Lunes, 27 de octubre de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › UN PUEBLO EN MARCHA PARA QUE NO OCURRA NUNCA MáS
Por Mariana Carbajal
La comunidad educativa de San Javier quedó muy movilizada luego del juicio a Elizabeth Díaz. Una de sus alumnas había contado que durante nueve años, desde que estaba en tercer grado, había padecido abusos sexuales y ninguna de las docentes que la veían cotidianamente había podido darse cuenta y ayudarla a salir de ese infierno. Ese disparador los llevó a armar el programa “Un antes y un después” del caso de la adolescente, a partir del asesoramiento de la directora de Edupas, Julieta Imberti, una reconocida especialista porteña en programas de salud y desarrollo social, que tiene casa de veraneo en aquella localidad serrana. Eli siempre había sido muy calladita, no tenía amigas ni hablaba mucho con nadie: ese rasgo, que podía ser un síntoma de los abusos que padecía, todos lo interpretaban como una característica de la personalidad de esa chica serrana. “Sólo advertimos que no hablaba, pero nunca percibimos nada más. Yo creo que esa culpa nos llevó a ponernos a trabajar, a ver qué podíamos hacer. Yo no me animé a ir a verla en la cárcel. Hasta ahora una de las imágenes que me siguen dando vueltas es verla esposada”, contó una de las maestras de la escuela primaria de San Javier.
“Me llamaron y me propusieron que empezáramos a trabajar en las escuelas, pero no querían abordar la cuestión del abuso sexual de entrada. Entonces, como también integro el Consejo de Paz de Cancillería, se me ocurrió que empezaran a pintar una bandera de la paz. Estaban en eso alumnas y alumnos del secundario de San Javier, cuando una docente les preguntó en qué situaciones no sentían paz, y una chica contestó: ‘Cuando somos tocadas donde no queremos que nos toquen’. Esa frase nos hizo pensar que había que empezar ya a trabajar en la prevención del abuso sexual”, contó ayer Imberti a PáginaI12. Talleres de capacitación con maestras y profesores, charlas con los chicos de primaria y secundaria, y con los vecinos y vecinas del pueblo y de localidades cercanas fueron algunas de las actividades que hicieron en los últimos dos años. “Nos encontramos con mujeres que a los 50 años contaron por primera vez que habían sido víctimas de abuso sexual, vimos que en muchas familias es costumbre que las niñas sean iniciadas sexualmente por el padre. Es una cultura machista y patriarcal, como son dueños de su hacienda se creen dueños de sus hijos. De ahí surgió el lema del programa, con el que trabajamos con los chicos y chicas, grandes y más pequeños: ‘El abuso sexual es un delito siempre’”, señaló Imberti. Con numerosos testimonios de habitantes del pueblo, con sus propias historias de abusos, armaron una cartilla que editaron y reparten en las escuelas y comercios.
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