SOCIEDAD › REPORTAJE A LA TITULAR DEL CONSEJO NACIONAL DE LA MUJER
“Somos más víctimas de la violencia”
Resistida por las organizaciones de mujeres por sus posiciones cercanas a la Iglesia, María Lucila “Pimpi” Colombo anuncia que su gestión apuntará al “fortalecimiento familiar”, que pretende evitar la violencia doméstica y enseñar a las parejas cómo criar a sus hijos.
Por Mariana Carbajal
Cuando era diputada, una foto suya junto al Papa ocupaba un lugar preferencial en su despacho de la Legislatura porteña. En su nueva oficina la acompaña una imagen de la Virgen de Luján. Toda una declaración de principios. María Lucila “Pimpi” Colombo, fundadora y dirigente del Sindicato de Amas de Casa de la Argentina, acaba de asumir al frente del Consejo Nacional de la Mujer. Pero su designación no fue bien recibida por el movimiento de mujeres, por sus posiciones más cercanas al Vaticano que al feminismo local. En una entrevista con Página/12, la funcionaria defiende sus credenciales para ocupar el cargo y adelanta los pilares de su gestión, que se basará en el fortalecimiento familiar, a través de “promotores de familias”, que se encargarán desde formar a parejas en edad reproductiva a prepararse para un embarazo saludable hasta enseñarles cómo criar a sus hijos.
Pimpi Colombo viene de encabezar una gestión que no brilló al frente del Consejo Nacional de Niñez, donde arribó –con la asunción de Néstor Kirchner– de la mano de Gustavo Beliz, su referente político. Colombo ingresó a la Legislatura porteña como diputada de Nueva Dirigencia y terminó siendo presidenta del bloque del PJ. Su tarea legislativa se destacó por el impulso de leyes que protegen a las mujeres embarazadas y madres. El movimiento de mujeres no le perdona sus votos en contra de la leyes de salud sexual reproductiva y de unión civil. Ella prefiere no polemizar, dice que su trabajo desde el Sindicato de Amas de Casa por el reconocimiento social del “trabajo invisible” de las mujeres en el hogar y por un salario para las amas de casa la avalan para desempeñar esta nueva función.
–¿Usted es feminista?
–Si considera que Evita fue feminista, sí. Algunos piensan que no lo fue. Pero no me gusta que me digan feminista porque muchas organizaciones que se dicen feministas se han olvidado de las mujeres.
–El movimiento de mujeres le cuestiona haber votado en contra de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva de la ciudad.
–Voté en contra porque fue la única manera de abrir la discusión. Algunos de los puntos en los cuales yo estaba en desacuerdo, después entraron en la ley: que los anticonceptivos que se prescriban sean “no abortivos”; y que los padres sean incorporados en el tratamiento de la información sobre salud reproductiva. No basta con que el chico vaya al médico, que puede ir solo, pero es muy importante que si tiene prácticas sexuales que pueden tener consecuencias, tenga el acompañamiento de su familia y encuentre en sus padres el respaldo para sus decisiones de vida.
–Pero no todos los adolescentes tienen una buena relación con sus padres que facilite el diálogo sobre sexualidad.
–Por supuesto, ni con los médicos.
–¿Usted considera abortivo el DIU?
–Ese no es un pronunciamiento que me tiene que preguntar a mí. Como legisladora, mi función era establecer cuál es la norma y para mí la norma tiene que ser la libertad, la democracia y la vida. Esos son los valores que defendí. Vengo luchando desde hace 21 años por los derechos de las mujeres, por el reconocimiento de su trabajo, por el rol importantísimo que tienen en la familia. No deben ser obligadas a salir a la calle, como si ésa fuera la única vía de emancipación, ni relegadas dentro del hogar. El año pasado logramos la sanción en la ciudad de la ley que obliga a los hospitales a permitir el parto acompañado de las mujeres y para que se trabaje en la difusión de los derechos de las mujeres en el parto. Eso es muy importante en la salud reproductiva.
–Otro tema que genera debate es la anticoncepción de emergencia. ¿Su gestión promoverá que se difunda y se garantice su entrega en hospitales?
–Lo que corresponde que nosotros establezcamos son los valores y los lineamientos de política.
–Muchas mujeres no conocen este método de anticoncepción de emergencia porque tiene poca difusión, algunas veces, por presiones de la Iglesia.
–¿A usted le parece que la anticoncepción de emergencia es una política de prevención? Como su nombre lo indica, es de emergencia. Lo que se tiene que construir es otra cosa. ¿Yo qué haría? Trabajaría con las universidades para que la formación de los médicos sea a favor de la salud y no de atención de la enfermedad; trabajaría para reconstruir valores en la sociedad para que no sea tan fácil hoy para los hombres cometer abuso sexual sobre las mujeres.
–Pero ante un escenario donde son recurrentes los abusos sexuales a mujeres, es importante que se conozca la anticoncepción de emergencia para evitar que la violación se traduzca en embarazo.
–Supongo que esos son los protocolos de salud. Pero no me parece que sea lo que tenga que caracterizar la política nuestra.
–¿Cuál será el objetivo prioritario de su gestión?
–Que este Consejo se integre a la mesa que está elaborando el Plan Familia, una de las patas de la política social del gobierno nacional. Que no esté sentada el área Mujer en la discusión qué tiene que contener un plan para la familia argentina parece un despropósito, porque quien está sosteniendo en la mayoría de los casos las familias es la mujer.
–¿Va a impulsar el reconocimiento de un salario para las amas de casa?
–Es una bandera a la que yo no renunciaría. No sé si se la estaría planteando hoy al Presidente como una prioridad cuando el Estado ha puesto un ingreso a la familia. Pero al Plan de Jefas y Jefes de Hogar, que ha sido muy importante en la emergencia, le faltó una mirada cualitativa: en lugar de sacar de su casa a las jefas de hogar que están percibiendo un ingreso para hacer una prestación en la municipalidad cortando yuyos, habría que dejarla consolidando su familia. ¿Quién podría afirmar que es más importante cortar yuyos que esperar a los chicos que vuelven de la escuela con la taza de leche y preguntarles cómo les ha ido?
–¿Cómo piensa fortalecer las familias?
–Estamos trabajando en un plan de promotores familiares que se encarguen de asesorar, por ejemplo, a las parejas que estén en edad reproductiva a prepararse para la maternidad, conocer sus derechos en el parto, también en trabajar con las familias para formar vínculos libres de violencia, para prepararse para una sexualidad satisfactoria y responsable, para aprender a cuidar a sus chicos, a sus mayores, incluir la mirada de que los varones y las mujeres deben compartir con equidad.
–¿Cuáles son los puntos más críticos con relación a las mujeres en la Argentina?
–La desvaloración de la tarea que la mujer cumple, la disgregación de la familia que somete a la mujer a un esfuerzo ciclópeo, la desvalorización en el trabajo en cuanto a sueldos, jerarquías, ascensos. Además, las mujeres somos mucho más víctimas de violencia que los varones.
–El reclamo por la libertad de Romina Tejerina, la joven encarcelada después de matar al bebé producto de una violación, es una de las banderas del movimiento de mujeres. ¿Cuál es su postura?
–No tengo posición tomada. La niñita que murió era una vida. Lo que le pasó a Romina es dramático por donde se mire. El Estado tiene que apoyarla para reconstruir su vida.
–¿Es partidaria de la despenalización del aborto?
–Para las mujeres, el aborto no es una cuestión de derecho, es un dolor profundo, es una situación a la que la mujer llega porque en general hay un varón que se borra. No me voy a olvidar cuando en 1995 fuimos a ver a Juan Pablo II. El Papa hizo una carta a las mujeres y una de las cosas más lindas que dijo fue que siempre que la mujer llega a un aborto hay un hombre que se ha desentendido. Me pareció espectacular que en una persona que nunca sería sospechada de promover el aborto, había una idea de desculpabilizar a la mujer. Nuestra obligación es trabajar para la inclusión de los varones en la responsabilidad respecto de la sexualidad.
–También mueren muchas mujeres por abortos realizados en forma precaria y por eso se reclama su despenalización.
–La Argentina tiene una estructura normativa y el Gobierno no se plantea modificarla. Nosotros tenemos que dar pasos para que las mujeres no mueran por abortos ni en los partos, ni solas, enfrentando toda la situación de la maternidad.