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“Recuerdo que una vez le pegó una patada en el pecho, y ella estuvo en reposo como quince días. Yo le decía que se separe, (pero ella) no se quería separar de él porque lo amaba. Una vez él (se enojó y) la echó (de la casa) y ella se fue a dormir afuera. Mi papá no la dejaba entrar, mi papá le decía que era una ‘terrible perra’. (Esa noche) hacía mucho frío. Al día siguiente, ella le alistaba la ropa y le llevaba la comida a la cama, y él la perdonaba”, declaró ante la Justicia Paola Quiroga, la hija de 23 años de Mirta Gil y Mario Quiroga.

Sobre Mirta pesa la acusación de homicidio agravado por el vínculo –que prevé la pena máxima, de reclusión perpetua– por haber dado muerte a su esposo y padre de Paola. El testimonio de los tres hijos del matrimonio corrobora que Mirta vivía en una relación de sometimiento, control y maltrato desde hacía alrededor de cinco años. Otro de los hijos, Juan Alberto, de 22 años, respondió afirmativamente cuando le preguntaron –durante la investigación judicial– si había visto a su madre lastimada. “En alguna oportunidad vi que tenía lastimada la cara, los brazos, tenía moretones, hinchazones. Yo quería que se mejore. Ella no me contaba porque me hacía mal. Una vez mi papá se molestó porque la vio subir al auto de un amigo de él que la alcanzó a un negocio. Esta situación lo enojó mucho y le quiso pegar. Nosotros, mis hermanos y yo, lo impedimos. Esto sucedió hace un par de meses largos”, relató Juan Alberto.

Mirta, dijeron los hijos, amenazaba a su marido con denunciarlo por el trato violento que recibía de él, pero nunca se animó. “Ella tenía que estar encerrada todo el día porque él la celaba si ella salía; entonces para que no hubiera problemas, ella no salía”, dijo su hija. Paola también contó que “de lunes a viernes se llevaban bien, pero los problemas comenzaban los viernes, porque mi papá iba a la casa de su primo Pepe, que vive solo, allí se juntaban mujeres, había joda, iban solteras que tenían hijos y se aprovechaban los hombres de las mujeres sexualmente”. La joven dijo que su mamá tenía conocimiento de que su esposo le era infiel “porque su hermano Segundo –tío de Paola– le insinuaba lo que ocurría en esas reuniones o fiestas”, y también “amigos de mi papá”. “Esto me lo contó mi mamá, porque yo la veía mal los fines de semana, lloraba, fumaba mucho”, aseguró Paola. También dijo que su papá se lo negaba a su mamá. Paola contó que ella vio mensajes de texto que recibía su padre, supuestamente de una amante y que preguntaban, “¿Amorcito estás dormido?”. “Yo los vi”, afirmó ante la Justicia. Y precisó que siempre provenían del mismo teléfono.

Juan Alberto declaró que sus hermanos le contaban que sus padres discutían. “La verdad es que me enteraba que mi papá la agredía a mi mamá, pero a mí me hacía mal enterarme. Me hacía mal. No me gustaba, tampoco me metía”, afirmó ante la Justicia. César, de 27 años, dijo que su padre “cuando tomaba alcohol se ponía violento”. “Comenzaba el viernes a tomar bebida, y volvía el domingo”, confirmó. “La maltrataba y abusaba de ella”, agregó. César no vive hace un tiempo en la casa familiar. “El día en que la echó y estuvo afuera, yo estaba. A veces cuando la iba a visitar ella estaba en su habitación llorando. Mi hermana me decía que era por maltrato. Esto venía pasando en los últimos cuatro años”, calculó. César dijo que vio a su papá con otras mujeres, pero nunca se lo dijo a su mamá. Incluso contó que unos años atrás, “mi papá la engañaba con mi tía, hermana de mi mamá, que ahora vive en Comodoro. Esto sucedió hace seis o siete años. En esa oportunidad mi mamá se quiso matar tirándose al río. Yo me quise tirar para salvarla y mi papá atrás –mis viejos estaban alcoholizados–. Desde que tengo conocimiento que era infiel. Cuando era pequeño se presentó a casa una señora que dijo que estaba embarazada de mi papá”.