SOCIEDAD
Cúneo Libarona, un toque mediático para la defensa de un ex represor
El ex comisario Musa Azar, principal acusado por el doble crimen de La Dársena, convocó para su defensa al ex abogado de Coppola, quien aún no respondió: fue a Japón a ver a Boca.
Por Alejandra Dandan
Primero fue un errado affaire con Samantha Farjat. Más tarde, la prisión por la causa AMIA y finalmente el tormentoso final de Lourdes Di Natale, la secretaria de Emir Yoma. El archimediático abogado Mariano Cúneo Libarona todavía no está satisfecho. Ahora mismo está a punto de meter los pies en otro terreno minado: el doble crimen de La Dársena. Su estudio jurídico analiza desde el viernes una oferta para asumir la codefensa de otro archi, el archidenunciado ex comisario Musa Azar. Esa opción ya provocó un escándalo en Santiago del Estero. El abogado del ex represor ayer presentó su renuncia, ofendido por lo que definió una “falta ética” de Libarona y una muestra de “poca confianza” y “una agachada” de su ex patrón. “Además –disparó como desahogo–, ¿sabe dónde está Libarona en este mismo momento?”
Luis Vergottini terminó diciéndolo, sumergido en un estado de cólera creciente: “Se fue a Japón a ver a Boca, ¿me quiere decir qué tipo de defensa va a poder hacer desde allá?”
La aparición de Cúneo Libarona en el escenario de Santiago del Estero es un hecho. Lo que aún no está resuelto es la relación que tendrá con el ex jefe de los espías del juarismo. En este momento, su estudio está trabajando en la defensa de Silvia Ruiz, una poderosa empresaria vinculada con los negocios de la carne y detenida en el marco de las investigaciones del doble crimen. Ese es el caso que defienden los hermanos Libarona asociados ahora con José Alberto López, un abogado de Río Hondo.
Por esa razón, Mariano y Rafael Cúneo Libarona viajaron a Santiago el jueves pasado, y entonces comenzaron a aparecer las especulaciones que concluyeron con la renuncia de Vergottini. “Ante una pregunta que le hizo uno de los periodistas locales –explica el ahora ex abogado de Musa– Libarona dijo que no desdeñaba actuar en la codefensa de Musa Azar.” Ese elemento lo molestó pero no tanto como aquel que conoció poco más tarde. El viernes a la tarde Mariano Cúneo Libarona y su hermano Rafael se entrevistaron a solas con Musa Azar en la sede de Gendarmería, donde está detenido. La cita fue pedida por el propio ex comisario. “Nos reunimos con él porque nos pidió un diagnóstico de su situación y una estrategia para defenderse”, dijo Rafael Cúneo Libarona, consultado por este diario.
“Es cierto que nos ofrecieron el caso –indicó–, pero por el momento nosotros no hemos tomado ninguna decisión.” Es más, aclaró, “el tema está parado hasta que mi hermano vuelva de viaje”. Finalizado el partido de Boca en Japón, el estudio Libarona tomará la decisión. Mientras tanto, el ex todopoderoso jefe del aparato de represión del juarismo estará en manos de un defensor oficial. Vergottini presentó su renuncia “indeclinable” justamente por esa entrevista privada. “Está demostrando una falta de confianza de Musa –explicó– y una falta de respeto de los abogados.” Antes de renunciar, esperó durante todo el fin de semana una disculpa pública de Libarona “pero me acabo de enterar de que el abogado está de viaje. Imagínese –insistió–, eso le da la pauta de la responsabilidad con la que asume el caso”.
Para Vergottini, todo parece cosa de principios: “Yo no puedo compartir una defensa ni un café con él. No está a mi altura moral, gracias a Dios nunca me sacaron esposado de mi estudio jurídico, ni mi mujer se suicidó arrojándose de un octavo piso”.
En su despacho quedó un paquete de 37 puntos destinados a refutar las pruebas acumuladas en el juzgado de La Banda contra su ex defendido. Era parte de una estrategia que estaba lista para –tal como lo definió Vergottini– “hacer implosionar la causa por dentro”. Hasta ayer llevaba nueve meses como defensor del ex jefe de los espías. Desde ese entonces, “¿sabe todo lo que padecí?”, dice y enumera una decena de situaciones delirantes: “Me golpearon –dice–, me pegaron, me escupieron y he tenido que salir escondido como ladrón o escapándome por las ventanas de los juzgados”.
Y terminó: “¿Este es el fin que me merezco?”.