SOCIEDAD › EL ENTE DE CONTROL DETECTO BAJAS EN LA FRECUENCIA
La larga espera del subterráneo
Por Eduardo Videla
Pese a que el número de usuarios del subte es menor al de hace un año, los pasajeros que utilizan el servicio no ganaron en comodidad. De acuerdo con un relevamiento realizado por el Ente de Control de Servicios Públicos de la Ciudad, la empresa concesionaria del servicio bajó la frecuencia de trenes, en algunas líneas, hasta en un 30 por ciento. También se denunciaron restricciones en el uso de las franquicias, como la que beneficia a los alumnos de escuelas primarias: desde marzo, ya no alcanza con el guardapolvo blanco para que los chicos puedan cruzar el molinete, pues la empresa exige gestionar un “pase escolar”, trámite que se hace sólo en cinco estaciones de la red y que debe renovarse cada 40 días.
Idéntico requisito deben cumplir los jubilados, discapacitados y estudiantes secundarios. Tal vez por eso, desde el comienzo de clases hasta fines de julio, apenas 2879 alumnos de escuelas públicas porteñas lograron acceder a su pase gratuito para viajar en subte.
“La exigencia de un pase escolar constituye una forma velada de restringir los derechos de los alumnos y una manera de desalentar el uso del subte en forma gratuita por parte de los estudiantes”, dijo a Página/12 el defensor adjunto, Gustavo Lesbegueris, quien reclamó a la empresa el cese de este procedimiento.
Para Metrovías, la exigencia es el resultado de la eliminación de los viejos molinetes amarillos para pases libres y la generalización del sistema de tarjeta magnética. “Todos los que cuentan con franquicias, como escolares, jubilados, estudiantes, maestros y discapacitados, deberán tramitar los pases”, explicó el vocero de la empresa, Juan Ordóñez.
Según Lesbegueris, la exigencia de Metrovías constituye una violación de las normas vigentes, que establecen que “los alumnos de las escuelas primarias públicas de Capital Federal podrán viajar gratuitamente en subterráneo con la sola condición de vestir el guardapolvo blanco, durante el ciclo lectivo”. Metrovías reconoce que el pase escolar no se ajusta a las normas vigentes, pero argumenta que está destinado a “saber quiénes son los beneficiarios y qué uso le dan al servicio”.
En cuanto a los intervalos entre servicios, el Ente de la ciudad, presidido por Néstor Vicente, realizó durante el mes de julio una medición –a partir de denuncias de usuarios de la Línea E– en la estación Bolívar. En el relevamiento permitió comprobar que entre las 13 y las 16 horas se registraron intervalos entre formaciones de entre 10 y 12 minutos, cuando el parámetro fijado por la propia empresa –y que debe respetar, según el contrato de concesión– es de 5 minutos con 30 segundos.
“La medición se hizo el 3 de julio de este año, y luego se repitió durante una semana, en cinco franjas horarias diferentes, y en todos los casos se registró el mismo fenómeno”, dijo a este diario Julio Rearte, jefe del área de Transporte Público del Ente. “Esto se traduce en una pérdida de la calidad del servicio: el pasajero tarda más para hacer su viaje, porque tiene que esperar más, y si bien hay menos usuarios, no viaja más cómodo”, agregó el funcionario. Según Rearte, la empresa “ya ha recibido sanciones de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) por estos mayores intervalos”. Desde Metrovías se asegura que no existen variaciones en la frecuencia, salvo en casos excepcionales. “La empresa cumple con el programa que presentó a principios de año ante la CNRT”, aseguró Ordóñez.
En otro estudio, el Ente de la Ciudad midió el nivel de iluminación en boleterías, molinetes y escaleras y comparó esos valores con los del pliego de concesión. La evaluación se hizo en las estaciones Primera Junta y Plaza Miserere (Línea A), Florida, Carlos Pellegrini y Lacroze (Línea B), Retiro y Constitución (Línea C), Facultad de Medicina y Bulnes (Línea D), y Bolívar e Independencia (Línea E). En todos los casos, según el informe, se detectaron valores inferiores al nivel medio requerido.