SOCIEDAD › DENUNCIó QUE LA TUVO SECUESTRADA, PERO ESTá PRESA PORQUE EN UNA FOTO CON éL PARECE TRANQUILA

La balanza misógina de la Justicia

Una mujer acusada de filicidio en Oberá, Misiones, denuncia que su pareja mató a la nena. Sostiene que las tuvo secuestradas y que estaba aterrada. La jueza dice que no le cree por una foto.

 Por Horacio Cecchi

Para la primera semana de septiembre está anunciado el juicio oral a Victoria Aguirre, una estudiante de magisterio acusada de matar a su hija Selene de dos años y cuatro meses, en Oberá, Misiones, en enero de 2015. También está acusado Rolando Lovera (31), la pareja de Aguirre durante los últimos cuatro meses de vida de Selene. Aguirre acusa a Lovera y denuncia que las mantuvo secuestradas durante 15 días, que golpeaba y quemaba a su hija, y amenazaba con matarla. Hasta que la mató. La declaración de Aguirre, la de su familia, la de los pediatras que atendían a la nena, el peritaje que determinó que se encontraba dominada por el terror que él le despertaba, y la declaración de una médica intimidada por Lovera, no fueron tenidas en cuenta. V.A., que se considera víctima, está acusada de homicidio agravado por el vínculo (perpetua). Paradójicamente, Lovera, a quien denuncia, está acusado de homicidio simple por no tener vínculo con la niña (de 8 a 25 años). La jueza Alba Kusman de Gauchat, que la mantiene presa sin otro motivo que su sentido común y su capacidad fisonomista mucho más común que su sentido, dice desconfiar de Aguirre porque la vio en una foto, junto a su hija y Lovera, “con semblante relajado y sonriente”. Las probabilidades de éxito de Victoria Aguirre dependen de que la balanza judicial misionera se sacuda su miopía para analizar cuestiones de género.

V.A., de 23 años, está presa hace casi 600 días, con preventiva, en el penal de mujeres de Villa Lanús, a pocos kilómetros de Posadas. El juicio se realizará en Oberá, donde ocurrió el crimen, ante el Tribunal Penal Uno, integrado por Lilia Avendaño, Francisco Aguirre y José Pablo Rivero. La defensa está a cargo de Roberto Bondar y en el caso se presentó como amicus curiae Fabiana Túñez, titular del Consejo Nacional de las Mujeres.

Túñez reclama que la justicia está obligada a asumir cada caso desde la perspectiva de género y que no hacerlo significa cargar la responsabilidad sobre la víctima (en este caso no sólo Selene sino también su madre, Victoria Aguirre). Sostiene que se trató de un femicidio vinculado, aquel en el que el femicida mata a “personas con vínculo familiar o afectivo con la mujer (...) con el objeto de castigar y destruir psíquicamente a la mujer”.

Bondar acusa a Lovera: sostiene que la muerte de la nena (a manos de Lovera) ocurrió en un contexto de violencia de género ejercida contra Aguirre. Bondar afirma que al principio de la relación, Lovera se mostró amoroso y atento. El 30 de diciembre de 2014 decidieron ir a vivir juntos, y a los quince días, Lovera le impidió seguir estudiando, le rompió el celular, sólo permitió que se comunicara con su familia a través del suyo, pero sin permitirle utilizarlo. Era él quien informaba a los padres de Victoria que todo estaba bien y que ella no podía atender. La encerró bajo llave en el espacio que alquilaban o en el cuarto que disponía en la arenera en la que trabajaba. La violó varias veces.

Lovera estuvo acompañado y apoyado por un amigo de la arenera, Oscar Correa, quien declaró como testigo cuando, según Bondar, podría haber sido coimputado. Además de las declaraciones de Aguirre, el abogado incorporó las de sus padres y su hermana, la de los pediatras de Selene, y un dato decisivo: hasta que Lovera las encerró y aisló de su familia, Selene había sido atendida puntualmente y con dedicación, nunca tuvo marcas de golpes ni de maltrato. También subrayó que era común durante esos días que él le diera a beber un té después del cual Aguirre quedaba dormida.

Según Túñez, “en la imputación contra Victoria Aguirre, así como contra Lovera, la calificación legal adoptada hasta el momento, se sigue de una investigación fiscal descontextualizada e incompleta. En otras palabras, el ministerio público (Elías Bys) no ha investigado sobre la violencia de género denunciada por Aguirre, que es el contexto del asesinato de Selene.” Túñez afirma que la declaración de Aguirre “ofrece elementos contundentes, y presenta patrones comunes característicos de los relatos de víctimas de violencia de género, y aporta ejemplos que demuestran que suelen caer en la retractación y los testimonios ambivalentes o poco claros respecto al agresor”.

Y Túñez agrega que “el juzgado de instrucción (Kusman) expresamente da cuenta de su parcialidad a la hora de valorar arbitrariamente el testimonio de Aguirre y Lovera en base a estereotipos de género”.

La jueza de instrucción sostiene que a priori descree de la versión de Aguirre. La desconfianza de la jueza del sentido común se basa fundamentalmente en una foto tomada con el celular de Lovera “en la que se puede apreciar a la Sra. Aguirre con semblante relajado y sonriente, lo que no condice con el rostro de una persona secuestrada o bajo amenazas”, cita Kusman.

La defensa recordó que el día anterior a que fuera asesinada Selene, Victoria despertó después de haber sido sedada y vio a la nena desnuda, con quemaduras y golpes y logró pese a las amenazas que Lovera las llevara al hospital. Allí, la pediatra Cristina Schiefeibein atendió a Victoria y no logró convencerla para internar a la nena. Lovera se encontraba a la vista y amenazó a la médica. La pediatra, en lugar de entrevistar a Victoria a solas, se asustó y dejó que se fueran, sin siquiera remitir un informe a la Oficina de Violencia Doméstica provincial.

La jueza Alba Kusman que descree de la víctima por su semblante en la foto, y el fiscal Elías Bys que dice haber investigado el caso, rezan juntos en el juzgado antes de iniciar sus tareas. En un proceso con un crucifijo como emblema, va a ser difícil a Victoria despegarse de la imagen bizarra de santa madre a que está obligada a ser, y poder sembrar sobre el señor aunque sea una sombra de sospecha.

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Victoria Aguirre, presa por una Justicia con mirada misógina.
 
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