SOCIEDAD
› LOS PERITOS ENCONTRARON RESTOS
HUMANOS EN EL ZOO DEL EX FUNCIONARIO
Musa Azar, el coleccionista de huesos
Son 15 piezas humanas de manos y de un pie. La mayor parte fue quemada hace una semana, a días de las inspecciones en el lugar. Ahora realizarán los análisis para determinar si el ADN se corresponde con los de las chicas muertas. Sospechan que los restos pertenecen a más de una persona.
› Por Alejandra Dandan
Sospechan que las muertes del doble crimen no son las únicas muertes del señor de los espías. En su reserva zoológica se encontraron, según los investigadores, 15 huesos humanos, la mayor parte quemados hace una semana, cuando se aproximaba la inspección sobre el campo. Entre ellos hay tres falanges de una mano y existe una de un pie; esta última fue encontrada ayer sobre el techo de la jaula de un pájaro y es una de las pocas piezas que no están carbonizadas. Para los peritos, ese dato ahora es clave: sería uno de los huesos sobre los que podrían hacerse pruebas de ADN, inútiles en huesos calcinados. Todavía no se sabe de quién son los huesos, pero sospechan que el zoológico del horror podría tener restos de más de una persona. Esas sospechas fogonearon ayer otra nueva expedición judicial, esta vez hacia otro de los predios del ex comisario Musa Azar: la jueza María del Carmen Bravo llevó a su batallón de combate hacia una finca ubicada a 120 kilómetros de Santiago. Según un testigo, por allí se solían escuchar gritos desgarradores de mujeres y silbidos de balas. El dato incorporó a la siniestra historia del gran jefe del aparato de represión de los Juárez una nueva identificación: ahora también sería el dueño de un campo de entierros humanos clandestino.
El señor de los espías no para de acumular goles en contra. En su reserva, ésa que está siendo rastrillada milímetro a milímetro desde el sábado pasado, aparecieron piezas óseas pequeñas semejantes a las humanas. La mayoría de los huesos estaba escondida bajo tierra a unos 15 metros de la segunda entrada del campo, una finca ubicada en El Arraga, a treinta kilómetros de Santiago.
La inspección sobre el zoo del horror está dirigida por Enrique Prueguer, un perito criminalístico contratado por el Superior Tribunal de Justicia local para trabajar exclusivamente en la causa de La Dársena. Prueguer fue uno de los peritos del triple crimen de Cipolletti, del caso Menem Junior y de su caballito de batalla: el caso Carrasco. Con esos elementos a cuestas, está dirigiendo ahora un equipo de 60 policías que sondean desde el viernes pasado el sitio que para los investigadores fue el escenario del crimen de La Dársena: el zoológico al que llegó Patricia Villalba después de las once de la noche del 5 de febrero, el sitio donde la torturaron y el lugar donde la colocaron sobre una mesa de chapa antes de trasladarla al monte de La Dársena. Bajo esa hipótesis trabajan Prueguer y el juzgado: en la primera recorrida encontraron la mesa de chapa y ahora están convencidos además de que allí estuvieron hasta el 6 de febrero los restos de Leyla Bhsier, la primera de las dos chicas muertas.
El análisis de los cuerpos y las declaraciones de tres policías que trabajaban bajo las órdenes de Musa Azar en la Secretaría de Informaciones de la provincia, fueron algunos de los elementos que orientaron la investigación primero sobre Musa y después sobre su parque zoológico, una extensión de tierras sórdidas donde se amontonan gritos de pájaros, jaulas de cabras, de ovejas y de pericos parlantes cotizados en 25 mil dólares en Estados Unidos. Allí aparecieron los huesos, ¿pero cuáles?
El cuerpo de Leyla llegó a La Dársena con 57 piezas, tomando el cráneo como pieza completa, explicó una de las fuentes de la investigación. La cantidad de piezas presentes y las descripciones habían sido hechas en dos pericias, una con origen en Santiago y otra de Buenos Aires. Entre los huesos que faltaban, estaban las manos y los pies. Pero especialmente faltaban los huesos más chicos, aquellos que fácilmente podían confundirse con huesos de animales o que desaparecen devorados por sus mordidas.
Esas son las características de las piezas que aparecieron el viernes y ayer a la mañana: eran todas pequeñas, de manos y de un pie. Esos restos estaban quemados, enterrados y rodeados por los restos de un neumático,donde aparentemente habrían estado metidos hasta el miércoles pasado. Lo que pasó ese día, ahora es otra de las líneas que se investigan dentro del juzgado de La Banda. Aquel día comenzaba a saberse que la jueza avanzaría sobre la reserva de El Arraga. De acuerdo con una fuente del juzgado, cuando los peritos empezaron a hacer excavaciones en ese sitio y se fueron encontrando con los huesos, uno de los hombres de Musa, encargado de los cuidados de la finca, habría reconocido que recibió la orden de hacer fuego y eliminar esas supuestas pruebas.
¿Serán pruebas? Por ahora nadie lo sabe. Los peritos pretenden definir la identidad de los huesos. Pero éste es el punto donde las cosas parecen complicadas. Los huesos que pasaron por el proceso de combustión no podrían ser sometidos a pericias genéticas. Así, habría sólo una muestra para determinar la identidad: es parte del dedo de un pie. Apareció ayer a la mañana sobre el techo de chapas de la jaula de un pájaro.
Qué pasó con Leyla y con sus huesos, aún no se sabe. Desde el juzgado, la presunción es que Leyla murió, que fue entregada a un grupo de tareas manejado por Musa Azar para hacerla desaparecer y que en el proceso de desaparición existió un desmembramiento hecho tal vez con un cuchillo.
Ahora también entre los investigadores comienza a aparecer algún esbozo de hipótesis sobre los huesos quemados del zoo. En borrador y a tientas, ayer pensaban que podría tratarse de un modus operandi diseñado por la banda: quemar los restos para impedir cualquier posibilidad de que se analice genéticamente uno de los capítulos centrales del doble crimen de La Dársena.
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