SOCIEDAD
Aquellos viejos juguetes, en una muestra del Museo de la Ciudad
El museo que atesora los resabios de la vida cotidiana porteña se amplía. Ahora hay una muestra de juguetes y una sala con portones imponentes del 1800.
Una colección de máquinas de coser de principios del siglo XX, muñecas de trapo, uno de los primeros Mickey Mouse que hubo en circulación y trenes antiguos que hasta conservan los detalles de terminación de principios de 1900. Estos son algunos de los añejos juguetes que desde hoy estarán en exhibición en el Museo de la Ciudad, ubicado en el casco histórico de Capital Federal. Junto con la muestra, se inauguran las dos salas que albergan a los juguetes antiguos, todos donados por los vecinos. La ampliación del museo se suma a la apertura de una sala en la planta baja del museo, ornamentada con la muestra permanente Años de abrir y cerrar, donde se pueden hallar imponentes portones del 1800 que protegieron las casas de algunas de las familias más glamorosas de aquella época.
Las nuevas salas del primer piso del museo, ubicado en la calle Defensa al 200, se agregan a las ya existentes, donde se pueden encontrar desde un escritorio estilo “art nouveau” de 1910, un sofisticado banco de la vivienda de José Ingenieros –referente intelectual de la filosofía y psicología a comienzos de 1900– y hasta un dormitorio “art decó” de 1927, que perteneció a la pionera en aviación Miryam Sta-fford de Barón Biza. “Con la inauguración de las salas de planta baja –abierta el último 23 de septiembre– y las dos del primer piso, casi duplicamos la cantidad de espacio destinado a exhibición de muestras”, manifestó la subsecretaria de Patrimonio Cultural, Silvia Fajre.
La casa donde está ubicado el museo guarda varios ribetes históricos: no sólo data del siglo XIX y forma parte del conjunto de viviendas históricas del viejo casco de la ciudad, sino que allí también pasó parte de su vida la actriz Niní Marshall. El museo cuenta, además, con salas que dan a la calle Alsina. Al ingresar allí todo se tiñe de vida colonial: las grandes peinetas, las ventanas de adobe, puertas de hierro y suntuosas sillas estilo Luis XV de madera visten la muestra sobre casas de la época del Virreinato. Tampoco falta otra exhibición de fonógrafos, vitrolas, radios y otros testimonios musicales de principios del siglo pasado.
“La inauguración de las salas del Museo de la Ciudad –conocido también como La Casa de los Querubines– se realiza en un lugar clave, como es el casco histórico. Esta es una manera de revitalizar la zona y de recuperar el valor que posee”, señaló el secretario de Cultura porteño, Gustavo López. El año próximo, el gobierno de la ciudad tiene previsto inaugurar obras en los Altos de Lorriaga y en la casa que fuera de Encarnación Ezcurra, la esposa de Juan Manuel de Rosas, ubicadas en la cuadra frente al museo. “De 1870 a 1970, el casco histórico estuvo abandonado, no había políticas públicas. De hecho, el gobierno de la ciudad adquirió estas casas en la década del 70 y quedaron abandonadas hasta 2000”, detalló López. El funcionario sostuvo, además, que “desde que hay una política pública para el manejo del casco histórico, se logró avanzar mucho más de lo que se hizo en los últimos 30 años”.
La muestra que se inauguró ayer en el museo abarca las dos salas nuevas con vitrinas repletas de juguetes del siglo XVIII y XIX que, según José María Peña, director del museo, son “disparadores de los afectos y de la memoria”. Allí se pueden encontrar desde las antiguas muñecas de porcelana, hasta viejas bicicletas y triciclos con grandes ruedas de principios del 1900. Tanto estas dos salas como la inaugurada a finales de septiembre fueron reformadas, pero “respetando el estilo antiguo de la vivienda”, explicó el director de Infraestructura de la Secretaría de Cultura porteña, Alvaro Anase, quien, junto con Bettina Kropf, fueron los encargados de renovar las tres salas.
Con las inauguraciones, el museo pasó de tener 240 metros cuadrados a 440 metros cuadrados. Las refacciones en el museo, que también dictará talleres y cursos, empezaron hace cuatro meses. “El lugar tiene un acervo cultural impresionante, por lo que eran necesarios más metros cuadrados para conformar una gran oferta cultural”, afirmó Fajre. La subsecretaria remarcó también que “el espacio que inauguramos en la planta baja es a la calle, lo que invita a la gente a pasar”. En esta sala, la variedad de puertas antiguas ofrece un viaje hacia la historia: allí descansa un portón enteramente trabajado en madera de 1860, que perteneció a la familia Giraldez, puertas viejas que cerraban el famoso zaguán de las casas, además de la puerta de la vivienda del ex presidente Juárez Celman de 1880, que gobernó la Argentina desde 1886 a 1890.