Martes, 9 de febrero de 2016 | Hoy
SOCIEDAD › LOS DOMOS TIENEN LAS COMODIDADES DE UN HOTEL, PERO EN LA NATURALEZA
La actividad se conoce como glamping, mixtura de camping con glamour. Se trata de modernas carpas (domos), equipadas con todas las comodidades como camas con sommier, sillas, refrigerador y en contacto directo con el bosque.
Por Sonia Santoro
A él le encantan los lagos del sur y la pesca con mosca. A ella el asunto de la carpa y compañía no la tentaba demasiado. “Mi amor no es tan grande como para acompañarlo en carpa”, dice ella, entre risas, claro, ahora que encontró la solución: “Surgió la posibilidad de los domos y me encantó”.
¿Domos? Probablemente jamás haya oído hablar de ellos. Pero aquí una definición: los domos son como una carpa de lujo, amplias, ¡con camas de verdad! y otras comodidades. Y son el alojamiento clásico de una tendencia turística en auge: la de combinar el camping con algo de confort. La llaman glamping (glamour más camping).
Leticia Bayon, de Mar del Plata, secretaria de médicos y con esposo trabajador de una empresa constructora, son nuestros él y ella del comienzo del artículo. Fue así como este año pasaron la primera semana de enero en El Aura Lodge, un complejo que tiene una concesión en el Parque Nacional Los Alerces, y propone pasar la noche en sus domos geodésicos, para así disfrutar del cielo y el bosque. “Es casi como estar de campamento, pero en un lugar único y con toda la comodidad”, dicen en la gacetilla de prensa. Y ese “casi” es el que hace la diferencia.
“Nos tocó un tiempo hermoso –sigue contando Leticia–, el domo está ubicado al lado de un arroyo y a orillas del lago el lugar es impresionante. Cuando llegamos me pareció lejos de los baños y poca luz, pero al irnos mi opinión era distinta, eso mismo nos daba tranquilidad e intimidad; como el tema de la luz nos permitió disfrutar de un cielo que no conocía, es un espectáculo ver las estrellas. Yo volvería y mi esposo no se hubiera ido nunca.”
El proyecto de El Aura se inició en 2003, con cabañas y sector de camping. Con los domos empezaron el año pasado. Instalaron siete. ¿Por qué? “Es una experiencia que se está haciendo en el mundo. La oportunidad de tener relación más directa con la naturaleza, el fogón, la noche. Y por otro lado, permite acceder a un espacio con un costo más accesible. Tenés una estructura removible donde hay básicamente una cama y un servicio de mucamas. No hemos hecho del domo una instalación de lujo, sólo que permite que duermas bien. Afuera se cocina, el baño es como en cualquier camping, es compartido. No hay televisión, ni wifi. La idea es que vas a relacionarte con la naturaleza y tenés que dedicarle el tiempo. Tratamos de volver a un espacio más lento y silencioso. Es como un premio: trabajás menos, no tenés que hacer carpa, tenés sabanas limpias, estás calentito. Vivís afuera y dormís adentro”, resume Alfredo Zubiri, accionista y fundador de El Aura SA.
“Unir la versatilidad de una carpa con el confort de un hotel fue la respuesta a lo que entendimos era la necesidad de la gente que viene de distintos rincones del mundo y busca en la Patagonia: vivir la naturaleza, y aventurarse a este ambiente indómito”, cuenta Sergio Zeballos, socio fundador de Adventure Dome, uno de los emprendimientos pioneros en Argentina, ya que desde 2007 ofrece esta propuesta.
“Los domos son estructuras de hierro, recubiertas con lonas de alta densidad, que gracias a su estructura geodésica basada en triángulos puede soportar grandes presiones en su estructura. La accesibilidad a los baños comunitarios es muy buena y hace que la experiencia sea auténtica con el concepto de los domos. Igualmente, debemos hacer énfasis en que lo más atractivo del campamento no transcurre dentro de los domos, sino fuera”, agrega. Adventure Dome está ubicado en la península que se encuentra a tan sólo 12 kilómetros en línea recta del glaciar Perito Moreno y promete acceso exclusivo a más de 400 hectáreas de bosque nativo y fauna autóctona.
Es que el glamping no es sólo una carpa un poco más amena. Dicen los que saben que también está relacionado con respeto por la naturaleza. “En todos los casos, los glamping parten de premisas básicas como el cuidado del medio ambiente, el uso eficiente de energía y agua, el control de la basura de sus huéspedes y arquitecturas respetuosas del entorno, lo que genera instalaciones prácticamente camufladas para no alterar el paisaje. El impacto sobre la naturaleza debe ser ínfimo”, explica Mariana Orsi, responsable comercial de El Aura Lodge.
En esa línea también trabaja Alterra Pinamar, que desde 2012 ofrece algo novedoso en la costa. Silvina Spina, autodefinida como “directora creativa de mi propio emprendimiento”, cuenta que “la sustentabilidad y el reutilizar las cosas fue nuestro leitmotiv”. El proyecto se construyó sobre una galería de arte que había desarrollado el arquitecto Clorindo Testa. “Lo reciclamos e hicimos ateliers para que se alojen artistas”, cuenta Spina. Y así fue.
Los ateliers funcionan en contenedores. Los containers son otro modo de alojamiento de este tipo de propuestas. “Los trajimos desde el puerto de Buenos Aires. Nuestra estrategia fue no talar ningún pino. No modificar el ambiente. Toda construcción en seco, materiales que reutilizamos y reutilizable”, cuenta Spina. Aunque eso no quiere decir que haya que reducir el confort. En primer lugar, tienen grandes ventanales que van del techo al piso del container. “La gente tiene todos los servicios necesarios”, dice Spina, que en este caso sí incluyen wifi y muchas otras cosas como kitchenet, microondas, aire frío-calor, hidromasaje, terraza individual, cama matrimonial con sommier, living con dos sillones cama.
El acento está puesto en este caso en lo verde. Cuenta con una huerta orgánica de la que los huéspedes pueden consumir hierbas aromáticas, las maderas para hacer el asado la sacan de su propio bosque, enseñan a hacer compost (abono orgánico). “Y también tratamos de que la gente se lleve algo. Aprender el reciclado, la separación, tratamos de generar conciencia. Tratamos de usar lo que tenemos para pasarla bien todos, nosotros y el ambiente”, resume.
La tendencia, que ya es moda en Estados Unidos y Holanda, entre otros países, llegó a América del Sur hace un par de años con emprendimientos también en Chile y Uruguay.
En el sur de Chile, desde 2003, funciona Ecocamp, creación de los amigos Yerko Ivelic y Javier López. “Inspirados por los kaweskar –un pueblo indígena de la Patagonia que se desplazaba de un lugar al otro construyendo y deconstruyendo domos sin dejar huellas– Yerko y Javier construyeron los primeros domos en el parque nacional Torres del Paine. EcoCamp se hizo conocer como el primer hotel geodésico en el mundo”, cuenta Timothy Dhalleine, su community manager.
“En sus primeros años, el hotel solo tenía domos standard, sin electricidad pero ya reconocidos por su comodidad y su experiencia mejorada de ‘camping’. El concepto inicial de EcoCamp era permitir a los pasajeros conectarse con los demás y con el entorno del lugar –una naturaleza única en el mundo–. En 2008 empezó una nueva etapa, EcoCamp diseñó los domos suite y los domos superior, con más espacio, electricidad y calefacción. Desde el inicio del proyecto, la electricidad se obtiene gracias a energías renovables (solar e hidráulica). EcoCamp cuenta con baños de compost, recicla sus desechos y fomenta el compromiso social con la comunidad, lo que permitió al hotel crecer como un modelo de sustentabilidad”, explica. Hacia ahí, buscando esa conexión íntima con los paisajes y las personas, llegan pasajeros de Estados Unidos, Australia, Canadá, Nueva Zelandia, Brasil e Inglaterra.
Como en toda tendencia, hay mucho de marketing en el diseño de esa necesidad y no faltan quienes ven las propuestas con crítica sin anestesia. “Glamping: cobrarle a la gente cool tarifa de habitación 4 estrellas por una carpa. Genios, Robin Hood se saca el sombrero ante ustedes”, comentan en una web, por ejemplo. Es cierto que los costos no son para cualquiera. La base es de unos 1500 pesos la noche para cuatro pero puede llegar a superar la cifra de tres ceros y cotizarse en dólares. Como sea, para quienes puedan pagarlo y la vida en el camping tradicional nunca fue una aventura; o, si lo fue, quedó allá lejos varias décadas atrás. Para los que, como dice Leticia, el amor no les da para acompañar a nadie a una carpa o para las que no quieren seguir trabajando en las vacaciones pero sí buscan una estadía más cercana a la naturaleza, el glamping aparece como una tentadora alternativa vacacional.
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