SOCIEDAD › SE LO IBA A DONAR SU AMIGA, PERO APARECIO OTRO
El hígado que llegó a tiempo
La aparición de un donante cadavérico permitió que se realizara el trasplante de hígado al que anoche fue sometido Mauro Dorado, y evitó que el joven recibiera el órgano que intentaba donarle su amiga, Adriana Vivier. Hubiera sido el primer caso en que un donante vivo entregaba parte de su hígado para realizar un trasplante. El artículo 56 de la Ley de Trasplantes prohíbe la participación de donantes que no tengan vínculo familiar directo con el receptor. En mayo pasado, el juez Francisco Mainero, de Brandsen, consintió en que se realizara dicha donación.
Un equipo médico dirigido por el jefe de Trasplantes del Hospital Argerich, Oscar Imventarza, inició anoche la intervención quirúrgica en la que Mauro Dorado, de 27 años, debía recibir el hígado que le permitirá seguir con vida. Dorado sufre de amiloidosis genética crónica, una enfermedad considerada letal, que produce un proceso de degradación violento, veloz e irreversible. La madre del joven y su hermano mayor murieron a causa del mismo virus y, al realizarse los estudios preventivos, Dorado se enteró de que estaba contagiado, igual que sus doce hermanos. Los especialistas aseguran que la amiloidosis se mantiene latente hasta que alrededor de los 25 años se desata. Se desconoce la cura de la enfermedad, que sólo puede resolverse mediante un trasplante.
La primera en ofrecerse fue la esposa de Dorado, Maribel Piñero, de 26. Pero su sangre no es compatible. Fue entonces que de una pareja amiga surgió la idea de ayudarlo: Miguel Córdoba y su esposa Adriana Vivier son íntimos amigos de Mauro y Maribel desde que los dos jóvenes trabajan en la misma panadería en la localidad de Coronel Brandsen. Fue Adriana la que ofreció donar el 60 por ciento de su hígado. Pero la ley 21.493 prohíbe donantes que no sean familiares directos del receptor. Las dos parejas llegaron a pensar en divorciarse y contraer matrimonios cruzados, para sortear la prohibición. Se presentaron ante el juez de Brandsen, Francisco Mainero, quien, después de analizar detenidamente el caso, dio un fallo favorable inédito.
Pero, mientras Adriana se realizaba los estudios pertinentes, surgió un donante cadavérico, un hombre de 43 años, de Santa Fe, cuyo hígado no resultó compatible para ninguno de los pacientes en lista de espera.