SOCIEDAD
Tiraron a matar porque sí, como en la masacre de Ingeniero Budge
Dos efectivos de la Bonaerense están presos por fusilar a un chico desarmado, en José C. Paz. No hubo más muertos por milagro.
Por Carlos Rodríguez
Los dos policías, presos por un caso de gatillo fácil en José C. Paz, que hace recordar la masacre de Ingeniero Budge, ocurrida en mayo de 1987, admitieron ante la Justicia que hicieron 9 disparos contra un grupo de cinco jóvenes desarmados, pero alegaron que sólo tuvieron “una intención disuasiva”. Las consecuencias del ataque a balazos, que incluyó tres disparos de Itaka, fueron fatales: Daniel Alberto Pérez, de 18 años, uno de los jóvenes, murió al recibir en el pecho una perdigonada de la escopeta usada por uno de los policías. “Ellos dijeron que creyeron ver el fogonazo de un arma y que por eso dispararon contra los jóvenes, tres chicos y dos chicas, pero está claro que la versión es inverosímil y por eso se ordenó su inmediata detención”, informó a Página/12 un vocero cercano a la investigación, a cargo del fiscal de San Martín, José Guozden. La fuente comentó que “por milagro no hubo más muertos”.
Los policías detenidos son el sargento primero Manuel Sueldo, acusado de ser el autor material, y el agente Duilio Cabrera, imputado como partícipe del homicidio y por abuso de armas. Los policías, que pertenecen al Comando de Patrullas de José C. Paz, reconocieron que hicieron nueve disparos, tres con la escopeta y seis con una pistola 9 milímetros. El episodio ocurrió en Combate de los Pozos y El Zonda, a donde habían concurrido los policías luego de recibir la denuncia de un vecino por supuesto desorden en la vía pública, en el marco del sistema de cuadrículas, proyectado para garantizar la seguridad de los ciudadanos.
“No hubo motivo alguno para disparar y eso surge del relato de los testigos y de los propios policías, que bajaron del móvil 6866 en el que estaban, hicieron los disparos y se volvieron a ir; los chicos no tenían armas y el único fuego lo producían unas ramas y papeles encendidos para combatir el frío”, explicó el vocero judicial. El ataque se produjo a las 0.15 del sábado, pero recién se hizo público ayer. Los policías fueron detenidos el mismo sábado, por la noche.
Los cuatro sobrevivientes y otros dos testigos coincidieron en que los policías “no dieron la voz de alto y dispararon sin ningún motivo, sin recibir ningún tipo de agresión previa”, dijo a este diario el vocero judicial. El Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires dispuso el inmediato relevo del jefe del Comando de Patrullas de José C. Paz, comisario Darío Sosa. “Va a ser investigado porque se cree que pudo haber organizado alguna maniobra para tratar de encubrir a los dos policías detenidos”, anticipó la fuente allegada a la investigación.
Los policías argumentaron que “vieron un fogonazo similar al de una escopeta ‘tumbera’, de fabricación casera, pero no hay ninguna prueba de sus dichos y está comprobado, en cambio, que el balazo que mató al chico Pérez partió de la Itaka que portaba el sargento Sueldo”. Para confirmar las sospechas que pesan sobre ambos, al entregar sus armas para el peritaje, hicieron un absurdo intercambio: Sueldo dijo que había usado la 9 milímetros y Cabrera la Itaka, pero después la maniobra quedó al descubierto. “Todos los datos que hay en la causa estarían demostrando que actuaron sin ninguna motivación y que después tenían pensado distorsionar los hechos para salir impunes”, insistió el vocero judicial.
El fiscal Guozden, además de acusarlos por el crimen, los imputó por el delito de falsedad ideológica. Es que tampoco habían dejado asentado el incidente, es decir los disparos en la esquina de Combate de los Pozos y El Zonda, en el libro de guardia del Comando. Susana Araujo, la madre de Daniel Pérez, dijo a los periodistas que su hijo “fue fusilado por los policías, que se bajaron del patrullero tirando a pegar, no al aire como después dijeron”. El único pecado de los cinco chicos era estar tomando una cerveza en el barrio donde viven.
Los policías intentaron llevarse detenidos a dos de los jóvenes y luego dispararon, sin motivo alguno, contra Pérez, quien se estaba retirando del lugar, pero volvió al observar los movimientos de los uniformados. Mientras los agentes se retiraban en el móvil, Pérez fue trasladado por sus amigos al Hospital Mercante, pero murió antes de ser asistido por los médicos. El joven, que pesaba cerca de cien kilos, falleció “por un shock hipovolémico, provocado por la herida sangrante que le produjo un perdigón de 5,5 milímetros que le dio en la región pectoral izquierda”. Hoy los policías serán sometidos a un reconocimiento en rueda de personas de la que participarán todos los testigos.