SOCIEDAD › EL TRIPLE CRIMEN DE LA CASAQUINTA DE SAN VICENTE
Sospechas en el círculo de allegados
Por Horacio Cecchi
Si todo es como las evidencias lo señalan, las sospechas sobre el triple crimen de San Vicente se acotan alrededor de un círculo de allegados de las víctimas, Jorge Alberto Canteros, su madre, Norma de Canteros, y su pareja, Giselle Edith Minod. Los datos que permiten esta hipótesis se concentran especialmente en que ninguno de los tres atinó a defenderse, no se hallaron rastros de pelea, y fueron fusilados con disparos en la nuca. El robo está prácticamente descartado porque no se llevaron nada de valor (electrodomésticos, varias antigüedades), salvo 700 pesos ocultos en una caja de lata de galletas. “Es un crimen muy raro”, describió a Página/12 un investigador. El hijo de Canteros, de nombre Alex y de 18 años, no es el principal sospechoso. Según la misma fuente, “su relato por ahora coincide. Lo investigamos porque es el primero en descubrir los cuerpos”.
Aunque todas las miradas convergen sobre el círculo de allegados, no hay precisión sobre cuán estrecho es ese círculo. Hasta el momento puede haber sido cualquier conocido de las víctimas. Incluyendo a Alex, pero también excluyéndolo. Sí se sabe que existió la suficiente proximidad que explica la ausencia de rastros de defensa. “Todo pasó en el comedor –señaló la fuente–. Encontramos cáscaras de naranja, por eso suponemos que estaban de sobremesa. No hay signos de pelea. Puede haber sido una venganza o algún tipo de entuerto familiar. No hubo robo. Estaban los electrodomésticos. La caja fuerte estaba abierta pero sólo tenía papeles viejos. Según el chico (Alex), se llevaron 700 pesos que había dentro de una lata de galletitas vieja, y sólo un arma (una 7.65, del mismo calibre que las balas que mataron al hombre y las dos mujeres) de la decena que había en el lugar.”
La causa estuvo rodeada de una serie de versiones que podrían ser ciertas, pero que todavía no fueron comprobadas. Por el momento no fue comprobado que Giselle Minod hubiera cobrado un seguro por 100 mil pesos. Tampoco se comprobó la fiereza de los cinco perros (cuatro doberman y un ovejero alemán). Incluso, a la hora del crimen, los animales estaban encerrados, como de costumbre, en un cuarto contiguo al dormitorio. La pareja no parecía ser acaudalada. “La quinta está bien –confió la misma fuente–, pero la pileta y el quincho estaban muy deteriorados. El hombre se dedicaba con su mujer a comprar detergente concentrado y cloro, lo diluían, y salían a venderlo por el barrio.” Alex es investigado, pero su relato concuerda. A las 18.30 del sábado salió con un amigo y una pareja a jugar al pool a Temperley, y regresó alrededor de las dos de la mañana y descubrió el cuadro.