SOCIEDAD
No reprimir a los adictos sino derivarlos a terapia
La recomendación fue impartida por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, de la ONU, en su informe anual. La estrategia de reducir la demanda.
El informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), de las Naciones Unidas, presentado ayer en Buenos Aires, recomienda el control y seguimiento de los delincuentes que son adictos a las drogas, pero “no para reprimirlos sino para derivarlos al tratamiento”, en el marco de una estrategia global destinada a lograr “la reducción de la demanda”, sobre todo en los sectores pobres de la población. El secretario de Lucha contra el Narcotráfico, Ricardo Grimson, dijo que “no siempre hay que asociar a la droga con los delitos violentos”, pero admitió excepciones, como Brasil, donde “un gran porcentaje de los casi 30.000 homicidios anuales puede atribuirse al abuso y al tráfico de drogas”. Sobre la Argentina, Grimson expresó preocupación por el vínculo alcohol-droga-violencia: “El 14 por ciento de los casos de incidentes atendidos en hospitales son derivados del consumo de alguna de esas sustancias”.
Grimson afirmó que en la Argentina “no se producen drogas prohibidas”, aunque en los últimos tiempos “creció la exportación de precursores químicos que son usados para extraer la sustancia alucinógena de la droga en estado vegetal”. Sobre la heroína, aclaró que en el país “no hay un consumo significativo y tampoco hay producción”, mientras que en Europa, por el contrario, la relación de consumo es de “4 por 1, entre la heroína y la cocaína”. El secretario de Estado admitió que las drogas hacen estragos en los sectores populares y la Argentina no es la excepción.
La Junta recomienda a los gobiernos la aplicación de “políticas de reducción de la demanda con medidas sociales, económicas y de represión” del narcotráfico. El organismo propicia “un criterio multidisciplinario que contemple programas eficaces para reducir la demanda y para proporcionar empleo, porque en muchos lugares la droga se convierte para los jóvenes en una salida laboral”. En los casos de los pequeños distribuidores, Grimson dijo que la política es “utilizar el sistema judicial no para reprimir y encarcelar a los drogadictos sino para derivarlos a un tratamiento para lograr su recuperación”.
Grimson destinó parte de su exposición a citar datos anecdóticos que demuestran que “la inventiva popular” lleva a excesos altamente nocivos como inyectarse “agua de cloaca, porque produciría algún efecto alucinógeno, o colirios por vía endovenosa”. Sobre las medidas preventivas a nivel local, Grimson destacó que “las fronteras son menos permeables”, aunque al mismo tiempo se constató que “la ruta de la cocaína va de Perú hasta Australia, pasando por Argentina”. Explicó que el lugar de origen puede precisarse mediante la biología molecular, “que determina el lugar de producción con la precisión de una pericia balística”.
Otra ruta que llamó la atención fue la seguida por la “cocaína producida en Colombia, que luego pasó por Chile, por Argentina, el Caribe, hasta llegar a los Estados Unidos y a Europa”. Una novedad en el circuito de comercialización es el uso de internet, “por donde se puede conseguir GHB, una droga sintética parecida al éxtasis”. Grimson se mostró partidario de “no favorecer la liberación del consumo de droga” porque los países que lo hicieron “tuvieron que volver atrás, porque el consumo se incrementó ostensiblemente”. También expresó alarma por el consumo de alcohol entre jóvenes: “Antes era extraña una borrachera antes de los 18 y ahora ocurre a los 13 años”. En una reunión con 20 chicos, ¿cuánta cerveza se consume?, fue la pregunta de Grimson. Y él mismo respondió: “Ochenta botellas. ¿Les parece lógico?”, concluyó.