SOCIEDAD › ASESINARON A UN MEDICO EN LA PUERTA DE SU CASA
Quiso defenderse y lo balearon
“El siempre dijo que no había que defenderse, que había que entregar todo, pero a veces ni eso alcanza porque cualquier movimiento los asusta”, dijo Silvia, la mujer del oftalmólogo Carlos Roveda, asesinado de dos disparos cuando dos delincuentes intentaron robarles el auto a la entrada de su casa, en Villa Crespo. El crimen ocurrió el domingo pasado por la noche, pero recién tomó trascendencia ayer. Roveda intentaba guardar su auto en el garaje de su casa, en Olaya 1225, entre Antezana y Apolinario Figueroa, cuando lo balearon. Los disparos ocurrieron cuando, aparentemente, Roveda intentó defenderse con un arma de su propiedad.
El asesinato ocurrió alrededor de las 21 del domingo último, en la puerta de Olaya 1225, entre Antezana y Coronel Apolinario Figueroa, frente a la plaza General B. Nazar, en Villa Crespo. Carlos Roveda, de 56 años, y su esposa, Susana, de 55, regresaron a su casa en una 4x4, tras pasar el día en Cañuelas. Para guardar el auto en el garaje, el oftalmólogo debió subir a otro vehículo de su propiedad, un Honda Civic para moverlo. En ese momento fue cuando lo sorprendieron dos hombres armados que llegaron al lugar en un Renault Clío, conducido por un tercer cómplice.
Los delincuentes amenazaron a Roveda y a su esposa con intenciones de robarles el Honda, momento en que el oftalmólogo, según fuentes policiales, aparentemente intentó resistir sacando su arma, una pistola calibre 380. En ese momento, los delincuentes dispararon dos veces. Una de las balas impactó en el tórax del médico y la otra en su cabeza, provocándole la muerte.
“El siempre dijo que no había que defenderse, que había que entregar todo, pero a veces ni eso alcanza porque cualquier movimiento los asusta”, dijo Silvia de Roveda, con la voz quebrada. “No saben lo que han hecho en un segundo”, agregó. “Si lo querían parar le hubieran tirado a un hombro, a una pierna o un brazo y le hubieran dado la oportunidad de vivir. Nos arruinaron la vida, nosotros nos amábamos profundamente. El hasta el día de hoy decía que yo era su princesita y él lo era para mí. Yo lo lamento tanto. Ya no me quiero acordar más y no tengo más nada que decir”, dijo la mujer.
Al mismo tiempo, un amigo de Roveda, el oftalmólogo Carlos Nicoli, aseguró a la agencia Télam que a su amigo “le gustaban las armas, sabía tirar bien y solía llevar una pistola por seguridad”. “Esto demuestra –agregó Nicoli– la inseguridad que vivimos todos los argentinos, a pesar de que se diga que la situación mejoró, no mejoró, lo que pasa es que la comunidad se está acostumbrando a esta violencia.”
La víctima era un reconocido oftalmólogo, dueño del Centro Oftalmológico Dr. Roveda, situado en avenida Rivadavia al 1500, de Capital Federal, y además se desempeñó en distintos hospitales. Estaba casado con Susana desde hacía 35 años.