Las estudiantes francesas Cassandre Bouvier y Houria Moumni llegaron a Salta el 11 de julio para ver la cultura y los paisajes de la provincia. Se habían conocido en el Instituto de Estudios Avanzados de Latinoamérica de la Sorbona, en París. Habían hecho reservas en el Hostal del Cerro con anterioridad a su arribo, porque los datos del establecimiento figuran en folletos turísticos franceses. Luego de su desaparición y del posterior hallazgo de los cuerpos, el hostal ubicado en Santa Fe 456, frente al parque San Martín y a pocas cuadras de la terminal de ómnibus, permanece cerrado y en silencio. No hay faja de clausura, pero las habitaciones dispuestas para albergar hasta 35 pasajeros están vacías y el teléfono suena en forma constante, sin que nadie lo atienda. La gente pasa sin hacer ruido. Las mujeres y algunos hombres se persignan. Hay quien se atreve a mirar, pegando su cara contra el vidrio, la recepción y la sala de estar, apenas cubiertas por grandes cortinados transparentes.

“La presencia de las chicas debe permanecer en el hostal. El recuerdo de este crimen no se borra jamás”, afirma Margarita, una vecina curiosa que cierra su intervención con un conmovedor “pobres chicas, venir de tan lejos para morir acá”. Margarita se persigna de nuevo y afirma que todas las noches reza “por el alma de las dos”. Salta, como todo el norte argentino, es una provincia de profunda religiosidad. Desde 1990, María Livia Galliano de Obeid se ha convertido en una celebridad, porque dice haber visto varias veces a la Virgen María, que le deja recados para Jesús. Por eso impresiona el respeto que genera en los lugareños el sitio donde las dos turistas estuvieron antes de ser asesinadas.

La historia de las francesas y del hostal va en vías de convertirse en leyenda. El Hostal Del Cerro le debe su nombre al médico psiquiatra Eduardo Angel Del Cerro, dueño del establecimiento junto con su mujer María Eugenia, quien está muy enojada con la española que tenía la concesión del local, desde 2009 y hasta 2012. Las francesas tenían una reserva del 11 al 19 de julio, cuando tenían pasaje para regresar a Buenos Aires. El viernes 15 salieron hacia la Quebrada de San Lorenzo y jamás regresaron. “La concesionaria no hizo más que sacar de la habitación las mochilas y las valijas de las dos chicas, las guardó en el depósito y ni siquiera informó de la desaparición a un inspector de Turismo provincial que fue al hostal el 21 de julio”, cuando ya habían pasado seis días desde que se ignoraba el paradero de las francesas.

La responsable de la concesión es la ciudadana española Rosa María Gómez Millet, quien luego de prestar declaración testimonial ante el juez de la causa, Martín Pérez, viajó a Barcelona y nunca más se supo de ella. “Los empleados del hostal nos han venido a ver a nosotros porque han perdido su fuente de trabajo y nadie les informó nada. Tratamos de contactarnos con ella (con Gómez Millet), pero fue imposible. Ahora no sabemos qué vamos a hacer con el establecimiento. Es muy grave lo que pasó y estas cosas se guardan en la memoria. Es una lástima, porque nosotros lo tuvimos abierto diez años y el trato con la gente era de gran respeto, al punto de que venían muchos turistas extranjeros que habían escuchado hablar del hostal”, le dijo a Página/12 María Eugenia de Del Cerro.

Una de las recepcionistas, Virginia, toca el timbre y golpea la puerta, sin obtener ninguna respuesta. “A las chicas no las recuerdo. Mejor así, porque es muy impresionante saber que estuvieron con nosotras, contentas, felices, y después las mataron de una forma tan salvaje. Esto no se olvida más”, dice antes de retirarse con paso rápido. En el mundo muchos hoteles se promocionan a partir de sucesos trágicos o de historias de fantasmas. Desde el Hotel Stanley, de Colorado, donde Stephen King situó El Resplandor, hasta el Bed & Breakfast de Massachusetts donde en 1892 un matrimonio fue asesinado a hachazos y la única sospechosa, su hija Lizzie Borden, fue finalmente declarada inocente. Es incierto el futuro comercial del Hostal Del Cerro, pero su paso a la leyenda se va abriendo camino.