EL PAíS
De empresa en estado terminal a recuperada “terminal automotriz”
El Presidente visitó ayer la fábrica recuperada Pauny-Zanello, en Córdoba. Ayer se firmó el decreto que la habilita como terminal.
Por Laura Vales
Cuando la fábrica de tractores Zanello quebró, en septiembre de 2001, 380 personas quedaron sin empleo. El cierre fue una catástrofe no sólo para las familias que dependían directamente de ella, sino para los 16 mil habitantes de la localidad cordobesa de Las Varillas, donde Zanello era la principal fuente multiplicadora de trabajo. Un año más tarde, organizados bajo la forma de una sociedad anónima, los trabajadores reabrieron la planta. Consiguieron darle un buen impulso, al punto de llegar a producir 50 tractores al mes y ser líderes nacionales del sector.
La recuperación tuvo consecuencias inmediatas sobre la vida de la ciudad, ya que redujo su índice de desempleo al 5 por ciento. Ahora, Pauny-Zanello será, además, la única fabricante argentina de minibuses para el transporte de pasajeros.
El Gobierno los acaba de habilitar como “empresa terminal” automotriz.
El presidente Néstor Kirchner viajó ayer a Las Varillas para encabezar el acto de presentación del decreto correspondiente, ya que la actividad necesita de una autorización especial. En su discurso, Kirchner habló de la recuperación de la planta como “un ejemplo para la Nación”.
“La medida abre una puerta que estuvo cerrada durante décadas”, dijo a Página/12 Diego Kravetz, del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER). “Hasta ahora en el país solamente estaban habilitadas a construir automóviles las multinacionales que todos conocemos. Es decir que lo que aparece hoy es una terminal enteramente argentina, algo que no existía desde la época de Perón, cuando se fabricaban los rastrojeros.”
La habilitación les otorga, al mismo tiempo, la posibilidad de ingresar al Mercosur y, principalmente, de expandirse dentro del amplio mercado automotor del vecino Brasil.
La fábrica emplea a más de 300 obreros y técnicos que cobran un promedio de 1200 pesos mensuales. Integran el MNER, aunque con una organización diferente al resto de las compañías hasta ahora salvadas por sus trabajadores, ya que las acciones se dividen (en partes iguales del 33 por ciento) entre los obreros, cuatro ex gerentes y un grupo de inversores privados. El restante uno por ciento quedó en poder de la municipalidad.
En Pauny empezaron a desarrollar el prototipo del minibús como un proyecto a largo plazo, con el objeto de diversificar la producción. En sus dos años de existencia, el boom de la soja favoreció su despegue, pero en la firma dicen que el negocio del campo está siempre sujeto a altibajos. Tienen también otros proyectos, como un tractor con motor a gas líquido (que es el gas de garrafa), ganador de un premio en la Exposición Rural. Sin embargo, la producción de colectivos será la primera de las novedades en concretarse.
Semanas atrás, cuando el Presidente visitó la ciudad vecina de San Francisco, los empleados de Pauny-Zanello le habían entregado una nota pidiéndole la autorización para comenzar a fabricar el minibús. En un gesto de respaldo político, al acto también concurrió el gobernador José Manuel De la Sota, quien aprovechó para anunciar que la provincia había comprado los primeros veinte colectivos y pidió a los intendentes que hagan lo propio.
Los integrantes del MNER hablaron de las posibilidades del sector. José Abelli, presidente del Movimiento, quien suele decir que con una buena política de recuperación de empresas se podrían restituir 200 mil puestos de empleo por año, planteó que “los trabajadores no deben ser reprimidos nunca más por defender sus trabajos”.
Por su parte, el titular de la compañía, Raúl Giaia Levra, y el intendente de Las Varillas, Fernando Coisset, resaltaron el desarrollo que lograron los 300 trabajadores tras la recuperación de la firma luego de la quiebra.
El presidente de la cooperativa obrera, Mario Gastaldi, detalló que la nueva línea de producción cuenta con una capacidad para colocar en el mercado unos 20 colectivos por mes. El prototipo lleva chasis y carrozado nacional y un motor diesel canadiense de la firma Cummings, aunque también contempla la opción de funcionar con gas licuado de petróleo, desarrollada por la empresa.
La de Pauny es la historia de una apuesta fuerte. Cuando reabrieron, el 2 de enero de 2002, eran apenas 30 trabajadores. “No teníamos ni una arandela”, recuerda Gastaldi. Era cierto a tal punto que el primer tractor que vendieron fue uno ajeno: un concesionario se los había mandado para hacerle mejoras, apareció un comprador y no lo dudaron. Con la ganancia, pudieron fabricar otro y así siguieron.
Para este año proyectan vender 800 unidades. Ya despacharon su primera exportación a Uruguay, están negociando la apertura de un distribuidor en Brasil y proyectan cerrar el 2004 con una facturación de 100 millones de pesos. La habilitación como terminal automotriz podría ayudarlos no sólo a multiplicar esos ingresos, sino también a dar un salto en la generación de empleo.