauricio Macri y a los chicos que pueden votar. Tienen derecho a aceptarla, pero no quiero que se acostumbren a la plata fácil.
–¿Qué población tiene la Villa?
–Más o menos cinco mil familias. Cinco mil para arriba. El Estado da unas tres mil para arriba, que significa negar casi la mitad.

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