Un niño de casi dos años llegó golpeado y ya fallecido a un hospital de la localidad bonaerense de Rafael Calzada. Tenía severos golpes en la cabeza, dos costillas rotas y presentaba úlcera estomacal. La madre dijo a los médicos que su hijo se había caído de la cama. Pero la autopsia determinó que esos traumatismos no eran producto de una caída, por lo que tanto ella como el padrastro de la víctima quedaron detenidos, acusados de haber cometido homicidio. El caso se suma a una seguidilla de hechos similares ocurridos en las últimas semanas.

En la mañana de ayer, un niño de un año y nueve meses fue llevado a la guardia del Hospital Arturo Oñativia, del partido de Almirante Brown. Benjamín Santino Caballero estaba muerto y tenía golpes, en especial uno muy fuerte sobre la frente. La madre dijo que su hijo se había caído de la cama el día anterior y que de ese golpe se había recuperado, pero que a la mañana siguiente, al no poder despertarlo, lo llevó al hospital.

Ante las dudas que les generó el caso, y por tratarse de una muerte violenta, los médicos hicieron la denuncia a la policía. En la causa intervino la comisaría 6ª de Temperley. Los fiscales Lorenzo Latorre y Jorge Grieco ordenaron una autopsia: los forenses fueron contundentes al señalar que se trataba de un homicidio, porque los traumatismos craneoencefálicos en la cabeza de la víctima no eran por una caída sino por golpes que le fueron aplicados. Además se detectó que el niño tenía dos costillas fracturadas y hasta una úlcera estomacal compatibles con maltratos físicos.

Ante este cuadro y la convicción de que se trataba de un crimen intrafamiliar, el fiscal Grieco convocó a la madre de Benjamín y a su actual pareja a los tribunales de Banfield, y allí dispuso su aprehensión. Grieco imputó a la pareja por el delito de “homicidio calificado por el vínculo y por la alevosía”, que se castiga con la pena máxima del Código Penal: prisión o reclusión perpetua.

El asesinato de Benjamín es el último registrado de una seguidilla de crímenes contra infantes en las últimas semanas.

El martes pasado, en Chaco, murió una beba de cuatro meses, después de haber sido ser abusada sexualmente presuntamente por un amigo de su madre.

El 9 de junio, en el barrio de Flores, un nene de cinco años fue trasladado de urgencia en una ambulancia del SAME con traumatismos en distintas partes del cuerpo al Hospital Piñero, donde murió. Su padrastro, que lo cuidaba mientras la madre del nene trabajaba, dijo que lo encontró inconsciente en su cuarto de la casa. Desde el hospital se hizo la denuncia a la policía y la comisaría 38ª, y así se inició una causa caratulada como “muerte dudosa sospechada de criminalidad”. El padrastro del nene, de 33 años, terminó detenido ante la sospecha de ser el autor de la golpiza.

En febrero pasado, una beba de ocho meses llegó a la guardia del hospital Sor María Ludovica de La Plata con politraumatismo de cráneo y en estado de “muerte cerebral”. Los padres –un albañil de 22 años y una empleada de un supermercado de 19– acudieron en principio al hospital de la localidad de Brandsen con su hija Mía en brazos, bañada en sangre. El padre explicó que “tenía a la beba en brazos y se me cayó de repente”. Mía agonizó durante dos días y finalmente murió. La víctima fue examinada luego por peritos del gabinete de Delitos Sexuales, que encontraron “gravísimas lesiones a nivel vaginal y anal”. Los padres quedaron imputados por “abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante por haberse cometido por un familiar directo, y homicidio”.