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El hombre tenía desgarrada la voz y una sonrisa a flor de piel, mientras envolvía la humanidad de Néstor Kirchner con sus enormes brazos. El Presidente, emocionado, no pudo más que retribuirle el gesto con un tímido ademán y luego aceptar, voluntarioso, posar para la foto. La escena, que se repitió decenas de veces en la Casa Rosada, reflejaba el estado de ánimo de los veteranos de Malvinas a quienes el mandatario acababa de reivindicar no sólo en el discurso, sino también en los papeles, anunciando una mejora del 130 por ciento de sus pensiones.
“Malvinas es la causa nacional y una bandera inclaudicable”, fue la frase con la que Kirchner despertó los aplausos de los ex combatientes, muchos de ellos luciendo camperas de combate, que colmaron el Salón Blanco de Gobierno.
Sin exaltarse, el Presidente le dio al acto un tono emotivo del que él mismo no pudo escapar. Se le notó en su voz, amagando quebrarse en el arranque, y también en sus ojos vidriosos. “Yo los vi llegar al sur para dar la batalla por la patria”, recordó sobre la guerra de 1982 que siguió de cerca desde Santa Cruz.
No fue cáscara vacía. Las caricias del discurso vinieron de la mano de un incremento de las pensiones. De los 437,50 pesos promedio pasarán a percibir el equivalente a tres jubilaciones mínimas. O sea, 924 pesos. A eso se sumarán una asignación mensual por hijo y esposa y otra anual por escolaridad. Otra novedad: se incluyó a los padres como “derechohabientes” de los ex combatientes.
En principio, la mejora alcanzará a los 25.528 veteranos de Malvinas censados por el Gobierno. Aunque esa cifra podría elevarse a casi 3 mil ex conscriptos más, una vez que a fin de mes finalice el relevamiento ordenado por Aníbal Fernández.
El ministro del Interior no es un protagonista menor en todo el proceso que ayer desembocó en el festejo de los ex combatientes. No por nada le agradecieron la manera en que se involucró tras –lo que consideraron– “22 años de olvido”. Se trata, al fin, del funcionario que puso la cara en cada una de las protestas realizadas por los veteranos en Plaza de Mayo.
Fernández fue quien los invitó a ingresar a la Casa Rosada, después de Tedéum del 25 de Mayo, cuando reclamaban un incremento de las pensiones, además de un compromiso para que las distintas fuerzas se hicieran cargo de la atención médica. Lo mismo el 18 de agosto, cuando intentaron traspasar las vallas apostadas sobre la calle Balcarce en medio de una pelea interna. O cuando levantaron una carpa frente a la Casa de Gobierno.
El discurso del ministro fue el mismo en todos los casos. Que Kirchner iba a responder a los reclamos. Pero que para ello necesitaba de un ordenamiento que le permitiera establecer las prioridades y las necesidades.
Por eso, a la usanza del censo de residentes extranjeros en España, se emprendió un relevamiento de ex combatientes cruzando datos. En este caso entre los ministerios del Interior, Defensa, la Anses y la Cruz Roja Internacional. “Para poder ayudarte, necesitamos conocerte”, terminó siendo el lema del trabajo oficial que se anunció formalmente en junio.
La iniciativa que intenta hacer un registro completo de aquellos que combatieron en las islas Malvinas aún ofrece a los interesados un teléfono (0800-999-0209) y una página web (www.mininterior.gov.ar) para informarse. Si bien el denominado Primer Censo Nacional de Veteranos de Guerra sigue en marcha –se inició el 21 de agosto y recién terminará el 29 de este mes–, los datos hasta ahora obtenidos alcanzaron para calcular la mejora y convencer al ministro de Economía, Roberto Lavagna, de que rompiera el chanchito.
El trabajo también permite cotejar la fuerza a la que pertenecían los veteranos, además de conocer su situación de vivienda y salud, entre otros rubros. Por eso ayer la presencia de varios ministros y funcionarios de primera línea. Además de Fernández, estuvieron Alicia Kir-chner (Desarrollo Social), Ginés González García (Salud), José Pampuro (Defensa), Oscar Parrilli (secretario general de la Presidencia) y Carlos Zannini (secretario de Legal y Técnica), entre otros.
Al finalizar el acto, todos acompañaron a Kirchner hasta la explanada de la Casa de Gobierno. Allí los aguardaban los veteranos que por falta de lugar no pudieron ingresar al Salón Blanco. No hubo holas ni chaus. Sólo “Ar-gen-tina, Ar-gen-tina”.