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Con una mueca de complicidad, la mamá de Luz le pidió al guarda de la Línea A, en la estación Acoyte, que la dejara pasar. Se conocían, era evidente, con una sonrisa abrió la puerta y les dio el pase libre a ambas.

Observé toda la escena y cuando llegaron al andén me puse a hablar con la mamá. Su cuerpo menudo parecía el de una adolescente, pero me dijo que tenía 22 años y que además de Luz, de dos años, tenía otro hijo de siete años y uno de seis meses. Me contó que su ex marido, que trabaja cerca de la estación, la había dejado “varada”, que venía todas las semanas a buscar dinero, pero que hoy no le había dado nada y tenía que volver a su hogar en La Plata.

Mientras Luz correteaba inquieta y feliz con una botellita de plástico vacía y su pañal pesado que pedía un cambio, su mamá, cansada, la cuidaba y decía “no para un minuto”. Le pregunté si cobraba la Asignación Universal por Hijo y dijo que no entendía de trámites y que no estaba bien informada. Suponía que la asignación la cobraba el papá de los chicos, que tiene un trabajo en blanco: “El me da por semana algo de plata”.

Le recomendé que se acercara a la Anses con los documentos y que se asesorara, porque desde hace un año se estableció que fueran las mujeres las que cobren la AUH. Llegó el subte y nos sentamos juntas. Luz seguía jugando y su mamá la sentó a upa. “Yo a mis hijos les doy todo lo que me piden”, dijo la joven madre, quien, a mis ojos, carece de tanto. Me dice que estudió, que terminó la secundaria y que piensa en trabajar cuando termine de amamantar.

La mamá de Luz no conoce bien el alcance de sus derechos. De eso hablamos durante gran parte del viaje compartido. Mientras la miro y escucho su historia hecha de exclusión, responsabilidad y sacrificios, vienen a mi mente las declaraciones públicas de otra mujer, Hilda “Chiche” González de Duhalde. En estos días, la ex senadora volvió a arremeter contra las mujeres, descalificándolas: “Hay mujeres que están llenas de hijos y tienen más hijos porque les van a pagar 400 pesos por quedar embarazadas”. Así se piensa y se expresa respecto de las mujeres de los sectores populares la madre de las manzaneras.

Seguramente habrá muchos otros casos como el de la mamá de Luz. Contra la mirada prejuiciosa y estigmatizadora de los que piensan como Chiche Duhalde, es necesario continuar con la difusión y profundización del acceso a las políticas de inclusión. Detrás de las críticas abiertas o veladas a la AUH hay una violencia implícita hacia las mujeres que debe ponernos en alerta.

Llegamos al final del recorrido, la mamá de Luz se despide y dice a su hija “saludá a la señora”. La pequeña me sonríe y levanta su mano. Me iluminó el día.

* Especialista en infancia.